Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica

Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica

+Model RH-507; No. of Pages 11 ARTICLE IN PRESS Rehabilitación (Madr). 2018;xxx(xx):xxx---xxx www.elsevier.es/rh REVISIÓN Cocontracción y coactiv...

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Rehabilitación (Madr). 2018;xxx(xx):xxx---xxx

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REVISIÓN

Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica A.A. Sayáns Torres y M. Soto González ∗ Facultad de Fisioterapia, Universidad de Vigo , Vigo, Pontevedra, Espa˜ na Recibido el 6 de diciembre de 2017; aceptado el 11 de marzo de 2018

PALABRAS CLAVE Ligamento cruzado anterior; Coactivación muscular; Cocontracción muscular; Patrones de movimiento; Fatiga muscular

KEYWORDS Anterior cruciate ligament; Muscle coactivation; Muscle co-contraction; Movement patterns; Muscular fatigue



Resumen El ligamento cruzado anterior es una de las estructuras más importantes para la estabilización de la articulación de la rodilla. En la prevención de esta estructura es de especial importancia la coactivación cuádriceps/isquiotibiales para la estabilización dinámica de la articulación. El objetivo de este trabajo es realizar una revisión sistemática para conocer el grado de coactivación y cocontracción muscular en sujetos con lesión del ligamento cruzado anterior. Para ello se realizó una búsqueda en las bases de datos Web of Science, Pubmed, Scopus, Medline, Sport Discuss y Cinahl, tras la aplicación de los criterios de inclusión y exclusión resultaron un total de 14 artículos. Los resultados no muestran concordancia debido a la variabilidad de sus pruebas, muestras y la musculatura testada. Se concluye que podría haber una tendencia en los sujetos con alteraciones del ligamento cruzado anterior de aumentar la cocontracción y coactivación muscular para disminuir la traslación anterior de la tibia. El tipo de ejercicio realizado influye en el grado de cocontracción y coactivación muscular en sujetos con alteraciones del ligamento cruzado anterior. Es necesaria la realización de estudios homogéneos para poder llegar a una conclusión común sobre el tema. © 2018 Elsevier Espa˜ na, S.L.U. y SERMEF. Todos los derechos reservados.

Co-contraction and muscular coactivation in lesions of the anterior cruciate ligament. A literature review Abstract The anterior cruciate ligament is one of the most important structures for the stabilisation of the knee joint. In the prevention of this structure, quadriceps / hamstring coactivation is of special importance for dynamic stabilisation of the joint. The aim of this study was to perform a systematic review to determine the degree of coactivation and muscle co-contraction in individuals with anterior cruciate ligament injury. To do this, a search was performed in the

Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (M. Soto González).

https://doi.org/10.1016/j.rh.2018.03.002 0048-7120/© 2018 Elsevier Espa˜ na, S.L.U. y SERMEF. Todos los derechos reservados.

Cómo citar este artículo: Sayáns Torres AA, Soto González M. Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica. Rehabilitación (Madr). 2018. https://doi.org/10.1016/j.rh.2018.03.002

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A.A. Sayáns Torres, M. Soto González following databases: Web of Science, Pubmed, Scopus, Medline, Sport Discuss and Cinahl. After application of the inclusion and exclusion criteria, 14 articles were found. The results do not show agreement due to variation in the tests, samples and musculature tested. We conclude that, in individuals with alterations of the anterior cruciate ligament, there is a tendency to increase co-contraction and muscular coactivation to decrease the anterior translation of the tibia. The type of exercise performed influences the degree of co-contraction and muscle coactivation in individuals with alterations of the anterior cruciate ligament. Homogeneous studies are required to reach a common conclusion on the subject. © 2018 Elsevier Espa˜ na, S.L.U. y SERMEF. All rights reserved.

Introducción El ligamento cruzado anterior (LCA) es una de las estructuras más importantes para la estabilización de la articulación de la rodilla, concretamente evita la traslación anterior de la tibia (TAT) en relación con el fémur1 . Es uno de los ligamentos que más frecuentemente se lesiona en las actividades deportivas2 ya que durante ciertos movimientos que llevan a la extensión de la rodilla, las fuerzas de cizallamiento son transmitidas al LCA y en caso de lesión del ligamento estas fuerzas provocan la TAT1 . De todos los casos de lesión del LCA, el 70% son originados por mecanismos de no contacto, como deceleraciones o aterrizajes postsaltos. También son altos los porcentajes de recidivas, tanto en la rodilla lesionada como en la contralateral, que se suelen producir después de la vuelta a la actividad deportiva3 . Su lesión causa déficits importantes en el miembro inferior y osteoartritris. Incluso después de su reconstrucción y rehabilitación, pueden permanecer ciertos déficits relacionados con la fuerza de la musculatura flexora y extensora de la rodilla2 . La cocontraccción muscular es un fenómeno caracterizado por la contracción simultánea de dos o más músculos situados alrededor de una articulación. Este fenómeno se considera esencial para la regulación de la rigidez muscular y el mantenimiento de la estabilidad dinámica de una articulación4 . Por otro lado, la coactivación de los músculos antagonistas que se produce cuando la contracción agonista es fuerte y rápida, o cuando los sujetos no están acostumbrados a una tarea determinada, puede colaborar con los ligamentos en la estabilización articular, y es en cierto modo necesaria para prevenir posibles da˜ nos potenciales5 . En cuanto a la articulación de la rodilla, los isquiotibiales se activan durante la contracción agonista máxima y submáxima de cuádriceps en la extensión de la rodilla reduciendo la TAT1 . Además, entre los isquiotibiales y el LCA existe un arco reflejo que provoca que cuando el LCA sufre cambios en su tensión se envíen impulsos a las motoneuronas alfa y gamma para la contracción de los isquiotibiales, disminuyendo así la tensión del LCA y aumentando la estabilidad de la rodilla6 . También parece que el arco reflejo de los isquiotibiales en las personas con reconstrucción del LCA es una estrategia neuromuscular para la estabilidad de la rodilla7 .

Sin embargo, un estudio de García-López et al.5 ha demostrado que la coactivación del bíceps femoral (BF) limita la fuerza máxima isométrica de extensión de rodilla en algunos deportes. La estabilización dinámica de la rodilla usando la musculatura es importante para prevenir lesiones del LCA. De especial importancia es la preparación de la coactivación cuádriceps/isquiotibiales que ayuda a la estabilidad de la rodilla8 . Muchos artículos han establecido que los ejercicios de cuádriceps no son seguros ya que pueden afectar a la integridad del injerto por la TAT; lo que llevó a muchos autores a investigar qué tipos de ejercicios de cuádriceps son los más correctos, los de cadena cinética cerrada o los de cadena cinética abierta9 . Por lo tanto, el objetivo de esta revisión es conocer el grado de coactivación y cocontracción muscular en sujetos con lesión del LCA.

