Factores de riesgo cardiovascular y actividad física

Factores de riesgo cardiovascular y actividad física

 E – 26-582-A-10 Factores de riesgo cardiovascular y actividad física M. Lamotte Las enfermedades cardiovasculares representan la primera causa de ...

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Factores de riesgo cardiovascular y actividad física M. Lamotte Las enfermedades cardiovasculares representan la primera causa de mortalidad en los países industrializados. Una parte de esta mortalidad está relacionada con el estilo de vida y con la presencia de factores de riesgo, algunos de los cuales son modificables, sobre todo, de forma significativa, por el ejercicio físico. Estos factores modificables son la hipertensión, el colesterol HDL (lipoproteína de alta densidad) y los triglicéridos, la diabetes, la obesidad y el sedentarismo. El efecto del ejercicio es verdadero tanto en prevención primaria como en prevención secundaria, pero para que los efectos protectores sean óptimos, el ejercicio debe cumplir una serie de criterios, de tipo, de regularidad, de intensidad y de duración. La literatura reciente apoya claramente estos datos. © 2016 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados.

Palabras clave: Factores de riesgo cardiovascular; Ejercicio; Entrenamiento

Plan ■

Introducción

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Riesgo cardiovascular

2



Factores de riesgo Factores de riesgo no modificables Factores de riesgo modificables Factores de riesgo modificables por la actividad física

2 2 2 2



Factores de riesgo y actividad física Hipertensión arterial (HTA) y actividad física Colesterol y triglicéridos y actividad física Obesidad y actividad física Diabetes y actividad física Actividad física propiamente dicha Tabaco y actividad física Estrés, ansiedad, depresión

3 3 3 4 4 5 5 5



Prevención secundaria

5



Actividad física y riesgo cardiovascular

5



Conclusión

6

 Introducción En las zonas industrializadas, las enfermedades cardiovasculares representan, en función del país y del sexo, la primera o la segunda (tras el cáncer) causa de mortalidad. A escala mundial, se estima que el 30% de la mortalidad total es de origen cardiovascular. Casi siempre, y en el estado actual de los conocimientos, los episodios cardiovasculares no suceden por azar. Varios factores de riesgo, EMC - Kinesiterapia - Medicina física Volume 37 > n◦ 2 > mayo 2016 http://dx.doi.org/10.1016/S1293-2965(16)77465-2

bien conocidos en la actualidad, son responsables de estos episodios y de la morbimortalidad relacionada. Varios de estos factores de riesgo son modificables, ya que están ligados a una mala alimentación, a la falta de actividad física o al tabaquismo. Por sí misma, la actividad física ofrece un efecto favorable sobre algunos factores como la hipertensión, los lípidos, la obesidad, la hiperglucemia, etc., lo que hace que el ejercicio, justificadamente, sea considerado como una «multipíldora» que, además, presenta pocos efectos secundarios. En prevención primaria («todavía no he tenido problemas de salud») y cuando las alteraciones biológicas no son importantes, el ejercicio permite corregir algunos de estos factores. En prevención secundaria («ya he tenido un problema de salud, ¿cómo evitar la recidiva?»), o cuando las alteraciones biológicas son más importantes, el ejercicio físico constituye un complemento al tratamiento médico que aumenta en ocasiones la eficacia de este último. El reto de los autores de este artículo, respecto al ejercicio, no consiste en suspender algunos medicamentos, sino en convertir el ejercicio en un complemento que incluso pueda potenciar los efectos de los fármacos. Algunos efectos positivos son específicos del ejercicio, y ningún medicamento puede mejorar estos síntomas (por ejemplo, disnea en la pérdida de forma física o amiotrofia muscular). El ejercicio presenta un efecto corrector y protector, y deben respetarse algunas normas: el tipo de ejercicio, su duración, su intensidad y su regularidad. Estas características deben individualizarse y, según las recomendaciones, basarse en una prueba de esfuerzo, idealmente cardiorrespiratoria. En este artículo se tienen en cuenta dos puntos distintos: cómo influye en la morbimortalidad la asociación de

1

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Arteria normal

Placa fibrosa

Placa

Placa aterosclerótica

Ruptura de la placa y trombosis

Afectación cardíaca (SCA) Afectación cerebral (AIT, ACV) Isquemia del miembro inferior Fallecimiento

Angina estable y claudicación

Asintomático 20

30

40

50

60 años

Edad a título indicativo

Figura 1.

