EDITORIAL
El triaje en el servicio de urgencias
E
l primer profesional de la salud en utilizar el término “triar” fue el barón Dominique-Jean Larrey (1766-1842), médico cirujano militar. En las guerras napoleónicas, creó el transporte en ambulancia e introdujo los principios de la sanidad militar moderna, realizando los primeros triajes como un sistema de clasificación para tratar a los heridos en el campo de batalla1. En el ámbito hospitalario de las urgencias, el triaje se introdujo a principios de los años sesenta en Estados Unidos, debido al aumento de la población que diariamente acudía a dichos servicios con un elevado porcentaje de patologías no urgentes. El constante aumento en las últimas décadas de las prestaciones en los servicios de urgencias, ha creado la necesidad de introducir un sistema de filtro que gestione la afluencia de los usuarios. Así, el objetivo del triaje no es la disminución de los tiempos de espera, sino la mejora de la asistencia en dichos servicios, gestionando la afluencia de los usuarios con el fin de ser atendidos según la gravedad que presenten y no por orden de llegada2. El primer contacto de los pacientes con el personal sanitario en los servicios de urgencias, se entiende y define como recepción, acogida y clasificación de los pacientes, que en muchos centros se denomina triaje, para conseguir una priorización y ordenación eficaces de la atención sanitaria. Un buen sistema de triaje debe cumplir con las propiedades de reproducibilidad, utilidad y validez; lo que implica tener una buena concordancia interobservador, ser útil para medir el grado de urgencia, tener validez empírica para predecir la gravedad y la evolución de los pacientes, ser aplicable a cualquier servicio de urgencias, ser aplicable a adultos y niños, y disponer de indicadores de calidad propios de la escala. Se han definido diversas escalas de triaje, que determinan 3, 4 o 5 niveles de gravedad. Todas han demostrado ser útiles, tener una menor variabilidad y ser reproducibles. El referente internacional es la Escala Canadiense de Triaje y Gravedad (Canadian Emergency
Deparment Triage and Acuity Scale); además de otras escalas también utilizadas como la National Triage Scale y la Manchester Triage System, que se utilizan en Australia y zonas concretas de Gran Bretaña. En España se está utilizando el Sistema Español de Triaje, aprobado por la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) en el año 2003, que establece unos tiempos de atención y asistencia predefinidos en función del nivel de urgencia del paciente. Dicho sistema establece 5 niveles: – Nivel I: resucitación, riesgo vital inmediato. – Nivel II: emergencia, riesgo vital inmediato con inestabilidad fisiológica y/o dolor severo. – Nivel III: urgencia, riesgo vital potencial que requiere múltiples exploraciones diagnósticas y/o terapéuticas en pacientes con estabilidad fisiológica y/o dolor moderado. – Nivel IV: semiurgencia, riesgo potencialmente serio y de complejidad significativa, constituyéndose en estándares de los servicios de urgencias hospitalarios y de alta frecuentación en atención primaria. – Nivel V: no urgencia, situaciones no urgentes, problemas clinicoadministrativos o problemas clínicos de baja complejidad, constituyéndose en estándares de atención primaria. En España, el triaje lo realizan tanto enfermeras como médicos adjuntos o médicos residentes, dependiendo del centro asistencial. Estipular quién lo debe realizar es un aspecto que genera controversia, puesto que todos tienen competencias para hacerlo, aunque la tendencia actual es que cuando el paciente llega al servicio, sea enfermería de urgencias quien lo valora y le asigna uno de los 5 niveles de gravedad previstos, que determinará el tiempo de espera para ser atendido dicho paciente. La realización del triaje por parte de enfermería supone cumplir con todos los objetivos fijados en la definición de triaje3:
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Moreno Casbas T et al. Nuevo recurso para la Formación Continuada