Material y métodos Para la realización de esta revisión bibliográfica, la búsqueda de artículos se llevó a cabo a través de las bases de datos Web of Science, Pubmed, Scopus, Medline, Sport Discuss y Cinahl. La búsqueda se realizó durante los meses de marzo, abril y mayo de 2017. Para la búsqueda en las bases de datos se utilizaron los siguientes términos MESH: «anterior cruciate ligament injuries» y «anterior cruciate ligament reconstruction»; y las palabras clave: «anterior cruciate ligament», «muscle coactivation», «muscle cocontraction», «movement patterns», y «muscle fatigue». Estos términos se combinaron dando lugar a las ecuaciones reflejadas en la tabla 1. Los criterios de inclusión que se establecieron para recopilación de artículos fueron los siguientes: ensayos clínicos publicados desde enero de 2012 a mayo de 2017, escritos en inglés, francés, portugués o espa˜ nol. Los criterios de exclusión fueron: que la muestra que presentaban los artículos estuviera formada por sujetos sanos y que los resultados obtenidos no se ajustaran al tema en cuestión, también se excluyeron las revisiones y los artículos repetidos en bases de datos diferentes. Una vez aplicados los criterios anteriormente descritos se obtuvieron un total de 14 artículos válidos entre las 6

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Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior Tabla 1

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Ecuaciones de búsqueda

Bases de datos

Ecuación de búsqueda

Medline/Cinahl/Sport discuss Medline/Cinahl/Sport discuss

(MH «Anterior Cruciate Ligament Injuries») and muscle coactivation (MH «Anterior Cruciate Ligament Reconstruction») and muscle coactivation Tema: (anterior cruciate ligament) AND Tema: (muscle cocontraction) Tema: (anterior cruciate ligament) AND Tema: (muscle coactivation) (TITLE-ABS-KEY (anterior AND cruciate AND ligament) AND TITLE-ABS-KEY (muscle AND coactivation) (movement pattern) AND anterior cruciate ligament (anterior cruciate ligament) AND muscle fatigue

Web of Sciense Web of Sciense Scopus Pubmed Pubmed

Artículos identificados en las bases de datos Medline/Cinahl/-Sport discuss/Pubmed/Web of Sciense (n = 109)

Cribado

Identificación

PRISMA 2009 Flow Diagram

Estudios identificados en el buscador Scopus (n = 10)

Idoneidad

Artículos obtenidos tras aplicar los criterios de exclusión (n = 80)

Artículos con muestra de sujetos sanos (n = 18) No ensayos clínicos (n = 3) Revisiones (n = 8)

Inclusión

Artículos a texto completo excluidos por no ajustarse al tema de estudio (n = 66)

Figura 1

Diagrama de flujo prisma 2009.

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bases de datos consultadas, en la figura 1 se muestra el desarrollo de la búsqueda.

Resultados A continuación se describirán los aspectos más relevantes de cada artículo que servirán para analizar sus resultados en la discusión. Cordeiro et al.7 : el objetivo de este estudio era investigar las diferencias en la cinemática de la rodilla y en los patrones de coordinación neuromuscular (cuádriceps/isquiotibiales) entre futbolistas profesionales con reconstrucción LCA y un grupo control (GC) formado por futbolistas profesionales sanos. La muestra la formaban 17 futbolistas varones, de los cuales 8 estaban en el grupo experimental (GE) y 9 en el GC. Los futbolistas del GC eran sujetos sanos, con una media de edad de 24,0 +/− 3,5 a˜ nos, y los del GE presentaban reconstrucción del LCA, con una media de edad de 24,6 +/− 3,5 a˜ nos. Cada sujeto realizó la patada de empeine con la pierna dominante, con su mayor fuerza posible. Cada sujeto realizó la prueba 6 veces. A través de un EMG se valoró la actividad muscular del recto femoral (RF), vasto medial (VM) y vasto lateral (VL), BF, semitendinosos (SM) y semimembranoso (ST). En cuanto a la activación muscular, el GE presentó valores significativamente más altos para la activación del RF (p < 0,034), así como una mayor variabilidad en la activación muscular de ese mismo músculo (p < 0,021). Aunque no hubo otras diferencias significativas en cuanto a la activación muscular entre los grupos, el GE presentó una tendencia a valores más altos en la activación muscular del ST, en comparación con el GC; sin embargo, si tenemos en cuenta al BF tiende a activarse más en el GC. Los autores concluyen que los resultados muestran concordancia con una normal recuperación de la estabilidad de la rodilla después de 6 meses de una reconstrucción del LCA. Perraton et al.10 : el objetivo de este estudio era examinar las asociaciones transversales entre el control de la fuerza de cuádriceps, la activación de cuádriceps, la coactivación de los isquiotibiales y la función de la rodilla después de una reconstrucción del LCA. La muestra la formaban 107 sujetos, de los cuales 66 (43 hombres y 23 mujeres), fueron operados de una reconstrucción del LCA y formaban el GE; la media de edad estaba en 28,4 +/− 6,2 a˜ nos. Los 41 sujetos restantes formaban parte del GC, se incluyeron a hombres (25) y mujeres (16) sanos, con una media de edad de 25,8 +/− 5,3 a˜ nos. A través de un EMG, se midió la actividad mioeléctrica de los músculos ST, SM, BF, RF, VM y VL. La prueba consistía en una contracción isométrica creciente de cuádriceps desde el 5% de la máxima contracción isométrica hasta el 30% de la misma en un isocinético, y luego una decreciente desde el 30% hasta el 5%. La prueba se realizó tres veces para su familiarización con un descanso de 30 segundos de cada vez. En el GE se realizó solo en la pierna involucrada en la lesión y en el GC en la pierna derecha. En el GE se obtuvieron valores significativamente más bajos en el control de fuerza del cuádriceps (p < 0,001), comparado con el GC; sin embargo, obtuvo un valor