Riesgo cardiovascular. SCA: síndrome coronario agudo; AIT: accidente isquémico transitorio; ACV: accidente cerebrovascular.

un factor de riesgo con la actividad física y cómo saber si la actividad física puede reducir este factor de riesgo y, en caso afirmativo, de qué manera.

 Riesgo cardiovascular El concepto de riesgo cardiovascular hace referencia fundamentalmente a la aterosclerosis. En función de la localización, el paciente presenta: si la lesión se localiza en una arteria coronaria, un síndrome coronario agudo (SCA: angina, infarto o muerte súbita); si la lesión se sitúa en las carótidas o en otro vaso que llega al cerebro, un accidente cerebrovascular (definitivo o transitorio); si, por último, la lesión asienta en algunas arterias de los miembros inferiores, una arteritis o claudicación (Fig. 1). La supervivencia del paciente en el momento del diagnóstico depende mucho de esta localización: es la «mejor» nos) en caso de enferme(supervivencia del 60% a los 10 a˜ dad coronaria, «menos buena» si se trata de una carótida nos) y todavía «menos favorable» en caso (40% a los 10 a˜ nos) [1] . de arteria periférica (20% a los 10 a˜ Lamentablemente, muchos pacientes presentan aterosclerosis localizada a distintos niveles, y estas otras lesiones, secundarias en términos clínicos, se detectan durante el manejo de la dolencia principal. El tratamiento mediante la corrección de los distintos factores de riesgo es, por el contrario, global y, por lo tanto, eficaz en todas las localizaciones.

 Factores de riesgo Existen numerosas publicaciones que proponen una clasificación de los factores de riesgo. La Sociedad Europea de Cardiología (ESC) ha publicado «una tabla de valoración del riesgo cardiovascular» que permite visualizar la importancia de estos factores. Lamentablemente, y así como el sedentarismo está reconocido como uno de estos factores, incluso por la ESC, el ejercicio físico no se tiene en cuenta en esta tabla (Fig. 2). Mientras que algunos factores de riesgo no son modificables, otros por el contrario lo son, principalmente por el ejercicio físico [2] .

Factores de riesgo no modificables El sexo, la edad y la herencia son no modificables. El hecho de ser varón, anciano, con factores hereditarios, constituye el caso menos favorable. En prevención secundaria, el haber ya padecido un episodio cardiovascular nadido. representa un factor de riesgo a˜

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Factores de riesgo modificables Los principales factores son la hipertensión, el colesterol total, LDL (lipoproteína de baja densidad) elevada, HDL (lipoproteína de alta densidad) demasiado baja, una concentración importante de triglicéridos, la diabetes, el tabaquismo, el sedentarismo y la obesidad. En la actualidad se han identificado otros factores «secundarios»: el estrés o algunos rasgos de la personalidad (ansiedad, depresión, tipo D), una concentración elevada de lipoproteína A, la hiperhomocisteinemia, el abuso de alcohol, algunas infecciones, una inflamación importante (proteína C reactiva [CRP] elevada), el síndrome de apnea no, la insuficiencia renal, una frecuencia cardíaca del sue˜ de reposo elevada, la zona geográfica de residencia e incluso la contaminación. Algunos de estos factores están relacionados, y los pacientes acumulan con frecuencia varios factores de riesgo. Globalmente, los factores de riesgo principales duplican o triplican el riesgo de padecer un accidente cardiovascular. Si un paciente presenta varios factores, el riesgo no se acumula, sino que se multiplica [3, 4] . Además, todos estos factores de riesgo no responden a un concepto de tipo «presente/ausente», sino que se observa una relación «dosis-riesgo» muy clara (véanse a continuación los detalles). Por lo tanto, por ejemplo, a mayor hipertensión, mayor riesgo cardiovascular. La tabla de riesgo representa muy bien este hecho (Fig. 2). Esta tabla permite que los pacientes tomen conciencia del hecho de que, por ejemplo, al dejar de fumar, lo que mejora las cifras tensionales y disminuye el colesterol (cambiar de categoría), un varón de nos pasa de un riesgo de mortalidad a los 10 a˜ nos del 65 a˜ 20 al 6%.

