¿Hacia una vacunación sistemática de la gripe?

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EDITORIAL ¿Hacia una vacunación sistemática de la gripe? 51.298 Raúl Ortiz de Lejarazu y José María Eiros Hospital Universitario. Centro Nacional de...

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EDITORIAL

¿Hacia una vacunación sistemática de la gripe? 51.298

Raúl Ortiz de Lejarazu y José María Eiros Hospital Universitario. Centro Nacional de Gripe. Facultad de Medicina de Valladolid. Valladolid. España.

La gripe epidémica anual ocasiona en torno a 100 millones de casos en los países desarrollados y es la causa de más de 30.000 muertes cada año. Los costes sanitarios directos así como los indirectos sociales y los derivados de la pérdida de calidad de vida hacen de esta infección un problema periódico de salud pública de evidente actualidad1-3. La gripe está en contra de todos los dogmas. Hace casi 70 años se aisló el primer virus gripal y desde entonces se han producido cambios conceptuales importantes en todas las áreas de su conocimiento. De ser considerada hace muchos años una enfermedad exclusivamente humana se ha pasado a valorar la importancia de la gripe animal y su decisiva influencia en la posible génesis de pandemias. A los nuevos conceptos para elaboración y desarrollo de vacunas antigripales les han seguido la producción y comercialización de los nuevos antivirales que actúan sobre nuevas dianas del virus4,5. Finalmente, el pasado brote de gripe aviar H5N1 en Hong Kong, con casos mortales en humanos y la demostración de episodios nuevos por H9N2, ha alertado a algunas administraciones sanitarias sobre la preocupación que los expertos en gripe tenían respecto a la posibilidad de aparición de una nueva pandemia de gripe6,7. La pregunta formulada en el título de este editorial no se plantea como una excusa para un ejercicio académico, sino que responde a un análisis objetivo de las cuestiones planteadas respecto a la gripe y la vacunación antigripal en los últimos años. La gripe está causada fundamentalmente por dos especies de virus denominados virus gripal A y virus gripal B, que pertenecen a dos géneros diferentes incluidos en la familia de los Ortomyxovirus. Una tercera especie, denominada virus C, tiene mucha menos trascendencia epidémica y también es menos conocida desde el punto de vista clínico8. Desde la óptica epidemiológica la enfermedad gripal se caracteriza por presentarse de forma periódica y regular en epidemias que coinciden en el hemisferio norte con los meses fríos. Mucho más graves son las apariciones de las llamadas variantes mayores; especies de virus gripales del tipo A que poseen una composición antigénica en sus dos antígenos principales absolutamente diferente de la que poseían los virus precedentes y cuya génesis se postula desde supuestos diferentes en los que desempeñan un papel decisivo los virus gripales animales y, particularmente, los de aves salvajes y domésticas. Esta breve descripción de los hechos fundamentales en la epidemiología y etiología de la gripe ha sido objeto de diferentes aproximaciones desde las páginas de MEDICINA CLÍNICA9-12 y parece olvidarse por muchos de los profesionales de la medicina no directamente implicados en la atención primaria en lo concerniente a la necesidad de vacunar periódicamente contra la gripe. La importancia clínica concedida a la gripe ha cambiado según fuera su proximidad a epidemias importantes, y 34 años después de la aparición de la última variante mayor de gripe, que tuvo lugar en Hong Kong en el año 1968, parece lógico encontrar sanitarios escépticos al respecto. Correspondencia: Dr. R. Ortiz de Lejarazu. Sección de Virología. Hospital Clínico Universitario. Avda. Ramón y Cajal, 3. 47005 Valladolid. España. Correo electrónico: [email protected] Recibido el 15-11-2002; aceptado para su publicación el 11-12-2002.