significativamente mayor para la activación del VL y VM (p < 0,001), y una tendencia mayor a la activación del RF, aunque no fue un valor significativo. La coactivación de los isquiotibiales fue significativamente mayor en el GE (p < 0,001), aunque en general la coactivación fue baja en ambos grupos. Los autores aseguran que el control voluntario de la fuerza del cuádriceps, la mayor coactivación lateral del músculo isquiotibial, se asocia a una peor función de la articulación de la rodilla por lo menos un a˜ no después de la reconstrucción del LCA. Alkjaer et al.1 : el objetivo de este estudio era comprobar si la coactivación de la musculatura antagonista durante la máxima extensión dinámica de la rodilla es más elevada en sujetos con lesiones en el LCA comparado con sujetos sanos de la misma edad. La muestra estaba formada por 23 hombres de los cuales 7 formaban parte del GE y presentaban rotura completa del LCA (media de edad: 29,6 +/− 5,9 a˜ nos). Los 16 restantes, formaban el GC y eran sujetos sanos (media de edad: 23,5 +/− 3,4 a˜ nos). Los dos grupos fueron sometidos a dos pruebas utilizando un isocinético. La primera consistía en realizar una extensión de rodilla con una contracción agonista concéntrica de cuádriceps con el máximo esfuerzo y, la otra, consistía en realizar una extensión de rodilla con una contracción agonista máxima excéntrica de los isquiotibiales. El rango de movimiento (ROM) entre 90◦ y 10◦ . Los tres últimos intentos de cada sujeto por prueba fueron los utilizados para el análisis de datos. Se colocaron electrodos en VL, VM, RF, BF y ST, para medir la actividad miográfica a través de un EMG. En el GE se testaron las 2 piernas y en el GC se testó la pierna derecha. En cuanto a los resultados, la fracción de momento de los isquiotibiales fue significativamente mayor entre los grados 20◦ y 50◦ , en el GE; sin embargo, no se encontraron diferencias significativas entre la pierna afectada del GE y la pierna sana del mismo, ni entre el GC y la pierna sana del GE. La magnitud de la actividad electromiográfica antagonista de los isquiotibiales, tuvo un promedio significativamente mayor (65,5%) en el lado afectado del GE en comparación con el GC (p < 0,05), excepto en los grados iniciales (10◦ -20◦ ) y finales (80◦ -90◦ ). El rango de coactivación de los isquiotibiales fue de 29-45% (lado afectado GE), 22-43% (lado sano GE) y 19-29% (GC). En todos los grupos, la coactivación del BF fue significativamente mayor que la del ST. Los autores respaldan que la coactivación isquiotibial aumenta en los rangos finales de la extensión de rodilla. La coactivación de los isquiotibiales en la extensión de la rodilla desempe˜ na un papel importante en la estabilización de la rodilla y este efecto parece aumentar en los pacientes con afectación del LCA como protección para la TAT. Elias et al.11 : el objetivo de este estudio era determinar los cambios en la actividad neuromuscular que se producen en cuádriceps e isquiotibiales, durante la flexión de rodilla en la fase de aterrizaje del salto sobre una extremidad, en sujetos con reconstrucción del ligamento cruzado anterior. La muestra la formaban 20 mujeres y 14 hombres atletas (ocasionales y de competición), que presentan una reconstrucción de LCA y tenían una media de edad de 21,9 +/−

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Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior 4,5 a˜ nos. Se midió la actividad mioeléctrica del VL y BF, con un EMG. La prueba consistía en saltar desde un cajón de 20 cm de alto y aterrizar sobre una pierna, para que la prueba fuera exitosa deberían aguantar 2 segundos con apoyo en una sola pierna y conseguir volver a la posición de bipedestación sobre las dos piernas sin dificultad. Después realizaron el mismo ejercicio aumentando la flexión de la rodilla en el aterrizaje para absorber mejor el impacto, tuvieron 6 intentos para practicar; después de la práctica realizaron 5 intentos exitosos. En cuanto a los resultados, la flexión de la rodilla en el aterrizaje aumentó un 38% después de las instrucciones. El índice de cocontracción disminuyó un 24% con el aumento de la flexión de rodilla en el aterrizaje (p < 0,001). También se produjo una disminución significativa del 18% de la activación de los isquiotibiales (p < 0,001). La activación de los isquiotibiales estaba relacionada de forma significativa con el índice de cocontracción. La cocontracción instantánea máxima también disminuyó un 15% con el aumento de la flexión (p < 0,05), aunque no fue así con la actividad máxima del cuádriceps ni de los isquiotibiales. Estos autores atestiguan que el aumento de la flexión en el aterrizaje sobre una pierna no es adecuado ya que no induce el incremento de la activación de los isquiotibiales ni la cocontracción de cuádriceps e isquiotibiales. Jordan et al.8 : el objetivo de este estudio era, entre otros, evaluar la actividad muscular entre cuádriceps/isquiotibiales en esquiadores alpinos de élite con o sin reconstrucción del LCA. La muestra la formaban 22 esquiadores profesionales, que se dividieron en dos grupos. El GE lo formaban 11 esquiadores, 5 mujeres (23,6 +/− 1,8 a˜ nos) y 6 hombres (26,5 +/− 5,8 a˜ nos), con reconstrucción del LCA. El GC lo formaban sujetos sanos, 5 mujeres (21,8 +/− 3,2 a˜ nos) y 6 hombres (23,3 +/− 3,3 a˜ nos). Se colocaron electrodos a nivel del BF, el VL, VM, y ST para testar la actividad neuromuscular durante la prueba. La prueba que consistía en un salto sobre las dos piernas, que se realizó sobre una plataforma de fuerza. La posición inicial y la final: 90◦ de flexión de rodillas. Realizaron 20 saltos con 4 segundos de descanso entre cada salto en que los sujetos mantenían la posición inicial. En las fases de ascenso, despegue y aterrizaje no se observaron diferencias significativas entre grupos, sin embargo, se observaron diferencias significativas en todos los grupos con el aumento de la fatiga, produciéndose una disminución de la coactivación de los isquiotibiales. En la fase de preaterrizaje, la actividad del cuádriceps permaneció normalizada mientras que la actividad de los isquiotibiales aumentó en el miembro afectado del GE en comparación con el miembro contralateral y con el GC, mostrando mayor actividad de isquiotibiales y/o menor actividad del cuádriceps (p < 0,01). En los últimos 5 saltos se produjo un aumento de la actividad cuádriceps y una disminución de la actividad de los isquiotibiales en la fase de preaterrizaje, en respuesta a la fatiga (p < 0,0001), en todos los grupos. Los autores concluyen que la fatiga puede ser un factor de riesgo para personas con afectación del LCA ya que