Factores de riesgo modificables por la actividad física Varios factores de riesgo pueden ser modificados de forma efectiva mediante una práctica regular de ejercicio, como la hipertensión, el colesterol (LDL y sobre todo HDL), los triglicéridos, la obesidad y la diabetes. Indirectamente, la actividad física puede presentar un efecto beneficioso durante la abstinencia tabáquica o alcohólica y puede actuar sobre algunos componentes del estrés.

Factores de riesgo cardiovascular • No modificables: edad, sexo, herencia. • Modificables principales: hipertensión, colesterol, triglicéridos, diabetes, tabaco, sedentarismo, obesidad, estrés. EMC - Kinesiterapia - Medicina física

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Varones

Mujeres

mmol/l 4

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6

7

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mmol/l 4

5

6

7

más del 40%

Elevado

20–40%

Moderado

10–20%

mmol/l 4

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Leve

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Edad

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Bajo

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mmol/l 4

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5–10%

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menos del 5%

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Edad

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Edad

160

160

Edad

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60

140

140

60

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120

180

180

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Edad

160

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50

140

120

120

180

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Presión sistólica (mmHg)

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Presión sistólica (mmHg)

180

Presión sistólica (mmHg)

Nivel de riesgo Muy elevado

8

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Riesgo de enfermedad coronaria No fumadores Fumadores mg/dl 150 200 250 300 mg/dl 150 200 250 300

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Edad

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Edad

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Edad

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40

140

140

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120 180

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Edad

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160

Edad

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30

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140

30

140

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120 mmol/l 4 5 6 7 8 mg/dl 150 200 250 300 Colesterol

Figura 2.

mmol/l 4 5 6 7 8 mg/dl 150 200 250 300 Colesterol

mmol/l 4 5 6 7 8 mg/dl 150 200 250 300 Colesterol

Presión sistólica (mmHg)

Riesgo de enfermedad coronaria No fumadores Fumadores mg/dl 150 200 250 300 mg/dl 150 200 250 300

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120 mmol/l 4 5 6 7 8 mg/dl 150 200 250 300 Colesterol

Valoración del riesgo coronario relativo en función de la presencia y de la importancia de diferentes factores de riesgo.

• Modificables con el ejercicio físico: hipertensión, colesterol (HDL y triglicéridos), diabetes, sedentarismo, obesidad; de forma indirecta: tabaco y estrés.

 Factores de riesgo y actividad física Hipertensión arterial (HTA) y actividad física En la actualidad, la presión arterial óptima recomendada es de 120/80 mmHg. Se habla de hipertensión por encima de 140/90 mmHg y de hipertensión grave con cifras superiores a 180/110 mmHg. El riesgo cardiovascular es proporcional a la presión arterial [5] . En la HTA moderada, se deben adoptar medidas higiénicodietéticas: pérdida de peso, abandono del tabaco, del alcohol, disminución del consumo de sal y aumento de la actividad física (sobre todo por su acción sobre la obesidad). En caso de HTA más importante, se debería recomendar un tratamiento médico. En caso de HTA grave, el ejercicio está contraindicado (a la espera de corregir la HTA mediante los medios farmacológicos adecuados). Globalmente, una disminución de la presión arterial sistólica de 10 mmHg y de la presión arterial diastólica de 5 mmHg permite disminuir un 35% el riesgo de accidente cerebrovascular (ACV) y reducir un 15% las patologías coronarias. Algunos cambios sencillos del estilo de vida nan de una disminución significativa de la prese acompa˜ sión arterial: disminución de peso (si es excesivo): entre –5 y 20 mmHg/10 kg perdidos; reinicio de la actividad física: EMC - Kinesiterapia - Medicina física