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En el último cuarto de siglo, la gripe ha pasado de ser una enfermedad de epidemiología imprevisible contra la que poco se podía hacer, y a cuya visita anual asistíamos resignados, a ser una enfermedad a la que se dedica una atención muy especial y que es objeto de programas especiales de vigilancia epidemiológica que intentan anticipar lo imprevisible. En este contexto debemos abordar la pregunta planteada en el título de este artículo. La vacuna antigripal no forma parte actualmente de las vacunas consideradas sistemáticas dentro de los programas de vacunación. Sin embargo, se observa cada vez con mayor intensidad cómo, en los diversos foros científicos, se emiten indicaciones y recomendaciones sobre la vacunación antigripal, en la dirección de extender su utilización a un mayor colectivo de personas con independencia de su edad y de sus factores de riesgo13-16. Esto hace suponer que en un futuro, no muy lejano, debido a la trascendencia médica y social de la gripe, la vacuna podría, si no formar parte de las denominadas sistemáticas, sí ampliar extraordinariamente su espectro de utilización. Al ser una vacuna que puede prescribirse a cualquier persona de 6 meses de edad o mayor en la que se pretenda reducir, paliar o evitar los efectos y consecuencias del padecimiento del síndrome gripal, la vacunación gripal puede ser objeto de recomendación cuando la medicina basada en la evidencia pruebe la bondad de su empleo en muchos supuestos clínicos16. Numerosos trabajos han demostrado el beneficio clínico que produce la vacunación gripal en distintos colectivos. Esto ha hecho que su recomendación se amplíe desde los clásicos grupos etarios (mayores de 65 años) y los de riesgo (cardiópatas, enfermos crónicos respiratorios, endocrinopatías, etc.) a otros como las mujeres embarazadas cuyo parto vaya a coincidir con la estación gripal17-19. Indicaciones que a los profesionales de la medicina20 pueden parecernos aventuradas, si no claramente exageradas. Este escenario de utilización masiva que en algunos países como Japón y EE.UU. se está produciendo ya implica limitaciones inherentes a las propias características del diseño, elaboración y administración de una vacuna con las peculiaridades de la vacuna gripal. Como casi todos los profesionales sanitarios conocen, se trata de una vacuna inyectable de aplicación anual que tiene que ser diseñada cada año con 8 o 9 meses de antelación. Al llegar a este punto se debe explicar que el éxito de dicha vacuna depende de la adecuada predicción de las cepas que van a circular 8 meses después para que contengan los virus más parecidos o iguales a los que originarán la epidemia. Esta peculiaridad ayuda a entender el interés y la importancia concedida a la vigilancia epidemiológica servida por más de 110 laboratorios y centros repartidos por los 5 continentes, cuya misión, entre otras, es trazar con nitidez la circulación y prevalencia de determinados virus gripales. Por otra parte, una vacuna cuya fabricación es anual precisa que se den las condiciones técnicas de producción y fabricación inherentes a dicha vicisitud. Para que se alcance un horizonte de vacunación gripal mucho más amplio y se facilite el establecimiento de nuevas indicaciones vacunales, ampliándose el espectro de utilización como sucede con las vacunas sistemáticas, deberán producirse avances

ORTIZ DE LEJARAZU R, ET AL. ¿HACIA UNA VACUNACIÓN SISTEMÁTICA DE LA GRIPE?