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se produce un aumento de la actividad de cuádriceps en detrimento de la actividad de los isquiotibiales, en las fases de preaterrizaje y aterrizaje. Lepley et al.12 : el objetivo de este estudio era examinar las diferentes estrategias de control neuromuscular que presentan las personas con reconstrucción del LCA y las personas sanas durante la fase de aterrizaje de un salto, así como el efecto de la fatiga sobre la activación de la musculatura de la rodilla. La muestra la formaban 25 sujetos, 12 (7 hombres y 5 mujeres) de ellos presentaban una reconstrucción del LCA y una media de edad de 22,08 +/− 4,7, se les denominó GE. Los 13 restantes formaban el GC y eran sujetos sanos (4 hombres y 9 mujeres), con una edad media de 22,9 +/− 4,3 a˜ nos. Se utilizó un EMG para analizar la actividad neuromuscular del VL y BF. La prueba que se realizó consistía en un salto con aterrizaje sobre una pierna, elegida de forma aleatoria. Si el aterrizaje se hacía sobre la pierna derecha se seguía de un salto lateral hacia la izquierda, y si era sobre la pierna izquierda el salto se hacía hacia la derecha. En la fase prefatiga los sujetos realizaron 3 saltos. La fase de fatiga consistía en realizar series de 8 sentadillas (hasta 90◦ de flexión) sobre las dos piernas seguidas de 3 saltos (como los de la fase prefatiga) hasta que no pudieran realizar la sentadilla de forma correcta o en el salto no llegaran a la plataforma de fuerza. Se escogían los 3 últimos saltos, antes de la aparición de la fatiga, para ser analizados. En cuanto a los resultados en ambos grupos se observó cocontracción cuádriceps/isquiotibiales significativamente mayor en la fase prefatiga (p < /= 0,001). En general, en ambos grupos la actividad neuromuscular del cuádriceps y de los isquiotibiales fue significativamente mayor en los saltos prefatiga (p < /= 0,001). En el estado de fatiga en la pierna afectada del GE la actividad del cuádriceps fue significativamente menor que en el GC (p = 0,010). Aunque no fue significativa, hubo una tendencia a una mayor actividad de los isquiotibiales en la pierna afectada del GE en comparación al GC en la fase de fatiga. Los autores ratifican que los sujetos con reconstrucción del LCA pueden obtener los mismos niveles de cocontracción cuádriceps/isquiotibiales que los sujetos sanos, y que la fatiga disminuye la cocontracción cuádriceps/isquiotibiales. Leporace et al.4 : el objetivo de este estudio era comparar la activación muscular del VL y el BF durante el paso, así como la cocontracción VL/BF entre pacientes sanos y pacientes con reconstrucción del LCA. La muestra estaba formada por 19 sujetos, 10 eran sujetos sanos (29,4 +/− 3,1 a˜ nos) y constituían el GC, y 9 eran sujetos con reconstrucción del LCA, y constituían el GE (33,1 +/− 11,1 a˜ nos). La prueba que le realizaron a los sujetos era dar 6 vueltas, caminando a ritmo determinado por cada sujeto, sobre una pasarela de 8 metros de largo. Los sujetos llevaban electrodos en el VL y BF para captar la actividad muscular a través de un EMG. En el GC se evaluó la pierna derecha. En cuanto a los resultados, se muestra una mayor actividad muscular del VL en el GC en comparación con el GE, durante el 10% del paso (p = 0,022). En el 40% del paso en el GE y en el 50% del paso en el GC se produce un incremento de la actividad del VL, respectivamente. En cuanto a la mayor

Cómo citar este artículo: Sayáns Torres AA, Soto González M. Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica. Rehabilitación (Madr). 2018. https://doi.org/10.1016/j.rh.2018.03.002

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actividad de la cocontracción VL/BF y de la coactivación del BF, se produce al principio (0-10%) y al final del paso (85100%), igual en ambos grupos, por lo que no se apreciaron diferencias significativas entre ambos grupos. Los autores afirman que al a˜ no de la reconstrucción del LCA, siguen existiendo diferencias mioeléctricas en la musculatura de la rodilla, posiblemente relacionadas con las estrategias de protección para impedir el desplazamiento anterior del platillo tibial. Suárez et al.13 : el objetivo de este estudio era investigar los patrones de coactivación muscular durante el reposicionamiento articular de la rodilla en sujetos sanos y sujetos con rotura del LCA. La muestra la formaban 18 hombres, 8 de ellos (25,0 +/− 8,0 a˜ nos) con rotura del LCA, formaban el GE. De los 18 sujetos, 10 de ellos (30,0 +/− 4,0 a˜ nos) formaban parte del GC. La prueba consistía en realizar una extensión de rodilla desde los 90◦ de flexión hasta los 40◦ con los ojos cerrados (posicionamiento), tanto de forma activa como pasiva, después de volver a la posición inicial, se le pidió a cada participante que reprodujera el ángulo y lo sostuviese de nuevo 5 segundos (reposicionamiento). Los sujetos se encontraban sentados a 90◦ de flexión de cadera y de rodilla. En la forma activa los sujetos tuvieron que llevar la pierna hasta los 40◦ y mantener la posición 5 segundos, en la pasiva era el experimentador quien extendía la pierna hasta donde el sujeto creyese que había alcanzado los 40◦ y mantuvo la posición durante 5 segundos. Los sujetos realizaron cada prueba 3 veces, por cada pierna, y tuvieron 3 oportunidades previas para practicar. Se utilizó un EMG para detectar la actividad muscular del VL y el BF. En cuanto a los resultados, en la forma activa, la activación del VL fue un 19% menor durante el reposicionamiento que durante el posicionamiento, en el GC (p < 0,01); en el GE la activación del VL durante el posicionamiento fue menor, en ambas piernas, que en el GC (28%, p < 0,01, y 21%, p < 0,05, respectivamente); durante el reposicionamiento no hubo diferencias entre grupos. En cuanto al BF, las diferencias entre el reposicionamiento y el posicionamiento solo fueron significativas en el GC, la activación fue un 26% mayor durante el reposicionamiento (p < 0,05). En conclusión, los sujetos con alteraciones en el LCA presentan mayor actividad antagonista y menor agonista que los sujetos sanos durante el reposicionamiento, pero no existen cambios en la coactivación muscular entre el posicionamiento y el reposicionamiento. Estos patrones de coactivación resultaron ser similares en ambas piernas de los sujetos con alteración del LCA, por lo que se recomienda que la rehabilitación se realice en ambas piernas. Serrancolí et al.14 : el objetivo de este estudio era identificar las diferencias en los patrones de activación muscular entre sujetos sanos y sujetos con alteraciones del LCA durante la marcha. La muestra la formaban 10 sujetos sanos (5 hombres y nos), y 5 mujeres) que formaban el GC (31,5 +/− 12,9 a˜ 18 sujetos con lesión del LCA (12 hombres y 6 mujeres), que formaban el GE (32,3 +/− 10,99 a˜ nos). Los sujetos realizaron tres vueltas andando a una velocidad determinada por cada paciente, escogiendo una vuelta para su análisis. Se colocaron electrodos en 8 músculos del