entre –4 y 9 mmHg/30 minutos al día; disminución del consumo de sal: entre –2 y 9 mmHg; disminución del consumo de alcohol: entre –2 y 4 mmHg. En el paciente hipertenso, la capacidad física es un factor predictivo muy importante de mortalidad. Se considera que el riesgo ajustado de mortalidad disminuye un 13% para cada aumento de capacidad de 1 MET (equivalente metabólico de trabajo) [6, 7] . Este riesgo depende también de la ausencia o presencia de uno o de varios otros factores de riesgo. Estudios realizados en amplias poblaciones y durante largos períodos de seguimiento demuestran que un paciente hipertenso con una buena capacidad de esfuerzo (3.er tercil en términos de capacidad) presenta un riesgo de mortalidad inferior al de un paciente normotenso pero sedentario (1.er tercil en términos de capacidad). Evidentemente, se observa el menor riesgo de mortalidad en las personas normotensas con buena capacidad de esfuerzo (Fig. 3) [3, 4] . Durante mucho tiempo, los tipos de ejercicio propuestos en el marco de la HTA han sido: intensidad moderada (50-80% FCmáx [frecuencia cardíaca máxima]) y larga duración. En la actualidad, numerosas publicaciones demuestran que los beneficios obtenidos son en gran parte proporcionales a la intensidad marcada, que el entrenamiento en intervalos (interval training) es una modalidad eficaz y que el desarrollo muscular presenta un efecto neutro [8–12] .

Colesterol y triglicéridos y actividad física Está demostrado que el ejercicio puede mejorar el perfil nen principalmente lipídico. Los efectos demostrados ata˜

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45 PAS > 140 mmHg PAS < 140 mm Hg

40 35 Edad

30 25 20 15 10 5 0 baja

moderada

alta

Capacidad física

Figura 3. Riesgo relativo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, en función de la capacidad física, en presencia o ausencia de hipertensión arterial. Riesgo no (27.740 pacientes cardiovasculares, relativo de 10.000/a˜ 226 fallecimientos) (según [3, 4] ). PAS: presión arterial sistólica.

50 Colesterol > 6,2 mmol/l Colesterol < 6,2 mmol/l

Edad

40 30 20 10 0 baja

moderada

alta

Capacidad física

Figura 4. Riesgo relativo de desarrollar cardiovascular, en función de la capacidad cia de un colesterol normal o «demasiado no (27.740 pacientes relativo de 10.000/a˜ 226 fallecimientos) (según [3, 4] ).

una enfermedad física, en presenelevado». Riesgo cardiovasculares,

al aumento del HDL y a la disminución de triglicéridos. El efecto sobre el LDL es más moderado. Parece ser necesaria una cantidad de ejercicios mínima (consumo de 1.000 kcal/semana) para conseguir estos efectos, ampliamente observados en los deportistas que superan con creces este consumo energético. No existen en la actualidad suficientes datos sobre el tipo de ejercicios que se deben aconsejar para modificar el perfil lipídico [13] . A pesar de que colesterol, triglicéridos y obesidad no estén forzosamente relacionados, actualmente conviene seguir las recomendaciones establecidas para los obesos en cuanto a los ejercicios propuestos (se detallan a continuación estas recomendaciones). Así mismo, en este caso, estudios realizados en amplias poblaciones y durante largos períodos de seguimiento demuestran que un paciente con colesterol elevado (> 6,2 mmol/l) pero con buena capacidad de esfuerzo (3.er tercil en términos de capacidad) presenta un riesgo de mortalidad inferior al de un paciente con colesterol normal pero sedentario (1.er tercil en términos de capacidad). Evidentemente se observa el menor riesgo de mortalidad en las personas con colesterol normal y buena capacidad de esfuerzo (Fig. 4) [3, 4] .

