Correo de los lectores
Hiperhidrosis: a propósito de un caso Sr. Director: Presentamos el caso de un paciente varón de 20 años de edad con antecedentes personales de alergia a la penicilina y derivados, y exotropia en el ojo derecho, que acude a nuestra consulta por aumento de la sudación en las manos y, en menor medida, en los pies desde hace 2 o 3 años que no tiene relación con episodios de ansiedad y que le interfiere en su vida cotidiana. El paciente no toma tóxicos de ningún tipo (alcohol, tabaco, drogas); reinterrogado por órganos y aparatos, no refiere ningún tipo de alteración. La exploración clínica es normal (presión arterial [110/60 mmHg]; índice de masa corporal [24 kg/m2]; cabeza y cuello, y auscultación cardiopulmonar y de abdomen), salvo por un aumento de la sudación en las extremidades. Se solicita una analítica general, incluida la hormona tiroidea, que también es normal. Se le pauta lorazepam, sin mejoría clínica, y posteriormente un anticolinérgico (oxibutinina) con igual resultado, por lo que es derivado a la consulta de dermatología, donde se inicia tratamiento con halazepam, que abandona por intolerancia e iontoforesis, con mejoría parcial que, sin embargo, ha sido suficiente para que la calidad de vida del paciente sea satisfactoria. La hiperhidrosis es la producción excesiva de sudor y puede ser generalizada o localizada. La generalizada se puede observar en el embarazo, la menopausia, la ansiedad o la obesidad y en las enfermedades tumorales (feocromocitoma, tumor carcinoide), metabólicas (hipertiroidismo), neurológicas (TIA, tumores cerebrales), de la médula espinal (tabes, siringomielia), dermatológicas (vitíligo) y tóxicas (alcohol, opiáceos, mercurio y arsénico). La localizada se desencadena por estímulos estresantes y afecta sobre todo a las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas y la región craneofacial1, es de origen desconocido, generalmente benigna, y se cree debida a una hiperactividad simpática, con aumento de la respuesta sudomotora periférica. El cuadro clínico de la hiperhidrosis primaria suele empezar en la infancia o adolescencia y en la mayoría de los casos existe un factor desencadenante que puede ser emocional (lo más frecuente) de otro tipo, como el ejercicio físico, el calor y la alimentación. El estudio con tests sudomotores mediante diferentes técnicas (evaporimétricas, colorimétricas, etc.) permite registrar la actividad de las glándulas sudoríparas, lo que, unido a la clínica y la evaluación psicológica, permite llegar al diagnóstico. En cuanto al tratamiento, como medidas generales se aconsejará usar ropas de algodón o lana (evitando las fibras sintéticas) y calzado de piel con suelas del mismo material (evitando plásticos y gomas). El tratamiento sistémico con anticolinérgicos por vía oral se va abandonando por sus numerosos efectos secundarios (visión borrosa, sequedad de boca, etc.); como alternativa pueden ser útiles los tranquilizantes en pacientes muy emotivos y terapia psicológica (biofeedback y control de la activación emocional). Los tratamientos tópicos incluyen formaldehído al 1% y glutaraldehído al 10% en la hiperhidrosis plantar, y glutaraldehído al 3% en la palmar2, aunque pueden producir hiperpigmentación y sólo deben usarse de forma intermitente. En la actualidad, el cloruro de aluminio hexahidratado al 20-25% en solución alcohólica o metilcelulosa es la sustancia más utilizada, sobre todo en las axilas y las plantas, aunque es irritante y su eficacia es inconstante. La ionoforesis o iontoforesis es un tratamiento transcutáneo de 3 a 6 sesiones semanales que moviliza los iones sodio de una solución acuosa mediante electricidad que penetra en las glándulas sudoríparas y origina su reposo temporal. Los resultados dependen de la dosis y son limitadas en el tiempo. Este tratamiento es eficaz en la hiperhidrosis palmoplantar. La toxina botulínica se usa en la hiperhidrosis localizada. Se inyecta diluida por vía sub63
cutánea y produce la remisión de los síntomas en 7 días, pero suelen reaparecer al cabo de 3 meses. La cirugía está indicada en las formas graves que provoquen gran incapacidad funcional y consiste en la simpatectomía torácica superior T2-T3 en las palmoplantares y cervical en la axilar; el principal inconveniente es la reaparición de la sudación por regeneración de las fibras simpáticas y la hipersudación compensadora en otras zonas corporales.
R. Martos Martíneza, G. Saiz Laderaa y M.E. Pejenaute Labarib aMédico
residente de Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud 2 de Mayo. Área VIII. Móstoles. Madrid. España. bMédico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud 2 de Mayo. Área VIII. Móstoles. Madrid. España.
Bibliografía 1. Callejas MA, Grimalt R, Valls J, Peri JM. Hiperhidrosis primaria. Med Clin (Barc). 2002;119:659–65. 2. Bueno C. Enfermedades de los anejos cutáneos. Dermatología: texto y atlas. Madrid: Anzos Editores; 2003. p. 431-44.
Hipertensión arterial secundaria a cáncer de cérvix uterino Sr. Director: Presentamos un caso de hipertensión arterial (HTA) como forma de presentación clínica de cáncer de cérvix. Se trata de una paciente de 47 años, fumadora y con sobrepeso, con antecedentes de asma infantil, colecistectomía, ligadura de trompas y pielonefritis aguda derecha (1989). Acude a la consulta por cefalea de 8 días de evolución, acompañada de sensación de inestabilidad, náuseas sin vómitos y dificultad en la micción. En la exploración física destaca un abdomen discretamente doloroso en el hipogastrio, sin palparse masas ni visceromegalias. La presión arterial (PA) es de 200/110 mmHg y la tira de orina: sangre +, nitritos +, leucocitos ++. Se le prescribe analgésicos, antibióticos, y se le cita en 2 días para control de la PA. A los 2 días, la PA es de 190/105 mmHg, y la paciente refiere aumento de la hipogastralgia y de la dificultad en la micción, con estreñimiento. Se repite la tira sin cambios en el resultado. Se inicia tratamiento diurético y se solicita estudio de HTA, con analítica de sangre y orina, electrocardiograma (ECG), y ecografía renovesical, que muestra una masa en el área cervicovesical que comprime el meato ureteral izquierdo, con dilatación ureteropielocaliciliar izquierdo. Se deriva a la paciente a urgencias hospitalarias para su estudio. Se realiza resonancia magnética nuclear (RMN) abdominal y cistoscopia, y se establece el diagnóstico de neoplasia de cérvix infiltrante en estadío IV A. La paciente no había seguido controles ginecológicos en los últimos 20 años. Por tratarse de un estadio avanzado, se decide iniciar radioterapia y quimioterapia concomitante. Cuatro meses después ingresa por insuficiencia renal aguda. En la ecografía abdominal se evidencia una dilatación ureteropielocalicial bilateral y masa en el cérvix que protruye en el centro de la vejiga. El renograma evidencia un patrón obstructivo derecho con hidronefrosis. Se realiza nefrostomía bilateral de descarga, con lo que se normaliza la función renal, y se inicia antibioticoterapia. Finalizada la radioterapia, no se consigue la resolución completa. Posteriormente, presenta oclusión intestinal que requiere la realización de exenteración pelviana anterior, colostomía permanente y apendicectomía. Fallece a los 18 meses del diagnóstico por hemorragia masiva. FMC. 2005;12(3):180-6
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