miembro inferior 3 de ellos implicados en la articulación de la rodilla RF, VL y ST, para detectar su actividad durante el paso. En cuanto a los resultados se observa que en el GE la cocontracción de cuádriceps/isquiotibiales duró, significativamente, más tiempo en la fase de apoyo (5% en la pierna sana y 9% en la pierna lesionada). Los autores concluyen que existen diferencias en cuanto a los patrones sinergistas entre sujetos con deficiencias en el LCA y sujetos sanos. A pesar de que hay similitudes entre los grupos, se observaron tendencias distintas, estas tendencias pueden ser útiles como estudio de seguimiento durante un tratamiento de rehabilitación. Capin et al.15 : el objetivo de este estudio era comparar la biomecánica del paso y el tiempo de retorno a la realización de deporte, entre sujetos que volvieron a realizar deporte después de una reconstrucción del LCA, con o sin recidiva. La muestra la formaban 14 mujeres atletas, adolescentes, que practicaban deporte en los que tenían que realizar saltos y pivotar. Los sujetos volvieron a la práctica de su deporte al a˜ no de la operación. El GE estaba formado por 7 sujetos (16,3 +/− 1,9 a˜ nos) que sufrieron una segunda lesión en el LCA (3 en la misma rodilla, y 4 en la rodilla contralateral) dos a˜ nos después de la cirugía. Los sujetos que no sufrieron recidiva formaban parte del GC (16 +/− 1,7 a˜ nos). Cada sujeto realizó tres vueltas andando. Para medir la actividad neuromuscular de la musculatura flexora (RF, VL, VM) y extensora de la rodilla (BF, ST, SM) se utilizó un EMG. En cuanto a los resultados, en la fase de apoyo el GE presentaba mayor activación de la musculatura extensora y menor de la flexora, en comparación con el GC, aunque no son significativos. En la segunda parte del apoyo, en el GE se produce una activación significativamente menor de la musculatura flexora, que en el GC (p = 0,021). En ambos grupos existe una tendencia de menor activación de los músculos flexores en la pierna afectada en comparación con la pierna no afectada. En conclusión, los sujetos que pasaron por una segunda lesión del LCA y habían pasado por una reconstrucción del ligamento previa, caminaban con una menor fuerza de flexión de rodilla y volvieron a la actividad deportiva antes que los sujetos con lesión primaria del LCA. Telianidis et al.6 : el objetivo de este estudio era determinar los efectos de la reconstrucción del LCA sobre el control de la fuerza submáxima de cuádriceps respecto a la actividad de cuádriceps y los isquiotibiales. La muestra la formaban 60 sujetos, los cuales se dividieron en dos grupo. El GE (27 +/− 5 a˜ nos), lo formaban sujetos con reconstrucción del LCA y el GC (23,8 +/− 4,1 a˜ nos), lo formaban sujetos sanos. El GE lo constituían 30 sujetos (19 hombres y 11 mujeres), que pasaron por una o dos cirugías de reconstrucción del LCA. El GC lo constituían 30 sujetos sanos (15 hombres y 15 mujeres). Se cayeron de la prueba tres mujeres, dos del GE y una del GC, por no realizar bien la prueba, ya que no fueron capaces de concentrarse en el feedback visual. Se utilizó un EMG para la recolección de la actividad mioeléctrica de los músculos ST, BF, RF, VL y VM. La prueba consistía en realizar una contracción isométrica de cuádriceps de forma creciente y decreciente. Para ello se utilizó un isocinético, en el que los sujetos se sentaban con la cadera a 90◦ y la rodilla a 60◦ de flexión. Los

Cómo citar este artículo: Sayáns Torres AA, Soto González M. Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica. Rehabilitación (Madr). 2018. https://doi.org/10.1016/j.rh.2018.03.002

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Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior sujetos realizaron contracciones isométricas de cuádriceps, crecientes (del 5% al 30%) y decrecientes (del 30% al 5%) durante un minuto. Realizaron la prueba tres veces para familiarizarse con ella, descansando 30 segundos entre cada repetición. Los sujetos del GC realizaron la prueba con la pierna derecha. En cuanto a los resultados, en el GE se observó una activación del VM, ST significativamente mayor en comparación con el GC (p < 0,05). En el GE se encontraron correlaciones significativamente negativas moderadas entre la fuerza de torsión y la activación del BF (p < 0,05), no ocurrió lo mismo entre la fuerza de torsión y el cuádriceps, ni entre la laxitud anterior de la rodilla y la fuerza de torsión. Concluyen que, después de un a˜ no de la reconstrucción del LCA, los sujetos presentan discinesia entre el VM y los isquiotibiales, y que el aumento de la coactivación de los isquiotibiales está asociado al mayor control de la fuerza del cuádriceps. Trulsson et al.16 : el objetivo de este estudio era evaluar la actividad muscular durante los movimientos de rodilla que se realizan en la rehabilitación del LCA, y observar si hay relación entre la actividad muscular y los patrones de movimiento alterados. La muestra la formaban 16 sujetos (10 mujeres y 6 hombres) con rotura total, unilateral y no reconstruida del LCA, y una media de edad de 29,5 +/− 9,5 a˜ nos. Durante las pruebas se midió la actividad mioeléctrica del BF y el VL, con un EMG. Las pruebas que realizaron los sujetos fueron sentadillas sobre una pierna y sentadillas sobre dos piernas. Realizaron tres repeticiones de cada ejercicio. En la sentadilla con una sola pierna se les permitía el apoyo sobre la punta del pie de la otra pierna; este ejercicio lo realizaron primero con una pierna y después con la otra. En la sentadilla a una sola pierna, la actividad del VL fue menor en la pierna afectada durante la extensión y al final de la misma, al igual que la coactivación de la musculatura antagonista (p = 0,05). En la sentadilla a dos piernas, antes del comienzo del movimiento, la actividad del VL (p = 0,02) y del BF (p = 0,04) fue menor en la pierna afectada, ocurrió lo mismo durante la extensión (VL [p = 0,003] y BF [p = 0,02]); al final del movimiento la actividad del VL fue menor en la pierna afectada (p = 0,02), y la coactivación de la musculatura antagonista al principio y al final del movimiento fue menor en la pierna afectada (p = 0,02). En la sentadilla a una pierna la cocontracción cuádriceps/isquiotibiales fue menor en la pierna lesionada. En la sentadilla a dos piernas, la cocontracción cuádriceps isquiotibiales fue menor en la pierna lesionada, antes del comienzo y al final de la sentadilla. Los autores afirman que, aparte de que se observaron patrones alterados de forma más pronunciada en la pierna con alteración del LCA, estas alteraciones en los patrones no solo están causadas por debilidad muscular o desórdenes biomecánicos sino también por desórdenes en el control sensitivo-motor. Lessi et al.17 : el objetivo de este estudio era, entre otros, evaluar la activación muscular en miembros inferiores en sujetos con reconstrucción del LCA durante un salto sobre una pierna en comparación con sujetos sanos.