Obesidad y actividad física En términos de riesgo cardiovascular o, más ampliamente, de mortalidad, el índice de masa corporal (IMC) ideal se sitúa entre 22 y 25 kg/m2 . Si el IMC aumenta cinco unidades, la mortalidad global aumenta un 30%, y la mortalidad cardiovascular, un 40%. Se estima que para un IMC entre 30 y 35, la supervivencia disminuye de 2 a nos; si el IMC se sitúa entre 40 y 45, la supervivencia se 4 a˜

4

nos [14, 15] . Estas nociones de mortalidad, reduce de 8 a 10 a˜ punto final saludable (end-point robuste), subestiman alteraciones importantes en la calidad de vida. La mortalidad aumentada observada con el aumento del IMC se relaciona con el desarrollo de otros factores de riesgo cuando aumenta el peso (diabetes, HTA, sedentarismo, etc.), pero no sólo en este caso, ya que la capacidad física es un importante factor influyente. Moore et al (2012), en un estudio epidemiológico muy amplio (seguimiento de más nos), demuestran, tamde 650.000 personas durante 10 a˜ bién en el caso de la obesidad, que un obeso (IMC > 35) que realiza una cantidad de ejercicios significativa (> 7,5 METhora/semana) presenta una esperanza de vida equivalente a la de una persona con un IMC normal pero sedentaria. Tomando como referencia, en términos de esperanza de vida, una persona con IMC normal y físicamente activa (> 7,5 MET-hora/semana), los dos tipos de personas citadas previamente presentan una reducción de supervivencia nos. estimada de 4,5 a˜ La ganancia de peso también está relacionada con un desequilibrio entre, por una parte, los aportes alimentarios (sus cantidades) y, por otro lado, los consumos energéticos (vida normal + ejercicios). Por sí mismo, el consumo energético es proporcional al producto de la duración de los ejercicios y de su intensidad. Se debe igualmente tener en cuenta una noción muy importante, que es el tiempo que los pacientes pueden o están dispuestos a dedicar a la actividad física. Antiguamente, con el objetivo de perder peso, se aconsejaba realizar actividades moderadas, de larga duración, para «aprovechar directamente las reservas de grasa». Se sabe en la actualidad, gracias a estudios clínicos, que estas ideas son erróneas y que la pérdida de peso está claramente relacionada con el producto «intensidad × duración» de los ejercicios propuestos [16, 17] . A igual cantidad (kilocalorías consumidas), independientemente de la intensidad de los ejercicios recomendados, la pérdida de peso es equivalente. Al estar limitado el tiempo que cada persona puede dedicar a «controlar su peso» con el ejercicio, en la actualidad se puede resumir «la receta» de la siguiente forma: «lo más potente posible (intensidad), durante el mayor tiempo posible». El interés de proponer ejercicios de mayor intensidad estriba también en el hecho de que el desarrollo de la capacidad de esfuerzo es más importante en este caso. Es importante, por un lado, al saber que el VO2 máx (volumen máximo de oxígeno) es un importante factor predictivo de mortalidad y, también, que a mayor capacidad, mejor calidad de vida [18] . Contrariamente a una idea muy extendida, pero no basada en datos científicos, la realización de ejercicios de alta intensidad no disminuye de ninguna manera la adherencia de los pacientes a un programa de ejercicios. Obviamente, es necesario explicar a los pacientes la superioridad de los tipos de ejercicios elegidos [19] . El entrenamiento en intervalos parece ser una modalidad de elección [20] , aunque también está indicado el desarrollo muscular [21] .

Diabetes y actividad física Como muchos factores de riesgo, la incidencia de la diabetes aumenta considerablemente, sobre todo en los países industrializados. Algunos países emergentes o en vías de desarrollo, por el desarrollo de su clase media, también se encuentran enfrentados a un importante y preocupante aumento de prevalencia de estos factores de riesgo. En el caso concreto de la diabetes, el aumento de su incidencia está, al menos en parte, ligado al aumento de peso observado en la población general. Se estima que si el peso aumenta 2 kg, la prevalencia de la diabetes aumenta un 9%. En Estados Unidos, entre 1999 y 2000, el peso promedio de una gran muestra de personas aumentó 0,5 kg y, paralelamente, la incidencia de la diabetes, un 6%. La obesidad y la diabetes provocan un importante incremento de la mortalidad. Aparte de los tratamientos médicos, del EMC - Kinesiterapia - Medicina física