– Clasificar los pacientes según la gravedad y la severidad de los signos y síntomas e identificar rápidamente los enfermos con riesgo vital inminente. – Ordenar de manera eficaz la demanda mediante la valoración enfermera inicial. – Mejorar la calidad y la eficacia de los servicios de urgencias y emergencias mediante una respuesta adecuada a las necesidades de los usuarios, estableciendo criterios homogéneos, científicos y coherentes acerca de la necesidad de atención que el paciente presenta con respecto a su demanda de asistencia y, según esto, aplicar las intervenciones enfermeras para garantizar su seguridad. – Determinar el área de tratamiento adecuada, priorizando la asistencia cuando la situación del servicio origina una espera para la visita. – Iniciar pautas terapéuticas iniciales protocolizadas. – Disminuir la congestión de las áreas de tratamiento y determinar el área más adecuada para tratar un paciente que se presenta en el servicio de urgencias. – Garantizar que las necesidades de atención del paciente son reevaluadas durante su espera. – Informar a los pacientes y familiares acerca de la asistencia y el tiempo aproximado de espera. – Orientar a los pacientes a otros niveles de asistencia de la institución si lo requieren. – Actuar de interlocutor con los miembros de los equipos de transporte sanitario. – Proporcionar información acerca del proceso de acogida, clasificación y demoras en la atención médica que permita analizar y mejorar la gestión del servicio. – Prestar a los pacientes y a sus familiares o acompañantes, una aproximación humana y profesional al problema planteado como demanda asistencial en todo su contexto. La actividad asistencial, de técnicas y de cuidados, de observación y evaluación de enfermería quedará reflejada en el correspondiente registro de enfermería, legible y comprensible. Han de ser perfectamente identificables los datos del paciente, el nivel de gravedad de la demanda, el área de asistencia y, por supuesto, el profesional que le atiende en cada una de las fases de su estancia en el servicio. Actualmente, la accesibilidad de la atención urgente se valora como uno de los atributos de calidad más importantes del conjunto del sistema sanitario, y sus insuficiencias, como el excesivo tiempo de espera
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o no reconocer de inmediato la gravedad, son fuente de preocupación para la comunidad sanitaria y la sociedad en general4. Para evitarlo, es necesario que las instituciones inviertan en: – Formación continuada y entrenamiento en triaje para que la acogida, valoración y clasificación sean las adecuadas y válidas. El triaje debe ser realizado por personal con experiencia, juicio clínico, y capacidad para tomar y gestionar decisiones difíciles. – Adecuación del número de profesionales de enfermería que deben estar en el área de triaje, ya que debido a la conocida saturación de los servicios de urgencias se debe tener en cuenta la plantilla necesaria para evitar el retraso en la identificación de los pacientes con riesgo vital y realizar las revaloraciones, ya que en estas situaciones de alta afluencia de usuarios es cuando el triaje adquiere una mayor relevancia, y éste es un método efectivo para discriminar el paciente grave del que presenta patologías banales. Debido a la demanda que se está generando en los servicios de urgencias creemos que el triaje es un instrumento en el que se debe invertir en personal de enfermería, formación, infraestructuras e investigación, por su importancia para la adecuada gestión y funcionamiento del servicio.
ELISENDA PUIGBLANQUÉ, MARC NOHERAS, MARC NOGUERAS Y NURIA PERAPOCH Servicio de Urgencias. Hospital Comarcal de Blanes. Blanes. Girona. España.
Bibliografía 1. Grossman V. Quick Reference to Triage. 2nd ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2003. 2. Musarra MJ. El triage de enfermería de urgencias: presente y futuro. Experiencias internacionales. Salud y Cuidados [en línea]. N.º 4 (2003) [consultado el 1 de octubre de 2007]. Disponible en: http://www.saludycuidados.net/numero4/musarra.htm 3. Chanovas MR. El triatge als serveis d’urgències dels hospitals. Annals de Medicina. 2002;85:129. 4. García A, Peiró S. El papel de los sistemas de clasificación de pacientes en la financiación de las urgencias hospitalarias. Gac Sanit. 2003;17:441-3.