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La muestra la formaban 40 sujetos. El GE (25,1 +/− 4,2 a˜ nos) lo formaban 13 hombres y 7 mujeres, que fueron sometidos a una reconstrucción del LCA. El GC (23,6 +/− 2,9 a˜ nos) lo formaban 13 hombres y 7 mujeres sanos. La prueba consistía en la realización de un salto vertical sobre una pierna, antes y después de un protocolo de fatiga. El protocolo de fatiga consistía en 10 sentadillas, 2 saltos verticales con el máximo esfuerzo, y realizar 20 «up-down» sobre un step de 31 cm; el protocolo lo repitieron hasta sentir fatiga o no poder continuar con el ejercicio. La prueba era válida si conseguían aterrizar sin perder el equilibrio y sin tocar el suelo con la otra pierna. Se midió la actividad mioeléctrica del VL y BF. No se encontraron diferencias significativas entre los grupos, sin embargo después del periodo de fatiga la actividad del VL (p = 0,01) y del BF (p = 0,02) fue mayor, en la fase de aterrizaje. En conclusión, después del protocolo de fatiga el aumento de la actividad del BF que se observa se produce, probablemente, como una estrategia para reducir la tensión en el LCA. Wang et al.18 : el objetivo de este estudio era comparar las características neuromecánicas en sujetos con rotura de un ligamento cruzado y reconstrucción, con sujetos sanos en tres intervalos de tiempo; y determinar la correlación entre las características y los resultados. El GE lo formaban 10 sujetos (8 hombres y 2 mujeres) que sufrieron rotura de un ligamento cruzado (7 de ellos del LCA) y, una posterior reconstrucción; y tenían una media de edad de 24,6 +/− 4 a˜ nos. El GC lo formaban 10 sujetos (8 hombres y 2 mujeres) sanos, con una media de edad de 24,5 +/− 3,7 a˜ nos. Se midió la actividad mioeléctrica de los músculos: VL, VM y ST, con un EMG. La prueba consistía en 30 repeticiones de una extensión de rodilla desde los 90◦ hasta la extensión completa. La prueba se realizó un día antes de la reconstrucción del ligamento da˜ nado, 3 meses después de la operación y 6 meses después de la misma. En cuanto a los resultados, la coactivación cuádriceps/isquiotibiales fue, significativamente mayor (p = 0,008) en la pierna lesionada en los tres intervalos, siendo más alta a los 3 meses de la reconstrucción y más baja antes de la reconstrucción. Los autores aseguran que hay deficiencias biomecánicas bilaterales en rodillas que han pasado por un tratamiento conservador así como una reconstrucción unilateral del LCA.

Discusión La mayoría de los artículos que forman esta revisión son estudios de casos y controles, no aleatorizados, donde no se especifica si hay enmascaramiento ni pérdidas, por lo que el nivel de evidencia es pobre. Todos presentan GC con sujetos sanos excepto Elias et al.11 y Trulsson et al.16 , que no tienen GC, y Capin et al.15 , en el que el GC lo forman sujetos con reconstrucción del LCA que no sufrieron recidivas. Por lo general, el tama˜ no de la muestra se sitúa entre 14 y 40 sujetos, solo Telianidis et al.6 y Perraton et al.10 , presentan un tama˜ no de muestra mayor, 60 y 107 sujetos, respectivamente. Tal como muestra un estudio de Argibay

Cómo citar este artículo: Sayáns Torres AA, Soto González M. Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica. Rehabilitación (Madr). 2018. https://doi.org/10.1016/j.rh.2018.03.002

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et al.19 , las muestras peque˜ nas son limitadas para ser representativas de una población. En cuanto a la edad de las muestras, todas presentan una media de entre 20 y 30 a˜ nos1,6---8,10---13,17,18 , excepto Leporace 4 et al. y Serrancolí et al.14 con una media de edad de más nos; Capin et al.15 , que presenta una muestra con de 30 a˜ sujetos adolescentes; y Trulsson et al.16 no especifican la edad. Tras el análisis de los resultados, no se encontraron relaciones entre la edad y la coactivación antagonista de los isquiotibiales y la cocontracción muscular. Sin embargo, existen estudios como el de Häkkinen et al. en el que se observó una reducción significativa de la coactivación de la musculatura antagonista en sujetos de edad avanzada, después de una entrenamiento de 6 meses de duración, con la peculiaridad de que la disminución fue menor que la observada en otro grupo de sujetos más jóvenes. Este peculiar mecanismo de actuación de la musculatura antagonista parece estar regulada de forma involuntaria por el sistema nervioso central, concretamente facilitada por las células de Renshaw, que inhiben la actividad de las interneuronas20 . Atendiendo al sexo de la muestra la mayoría de los artículos presentan muestras mixtas6,8,10---12,14,16---18 excepto las de Cordeiro et al.7 , Alkjaer et al.1 y Suárez et al.13 , formadas por solo hombres, la de Capin et al.15 con una muestra exclusivamente femenina y la de Leporace et al.4 que no lo especifica. En estos artículos la coactivación es mayor o menor en el GE independientemente de si son más hombres o más mujeres; es decir, no nos ofrecen una relación entre el sexo y la coactivación muscular en sujetos con alteración del LCA; sin embargo hay estudios, como el de Alanís-Blancas et al.21 , que demuestran que las mujeres presentan más factores de riesgo de lesión del LCA, debido a procesos hormonales, como la menstruación o la presencia de estrógenos, y biomecánicos, como el mayor ángulo Q, y una actividad miográfica que favorece el aumento de la actividad del cuádriceps y una relajación de los isquiotibiales en esfuerzos de flexión; otros, como el de Orizola et al.22 , demuestran que durante el apoyo se produce una activación precoz en las mujeres deportistas, que disminuye el equilibrio muscular. Esto provoca que la incidencia de mujeres deportistas que sufren rotura del LCA sea mayor, como es el caso del fútbol femenino donde es de 2 a 4 veces superior que en el fútbol masculino23 . Pero como contrapartida, el porcentaje de deportistas masculinos y femeninos es muy desigual, siendo mayor el de hombres que practican actividades deportivas. La mayoría de las muestras las forman sujetos que realizan actividades deportivas como fútbol7 , esquí8 o deportes variados como voleibol, baloncesto, fútbol, fútbol americano11 , en otros artículos no se especifica el tipo de deporte que realizan1,6,10,13,15---17 . De los artículos que han incluido en sus muestras deportistas, podemos diferenciar los que cuentan con deportistas profesionales o sujetos que realizaban una actividad física alta1,7,8,11,15,17 y los que cuentan con sujetos que realizaban una actividad física baja o moderada6,10,13,16 ; no se encontró ninguna relación entre la carga deportiva y los resultados obtenidos. Sin embargo, hay evidencias de que la activación de la musculatura antagonista influye sobre la fuerza que es capaz de realizar un músculo o grupo muscular20 ,