control de los hipoglucemiantes y de la pérdida de peso, la actividad física puede influir de forma favorable en la diabetes [22, 23] . Realizar ejercicio de forma regular permite disminuir significativamente el uso de hipoglucemiantes así como el riesgo de desarrollar diabetes en pacientes de alto riesgo [24] . Si las antiguas recomendaciones preconizaban la realización de ejercicios suaves, prolongados, en la actualidad están indicados los ejercicios combinados y/o de mayor intensidad, incluso son preferibles [25] , debido a las razones ya mencionadas en el caso de la obesidad [26, 27] .

Edad

Factores de riesgo cardiovascular y actividad física  E – 26-582-A-10

50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0

Fumadores No fumadores

baja

Actividad física propiamente dicha El propio sedentarismo, al presentar un efecto sobre los demás factores de riesgo, representa un factor de riesgo nable. Se trata lamentablemente del factor más no desde˜ representado en la población (más del 50% de las personas, un 80% si se considera una cantidad suficiente de ejercicios para conseguir un efecto protector cardiovascular). De nuevo, estudios epidemiológicos muy grandes (varios centenares de miles de personas) demuestran una relación entre la cantidad de ejercicios realizados a la semana y la mortalidad global. Esta relación está demostrada en la mortalidad cardiovascular, en la aparición de algunos cánceres, en la incidencia de la diabetes, de la HTA, de la obesidad, etcétera [15, 28, 29] . Se sabe igualmente que se debe diferenciar «actividad física» (moverse) de «capacidad física» (VO2 máx). El desarrollo de la capacidad depende de la intensidad a la que se realizan los ejercicios. Wen (2011) demuestra que las personas que realizan actividades de baja intensidad, incluso prolongadas, no están igual de «protegidos» que las que efectúan ejercicios intensos (de menor duración). La intensidad de los ejercicios realizados es de una importancia real tanto para la capacidad física como para la corrección de los diferentes factores de riesgo. Un metaanálisis resume perfectamente este dato [10] . Parece que el factor «intensidad de los ejercicios», que conduce a una mejoría más importante de la capacidad física, resulta más importante que el «factor duración» de los ejercicios realizados [30, 31] .

Tabaco y actividad física La actividad física ofrece varios beneficios en la deshabituación tabáquica. En primer lugar, la realización de ejercicio físico permite disminuir el estrés o la agresividad nan a la suspensión del tabaco. que en ocasiones acompa˜ Por otra parte, el ejercicio físico permite evitar o limitar la na a la susganancia de peso que con frecuencia acompa˜ pensión del tabaco (que principalmente está ligada a un aumento de la ingesta alimentaria «por compensación»). Según estos mismos estudios previamente citados, un fumador con buena capacidad de esfuerzo (3.er tercil en términos de capacidad) presenta un riesgo de mortalidad inferior al de un no fumador sedentario (1.er tercil en términos de capacidad). Evidentemente, se observa el menor riesgo de mortalidad en los no fumadores con buena capacidad de esfuerzo (Fig. 5) [3, 4] .

Estrés, ansiedad, depresión El estrés, la ansiedad y la depresión son factores de riesgo cardiovascular menores pero que en ocasiones se desarrollan durante un episodio cardiovascular. El ejercicio físico permite disminuir un poco la magnitud de estos factores. En la actualidad, no existen recomendaciones precisas sobre el tipo de ejercicios que hay que realizar para potenciar al máximo los efectos [32, 33] . EMC - Kinesiterapia - Medicina física

moderada

alta

Capacidad física

Figura 5. Riesgo relativo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, en función de la capacidad física, en el fumador frente al no fumador. Riesgo relativo de 10.000/a˜ no cardiovasculares, 226 fallecimientos) (27.740 pacientes (según [3, 4] ).