tecnológicos en la línea estratégica de mejora de la fabricación y disponibilidad de mayores cantidades de vacuna en menor tiempo para suplir las necesidades de mercado que lógicamente se producirán. Este aspecto quedó ilustrado de forma patente cuando en EE.UU., hace dos años, el Comité Asesor sobre Vacunaciones (Advisory Commitee on Immunization Practices)16 decidió incluir entre sus recomendaciones al segmento de población comprendido entre 50 a 65 años. La medida –en sí misma inocente y ajustada a la evidencia clínica de que las personas de dicha edad a menudo no son conscientes de padecer alguna de las circunstancias clínicas denominadas de riesgo para la gripe– hizo necesario que se implementara un escalonamiento y priorización para evitar desabastecimientos de vacuna en los grupos clásicos al aumentar de forma notable el número de candidatos a vacunar con la adopción de la nueva recomendación. A pesar de lograr los objetivos de rapidez y disponibilidad apuntados en el párrafo anterior, se deberá conseguir además un producto que incremente y mejore la respuesta serológica, evitando en lo posible fracasos en la respuesta vacunal en sectores críticos de población (ancianos, niños naïves, inmunodeprimidos, etc.) tratando así de obtener una respuesta más amplia que permita distanciar la periodicidad de la vacunación. Las nuevas formulaciones y presentaciones de vacunas (adyuvadas con MF59, liposómica y virosómicas) constituyen una aproximación valiosa al respecto21-23. La posibilidad de obtener vacunas fabricadas en células sustituyendo al embrión de pollo dotará de la flexibilidad necesaria para la elaboración de una vacuna con las características de la gripe. Probablemente la vacunación antigripal sea un buen ejemplo de lo que puede representar el desarrollo y aplicación de las actuales tecnologías de fabricación en el campo de las vacunas en los próximos años del siglo XXI. Un paso decisivo hacia esos objetivos que aproximaría la posibilidad de una vacunación mucho más amplia que la actual precisará también de una forma cómoda y aceptable de aplicación como la vía intranasal para que los niveles de cobertura vacunal sean elevado y grupos como la población infantil, gran parte de los profesionales sanitarios11,20, de los servicios públicos y sociales y otros grupos poblacionales críticos tengan cabida de forma regular en los programas de vacunación. Aunque un país como EE.UU., pionero de los análisis de coste-beneficio, haya recomendado e incluido en sus programas de vacunación infantil la vacunación gripal, aún con ciertas restricciones (niños de 6 a 24 meses y convivientes familiares hasta 18 años), es impensable que esta medida pueda aplicarse de forma similar en otros países con muy distintos sistemas sanitarios. Sin embargo, cuando la población infantil y adolescente sea objeto de indicación vacunal, estaremos muy próximos a una vacunación sistemática (y ¿anual?) de la gripe. Esta última pregunta enlaza directamente con la cuestión planteada al principio y supondría toda una excepción en la ciencia de las vacunas actuales frente a otras enfermedades en las que la vacunación anual no es la norma y aun así dan lugar a problemas de logística importantes. A pesar de que lográramos una vacunación casi sistemática, la batalla contra la gripe no habría concluido, puesto que muchas personas, sobre todo las residentes en el Tercer Mundo, no tendrían probablemente acceso a ella, y ello sin duda repercutiría en el control de una enfermedad tan viajera como la gripe9. Por otra parte, es difícil que una vacunación sistemática de una infección vírica cuyo principal reservorio es al tiempo humano y animal pueda evitar la emergencia de un nuevo virus gripal desde su amplio reservorio animal. Todo ello debe hacernos pensar que la gripe