ya que supone una tensión aplicada en sentido contrario al pretendido e impide, por inhibición recíproca, la completa activación agonista, como demostraron García-López et al.5 con la coactivación del BF, que limita la fuerza máxima de extensión isométrica de rodilla en ciclistas en ruta. Este fenómeno se da más frecuentemente en los movimientos rápidos y violentos y en otros de menor intensidad realizados por deportistas de bajo nivel de entrenamiento, este hecho se comprobó en estudios como el de Carolan y Cafarelli, en el que se observó que la disminución de la coactivación ocurría preferentemente en la primera semana de entrenamiento20 . Los 4 estudios restantes no especifican si los sujetos realizan alguna actividad4,12,14,18 , si se comparan los resultados se puede observar que Lepley et al.12 y Leporace et al.4 no presentan diferencias significativas entre los grupos, mientras que en Serrancolí et al.14 y Wang el al.18 , se produce una mayor duración en la cocontracción y una mayor coactivación de la musculatura antagonista (isquiotibiales) en la pierna afectada del GE, respectivamente. En cuanto a la lesión del LCA, 5 de los 14 artículos no presentan sujetos con reconstrucción del LCA1,13,14,16,17 ; en Alkjaer et al.1 y Trulsson et al.16 los sujetos sufren rotura completa del ligamento, Suárez et al.13 una rotura que no especifican si es parcial o completa, Serrancolí et al.14 en el que tampoco especifican el tipo de lesión y, por último, Wang et al.18 que valoran al grupo experimental un día antes de la reconstrucción, 3 meses después y a los 6 meses. Si se comparan los resultados de estos estudios se observan resultados diferentes, apareciendo una mayor coactivación de la musculatura antagonista (isquiotibiales) en el GE en Alkjaer et al.1 y Wang et al.18 , y un tiempo de cocontracción mayor en GE en Serrancolí et al.14 ; mientras que en Suárez et al.13 y Trulsson et al.16 , los resultados mostraron una menor activación del BF en el GE durante el reposicionamiento y una disminución de la coactivación antagonista en la pierna lesionada, respectivamente, pero también es cierto que la prueba que realizan en cada uno es diferente (unos caminan14 , otros hacen extensión de rodilla13,18 , otros sentadillas16 y saltos11 ), así como los músculos que testan (ST14,18 , BF13,16 , ambos1 ). En cuanto al tipo de intervención en las muestras sometidas a reconstrucción se observa que en 4 estudios se utilizó el autoinjerto del tendón de la corva4,6,10,18 , un estudio que utilizó la técnica hueso-tendón-hueso7 , mientras que en los restantes8,11,12,15,17 la muestra se había sometido a una de las dos técnicas anteriormente descritas. Además en dos de los estudios se utilizaron aloinjertos de cadáveres8,11 . Una vez analizado este aspecto no se encontró ninguna relación entre el tipo de intervención y el aumento o disminución de la coactivación de los isquiotibiales o la cocontracción cuádriceps/isquiotibiales. Asimismo, no se encontró relación entre los sujetos con rotura o lesión del LCA y con reconstrucción. Se debe tener en cuenta que los autoinjertos pueden provocar alteraciones en la zona de su procedencia, como pérdida de fuerza en los isquiotibiales y dolor al arrodillarse en la zona del tendón rotuliano. Aunque algunos autores indican que la estabilidad es la misma, independientemente del tipo de autoinjerto, otros aseguran que la estabilidad se conserva más en los que pasaron por una reconstrucción con la técnica de huesotendón-hueso24 .

Cómo citar este artículo: Sayáns Torres AA, Soto González M. Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica. Rehabilitación (Madr). 2018. https://doi.org/10.1016/j.rh.2018.03.002