 Prevención secundaria La rehabilitación pluridisciplinar tras un episodio cardiovascular (infarto, insuficiencia cardíaca, intervención cardiovascular) permite mejorar significativamente la capacidad física de los pacientes y su calidad de vida, disminuir la importancia de los factores de riesgo, reducir su riesgo de reingreso hospitalario y, finalmente, disminuir su mortalidad [34] . Sólo un tratamiento del conjunto de los factores de riesgo permite conseguir estos beneficios. En rehabilitación cardiovascular, se observa una disminución de la mortalidad del 20-35% en los pacientes rehabilitados, en función del tipo de readaptación [34] . En esta estrategia, el ejercicio físico, «multipíldora», ocupa un lugar de elección en términos de eficacia [35] .

 Actividad física y riesgo cardiovascular Es importante diferenciar «factores de riesgo cardiovascular y actividad física» y «riesgo cardiovascular y, o de, la actividad física». Existe claramente un mayor riesgo de episodio cardiovascular agudo durante la práctica de ejercicio físico, pero este riesgo aumentado (muerte súbita, infarto, etc.) se reduce mucho al realizar ejercicio de forma regular. Por otro lado, el beneficio de la práctica regular de ejercicio sobrepasa con creces este riesgo temporal. De forma muy esquemática, se estima que el riesgo agudo, cuando se realiza ejercicio regularmente (media hora), se duplica durante el ejercicio y la media hora siguiente. Por el contrario, el efecto protector conseguido con la práctica regular de ejercicio disminuye a la mitad el riesgo de episodio agudo el resto de la jornada (23 h/24 h) [36] . Independientemente del factor de riesgo que se pretenda modificar, o ampliamente en prevención primaria, la cantidad de ejercicio que se debería realizar en una semana tendría que representar un gasto energético de al menos 1.000 kcal (como recordatorio, caminando o corriendo entre 3 y 12 km/h, un ser humano consume 1 kcal por kilo de peso corporal, por kilómetro recorrido: es decir, para una persona de 80 kg que recorre 5 km, 400 kcal). Cada aumento de la cantidad de ejercina de beneficios en términos de salud, pero cio se acompa˜ una persona «sedentaria total» ya consigue beneficios si aumenta, aunque de forma moderada, su gasto energético diariamente, siempre que sea de forma regular.

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 Conclusión Es fundamental luchar contra los factores de riesgo tanto en prevención primaria como en prevención secundaria. Es importante tanto en el caso de enfermedades cardiovasculares como pulmonares u oncológicas. El ejercicio físico es uno de los pilares de esta lucha, ya que actúa sobre varios factores de forma significativa. Para todo ello, sin embargo, el ejercicio debe cumplir determinados criterios de volumen e intensidad concretados en la actualidad gracias a numerosos estudios clínicos. Programar ejercicio físico requiere estos conocimientos y una valoración estricta y objetiva (prueba de esfuerzo), como así lo recomiendan expertos internacionales. Recomendar ejercicio adaptado constituye un apasionante reto para los especialistas, médicos, rehabilitadores y monitores de actividades físicas adaptadas. Este tratamiento mediante ejercicio debe ser completado por un tratamiento pluridisciplinar con el objetivo de controlar lo mejor posible el conjunto de los factores de riesgo.

“ Puntos esenciales • El ejercicio físico permite disminuir significativamente el impacto de los diferentes factores de riesgo cardiovascular. • Los beneficios conseguidos dependen mucho de la cantidad de ejercicios realizada. • Estos beneficios dependen mucho también de la intensidad de los ejercicios. • Un buen programa de entrenamiento debe basarse en una valoración precisa de la capacidad de esfuerzo.

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Factores de riesgo cardiovascular y actividad física  E – 26-582-A-10

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M. Lamotte, Kinésithérapeute, PhD, coordinateur du service de kinésithérapie en cardiologie médicochirurgicale, assistant chargé d’exercice, professeur invité ([email protected]). Service de cardiologie, Hôpital Érasme, route de Lennik, 808, 1070 Bruxelles, Belgique. Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo: Lamotte M. Factores de riesgo cardiovascular y actividad física. EMC - Kinesiterapia - Medicina física 2016;37(2):1-7 [Artículo E – 26-582-A-10].

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