ARCH SOC ESP OFTALMOL. 2014;89(11):429–430
ARCHIVOS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE OFTALMOLOGÍA www.elsevier.es/oftalmologia
Editorial
Síndrome visual de la prematuridad Visual syndrome of prematurity I. González Viejo a,∗ , V. Pueyo a , C. Ferrer a , I. García-Ormaechea b y E. Prieto a a b
˜ Servicio de Oftalmología, Hospital Materno-Infantil, HUMS, Zaragoza. Espana ˜ Servicio de Oftalmología, ATAM, Madrid, Espana
Al hablar del paciente prematuro los oftalmólogos pediátricos estamos acostumbrados a centrarnos en la retinopatía del prematuro (ROP). Esta patología es de las mejor protocolizadas en nuestra subespecialidad1 . Está perfectamente definida su clasificación, screening, diagnóstico y criterios de tratamiento2,3 . La introducción del láser diodo en su tratamiento y el estudio Early Treatment of Retinopathy of Prematurity (ETROP), que estableció claramente las pautas del mismo, han contribuido a que en la actualidad en los países desarrollados solo exista entre un 5 y un 10% de evoluciones desfavorables4 . Se sigue avanzando en mejorar estos resultados con la investigación de nuevas pautas de tratamiento como la inyección intravítrea de anti-vascular endothelial growth factor5 . Probablemente por eso, en la actualidad la ROP no ocupa un lugar prioritario en las causas de deficiencia visual en la infancia. El prematuro no es sólo un paciente en riesgo de ROP al que hay que revisar en el periodo neonatal, sino que la prematuridad constituye un «síndrome» desde el punto de vista oftalmológico pues son pacientes con alto riesgo de padecer una deficiencia visual a lo largo del desarrollo, tanto por patología ocular como neuroftalmológica, por lo que debe tener un seguimiento a largo plazo. La aparición de estrabismo, nistagmo, ametropías severas, anisometropías, ambliopía y desprendimiento de retina es significativamente más frecuente en los prematuros que en la población normal, y no solo en los que han padecido ROP6 . Se considera como grupo de especial riesgo a los nacidos por debajo de 1.500 g (recién nacidos ˜ para su edad gestade muy bajo peso) y a los PEG (pequeno cional; peso por debajo del P10 para la edad gestacional), que constituyen un grupo importante dentro de los prematuros. Una mención especial tiene la deficiencia visual cerebral (CVI, del inglés Cerebral Visual Impairment), pues constituye
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actualmente la principal causa de deficiencia visual en la infancia en países desarrollados, con una prevalencia del 45%, frente a la ROP, que ha pasado del tercer al séptimo puesto, con una prevalencia del 4%7 . El principal factor de riesgo de CVI es la prematuridad. El paciente con CVI suele ser además un paciente plurideficiente con patología motora e intelectual asociada, lo que dificulta mucho su exploración. Deben utilizarse y desarrollarse estrategias exploratorias adecuadas para estos pacientes con doble dificultad de acceso por su edad y su deficiencia. La CVI incluye numerosos cuadros: atrofia óptica, defectos campimétricos, nistagmo, ataxia óptica, simultanagnosia, agnosia visual y prosopagnosia, etc. Poder diagnosticar correctamente a estos pacientes va a ayudar a establecer estrategias óptimas en su rehabilitación. En 2013 el Grupo del ETROP publica un estudio de función visual a los 6 ˜ anos de edad en prematuros tratados por ROP con buen resultado anatómico pero mal resultado funcional, y encuentran que la CVI es una causa importante de la deficiencia visual y que hasta el 78% de los pacientes no entran en la escala de medida de independencia funcional8 . Una rehabilitación adecuada puede ayudar a disminuir su grado de dependencia o el impacto de la misma en su vida cotidiana. La CVI incluye la disfunción visual cerebral (CVD, del inglés Cerebral Visual Dysfunction) que constituye una patología donde hay alteración en la vía eferente con buen desarrollo de la vía aferente. Son pacientes que presentan dificultades importantes en la escolarización por problemas de integración visual a pesar de tener una buena agudeza visual y una exploración oftalmológica rutinaria normal, puesto que ésta se centra en el estudio de problemas de vía aferente. Para poder llegar al diagnóstico de disfunción visual cerebral hay que realizar test específicos de función visual, con cuya realización e
Autor para correspondencia. Correo electrónico:
[email protected] (I. González Viejo). http://dx.doi.org/10.1016/j.oftal.2014.10.001 ˜ 0365-6691/© 2014 Sociedad Espanola de Oftalmología. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
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interpretación no estamos habitualmente familiarizados los oftalmólogos pediátricos, pero que son competencia nuestra y no de otros profesionales, ya que sólo nosotros somos capaces de integrarlos dentro de una exploración oftalmológica completa. La actualización e investigación en el estudio de la vía eferente va a constituir un reto dentro de la Oftalmología Pediátrica en el tratamiento integral del prematuro. El diagnóstico de estas alteraciones va a mejorar la escolarización ˜ y su rendimiento académico. del nino En resumen, la prematuridad es un «síndrome oftalmológico» que exige un control del paciente durante el periodo neonatal para realizar un screening de ROP, pero también un seguimiento a largo plazo. Los oftalmólogos pediátricos no podemos conformarnos con que la retina del prematuro haya quedado a plano y con vascularización completa, sino que hay que seguir, diagnosticar y tratar las múltiples patologías oftalmológicas que pueden desarrollar estos pacientes, lo que exige una actualización y mejora en nuestra práctica diaria. Y por último, como en muchos síndromes, es muy importante un enfoque multidisciplinario con grupos que deberían incluir otros profesionales como neuropediatras, rehabilitadores, terapeutas, ópticos, educadores, etc.
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