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Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior Para medir la actividad muscular se utilizó una EMG en todos los artículos, sin embargo, no se valoró la misma musculatura isquiotibial en todos ellos. En 4 de ellos se valoró la actividad del BF y no se observaron diferencias significativas entre grupos4,11,12,17 y, en los que sí se encontraron diferencias significativas entre grupos fueron en Suárez et al.13 y Trulsson et al.16 , donde se observaron una menor coactivación del BF en el GE y en la pierna afectada, respectivamente. El músculo ST fue valorado por Wang et al.18 y Serrancolí.14 , produciéndose un aumento de la coactivación de la pierna lesionada del GE, y un aumento de la duración de la cocontracción en el GE, respectivamente. El resto valoraron la actividad mioeléctrica tanto del BF como del ST1,6---8,10 y si se comparan sus resultados se advierte que en Perraton et al.10 y Alkjaer et al.1 , se produce una coactivación de los isquiotibiales significativamente mayor en el GE, siendo mayor la coactivación del BF con respecto al ST; sin embargo en Cordeiro et al.7 , aunque no hay diferencias significativas en cuanto a la coactivación entre los grupos, se observa una mayor activación del ST y una menor activación del BF en el GE; en Telianidis et al.6 , la actividad del ST fue mayor en el GE; y en Jordan et al.8 no se observan diferencias entre grupos y no hacen diferenciación entre músculos. Como ocurre en los anteriores casos, no se puede concluir que un determinado músculo se active más o durante más tiempo en la coactivación muscular de los isquiotibiales. Sin embargo, estudios como el de Soto Lohaus et al.25 , muestran que la activación de los diferentes músculos de la rodilla en un ejercicio determinado y en circunstancias diferentes, no se producen al mismo tiempo; en este caso los sujetos realizaron un salto y se observó que el BF era el primero que se activaba en un 71,87% de las veces, aunque se pueden producir variaciones en un misma persona; estos resultados no coinciden con los artículos que midieron la actividad del BF. Por otra parte, Biscarini et al.26 , comprobaron que el BF es el músculo isquiotibial más efectivo para disminuir la tensión del LCA causado por la traslación anterior de la tibia, en rangos menores a los 40◦ de flexión; en estos mismos rangos el SM genera la mayor fuerza de compresión tibiofemoral, que mejora la estabilidad de la articulación oponiéndose a la traslación anterior y posterior de la tibia; en cuanto al ST, tiene dos funciones en distintos rangos de flexión de la rodilla, de 0◦ a 20◦ de flexión disminuye la tensión del LCA y a partir de los 50◦ de flexión aumenta las fuerzas de compresión tibiofemoral. Por último, existe heterogeniedad con respecto al tipo de prueba que se realizó en cada estudio. Así en Cordeiro et al.7 , Alkjaer et al.1 y Wang et al.18 , los sujetos realizaron ejercicios en cadena cinética abierta con contracción concéntrica de los isquiotibiales, y se objetivó una mayor coactivación de los isquiotibiales en el GE, aunque no fue significativa en Cordeiro et al.7 . Los artículos de Perraton et al.10 y Telianidis et al.6 , realizaron exactamente la misma prueba con una contracción isométrica de cuádriceps, y los resultados coinciden en que se produce un aumento significativo de la coactivación de los isquiotibiales en el GE, aunque en el primero se produce mayor coactivación del BF y en el segundo, solo se observa aumento de la coactivación en el ST.

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Leporace et al.4 y Serrancolí et al.14 analizaron la coactivación durante el paso, en el primero las diferencias entre los grupos no fueron significativas y en el segundo la coactivación del ST duró más en el GC, aparte de que comienza antes en este grupo. En los artículos de Lessi et al.17 , Lepley et al.12 y Elias et al.11 los sujetos realizaron un salto sobre una pierna, y en cuanto a los resultados no se encontraron diferencias significativas entre grupos en los dos primeros artículos, el artículo de Elias et al.11 no tiene GC pero se evidenció que la coactivación del BF aumentó cuando los sujetos aumentaban la flexión de la rodilla en el aterrizaje. Jordan et al.8 le hacen una prueba que consiste en saltar sobre dos piernas y no se hallaron diferencias significativas entre grupos. En el artículo de Trulsson et al.16 , los sujetos realizaron sentadillas a dos piernas y a una pierna, y en ambos casos la coactivación de los isquiotibiales fue menor en la pierna afectada del GE, aunque en el primer caso solo sucedió al principio y al final de la sentadilla. También hay artículos que observan las diferencias que ocurren antes y después de un protocolo de fatiga, es el caso de Jordan et al.8 , Lessi et al.17 y Lepley et al.12 ; en el primero después del protocolo disminuye la coactivación de los isquiotibiales en todos los grupos, en los dos últimos se observa un aumento de la coactivación de los isquiotibiales, pero en Lepley et al.12 es mayor en la pierna afectada del GE aunque no son resultados significativos y en Lessi et al.17 se produce un aumento en todos los grupos. Para terminar en el artículo de Suárez et al.13 , se analiza a nivel propioceptivo la coactivación de los isquiotibiales tanto de forma pasiva como activa, y se observa que en el grupo control en la forma activa se producía un aumento significativo del BF. En general, aunque se encuentran algunas concordancias entre el tipo de prueba y los resultados, siguen habiendo diferencias, que podrían ser debidas a la variabilidad de la muestra, en cuestiones de sexo y actividad física, y/o a los diferentes músculos que testan. Sin embargo, se conoce por estudios como el de Begalle et al.3 que diferentes tipos de ejercicios producen diferentes grados de coactivación muscular, como por ejemplo los ejercicios de estocada (hacia delante, lateral y trasverso) en los que la coactivación de los isquiotibiales es menor que en ejercicios como el levantamiento muerto de una extremidad, el salto lateral o la marcha lateral con theraband.

Limitaciones La escasa calidad metodológica de las investigaciones junto con el bajo tama˜ no de las muestras podría ser una limitación a este estudio. Por otro lado, los estudios realizan pruebas diferentes y en pocos utilizan pruebas estandarizadas.

Conclusión La variabilidad en cuanto al tipo de prueba, el sexo, la actividad deportiva y el tipo de musculatura que se testan, y la baja calidad metodológica de los estudios, hacen que sea difícil cumplir el objetivo de este estudio y llegar a una conclusión del funcionamiento de la cocontracción

Cómo citar este artículo: Sayáns Torres AA, Soto González M. Cocontracción y coactivación muscular en lesiones del ligamento cruzado anterior. Una revisión bibliográfica. Rehabilitación (Madr). 2018. https://doi.org/10.1016/j.rh.2018.03.002

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10 cuádriceps/isquiotibiales, y de la coactivación antagonista de los isquiotibiales en sujetos con alteraciones del LCA. En estos casos, donde se deben tener en cuenta diferentes variables, es necesario que los autores lleguen a un acuerdo para protocolizar las investigaciones para que los resultados puedan ser comparables y llegar a una conclusión común. A pesar de esto, parece que los sujetos con alteraciones del LCA presentan una tendencia al aumento de la coactivación y la cocontracción muscular, como medida de protección para evitar la TAT. Sin embargo, esta parece disminuir con el aumento de la fatiga. También los diferentes tipos de ejercicios parecen tener una gran influencia en los patrones de coactivación y cocontracción en sujetos con alteraciones del LCA, algo que es muy importante tener en cuenta a la hora de realizar los protocolos de rehabilitación para evitar que el LCA sufra estrés debido a la TAT.

Autoría/colaboradores Las dos autoras han contribuido en la concepción y el dise˜ no del estudio, en la revisión crítica del contenido intelectual, así como la aprobación definitiva de la versión que se presenta.

Conflicto de intereses Las autoras declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Anexo. Material adicional Se puede consultar material adicional a este artículo en su versión electrónica disponible en http://dx.doi.org/10.1016/j.rh.2018.03.002.

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