es una enfermedad probablemente imposible de erradicar aunque dispusiéramos de una vacuna cómoda de elaborar, sencilla de aplicar, barata y con una amplia y segura respuesta, que son elementos clave para posibilitar una vacunación sistemática frente a la gripe. Creemos que aún estamos lejos de considerar la vacuna de la gripe como una vacuna de aplicación sistemática en los programas de vacunación. La comunidad científica debe aceptar la necesidad de mantener e implementar programas de vacunación más amplios que los actuales y mejorar los sistemas de vigilancia y alerta epidemiológica tanto en su vertiente humana como animal. Los esfuerzos para ampliar la cobertura de vacunación gripal en España sin duda supondrán un considerable ahorro sanitario tanto en costes directos como indirectos mejorando la calidad de vida en la población. Agradecimiento Los autores quieren expresar su gratitud al Prof. Dr. J. Castrodeza por su revisión crítica del artículo. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Sprenger MJW, Mulder PGH, Beyer WEP, Van Strik R, Masurel N. Impact of influenza on mortality in relation to age and underlying disease 1967-1989. Int J Epidemiol 1993;2:334-9. 2. Meltzer MI, Cox NJ, Fukuda K. The economic impact of pandemic influenza in the United States: priorities for prevention. Emerg Infect Dis 1999;5:659–71. 3. Gram P, Blitz SG, Monto A, Fendrick AM. Influenza. Cost of illness and considerations in the economic evaluation new and emerging therapies. Pharmacoeconomics 2001;19:223-30. 4. Prober CG. Antiviral therapy for influenza virus infections. Semin Pediatr Infect Dis 2002;13:31-9. 5. Englund JA. Antiviral therapy of influenza. Semin Pediatr Infect Dis 2002;13:120-8. 6. Lu X, Renshaw M, Tumpey TM, Kelly GD, Hu-Primmer J, Katz JM. Immunity to influenza A H9N2 viruses induced by infection and vaccination. J Virol 2001;75:4896-901. 7. Laver G, Garman E. The origin and control of pandemic influenza. Science 2001;293:1776-7. 8. Murphy FA, Fauquet CM, Bishop DHL, Ghabrial SA, Jarvis AW, Martelli GP et al, editors. Virus taxonomy. Sixth Report of the International Committee on Taxonomy of Viruses. Family Orthomyxoviridae. Arch Virol 1995(Suppl 10):293-9. 9. Vidal Tort J. ¿Cómo viajan los virus de la gripe? Med Clin (Barc) 1994; 102:418-9. 10. Bayas JM, Vilella A, Adell C, Bertrán MJ. Gripe: riesgos de enfermedad frente a riesgos de la vacunación. Med Clin (Barc) 1999;113:756. 11. Elorza Ricart JM, Camping Martí M, Martínez Gómez X, Allepuz Palau A, Ferrer Gramunt E, Méndez-Aguirre Guttián M. Vacuna antigripal y personal sanitario: estrategias para aumentar las coberturas en un hospital de tercer nivel. Med Clin (Barc) 2002;119:451-2. 12. Mirete Ferrer JC, Gutiérrez Rodero F, Hernández Aguado I, Mar Masiá Canuto M, Rodríguez Díaz JC, Royo García G. Neumonía adquirida en la comunidad asociada a infección por el virus de la gripe. Med Clin (Barc) 2002;118:622-6. 13. CDC. Injection Safety Campaigns. Disponible en: http.//www.cdc.gov /nip/dev/jetinjetc.htm≠injectionsafety 14. Centers for Disease Control and Prevention. Prevention and control of influenza: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP). MMWR 2000;49:1-38. 15. Centers for Disease Control and Prevention. Prevention and control of influenza: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP). MMWR 2001;50:1-46. 16. Centers for Disease Control and Prevention. Prevention and control of influenza: Recomendations of the Advisory Commitee on Immunization Practices (ACIP). MMWR 2002;51:1-31. 17. Fedson DS. Adult immunization: summary of the National Vaccine Advisory Committee report. JAMA 1994;272:1133-7. 18. Deinhard AS, Ogburn P Jr. A/NJ/76 influenza vaccination program: Effects on maternal health and pregnancy outcome. Am J Obstet Gynecol 1981;140:240-5. 19. Safrin S, Rush J, Mills J. Influenza in patients with human immunodificiency virus infection. Chest 1990;90:33-7. 20. Vaqué J. ¿Debe el personal sanitario vacunarse contra la gripe? Vacunas 2002;3:91-3. 21. Glück R. Adjuvant activity of immunopotentiating reconstituted influenza virosomes (IRIVs). Vaccine 1999;17:1782-7. 22. Guy B, Pascal N, Francon A, Bonnin A, Giménez S, Lafay-Vialon E, et al. Design, characterization and preclinical efficacy of a cationic lipid adjuvant for influenza split vaccine. Vaccine 2001;19:1794-805. 23. Rimmelzwaan GF, Osterhaus ADME. Influenza vaccines: new developments. Curr Opin Pharmacol 2001;1:491-6.

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