Toxicidad podológica de los tratamientos antineoplásicos

Toxicidad podológica de los tratamientos antineoplásicos

 E – 27-070-B-10 Toxicidad podológica de los tratamientos antineoplásicos E. Pilet, M.-L. Boivert-Hanoca, V. Sibaud La toxicidad ungueal/periunguea...

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Toxicidad podológica de los tratamientos antineoplásicos E. Pilet, M.-L. Boivert-Hanoca, V. Sibaud La toxicidad ungueal/periungueal y palmoplantar de los tratamientos antineoplásicos es muy frecuente. Con frecuencia tiene un impacto funcional o estético importante en los pacientes tratados y, a veces, requiere la detención del tratamiento inductor. Puede observarse tanto con la quimioterapia (afectación de la matriz o del lecho de la u˜ na, síndrome mano-pie difuso) como con las nuevas terapias dirigidas (afectación periungueal, fisuras, síndrome mano-pie hiperqueratósico). Es importante para el podólogo familiarizarse con estos efectos indeseables bastante característicos, que requieren un tratamiento adecuado y que pueden representar la principal carga de la enfermedad neoplásica para los pacientes tratados. Esta revisión describe las principales toxicidades podológicas inducidas por la quimioterapia o por algunas terapias dirigidas, así como los principios del tratamiento. © 2017 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados.

Palabras clave: Granuloma piógeno; Quimioterapia; Terapias dirigidas; Síndrome mano-pie; Onicólisis; U˜ na

Plan ■

Introducción

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Toxicidad ungueal y periungueal Toxicidad de la quimioterapia Toxicidad de las terapias dirigidas

2 2 5



Síndrome mano-pie Síndrome mano-pie y quimioterapia Síndrome mano-pie y terapias dirigidas

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Conclusión

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 Introducción El tratamiento y el pronóstico de numerosos cánceres nos, se han modificado profundamente estos últimos a˜ debido al desarrollo y la disponibilidad progresiva de nuevas terapias antineoplásicas llamadas «dirigidas». Estas nalización espeterapias inhiben los receptores o vías de se˜ cíficas sobreexpresadas por algunas células neoplásicas. Estos nuevos tratamientos oncológicos no sustituyen la utilización de la quimioterapia, sino que casi siempre completan su actividad antineoplásica. El perfil de tolerabilidad de estas terapias dirigidas se considera aceptable, lo cual permite a veces una utilización de larga duración. Sin embargo, a menudo se asocian a una toxicidad dermatológica en primer plano, debido a la inhibición de ciertas dianas oncológicas que, EMC - Podología Volume 19 > n◦ 3 > agosto 2017 http://dx.doi.org/10.1016/S1762-827X(17)85627-3

a veces, pueden expresarse al mismo tiempo en la piel, nan entonces un papel fundamental en donde desempe˜ el buen funcionamiento de la homeostasis dérmica o epidérmica. Por ejemplo, se puede citar el receptor del EGF (factor de crecimiento epidérmico), que representa una diana oncológica privilegiada (inhibidores del receptor del EGF) y cuya inhibición terapéutica se asocia a una toxicidad dermatológica casi constante y, a veces, grave. En efecto, este receptor específico controla la proliferación y la maduración fisiológica de los queratinocitos [1] . Algunos de estos efectos dermatológicos afectan más específicamente a la palma o la planta (síndrome manopie localizado e hiperqueratósico, fisuras) o al aparato periungueal (paroniquia, granuloma piógeno o botriomicoma) [2, 3] (Cuadro 1). La sintomatología podológica es, en general, diferente de la anteriormente establecida con los agentes quimioterapéuticos (afectación privilegiada del aparato ungueal, síndrome mano-pie más difuso). Por lo tanto, es importante para el podólogo familiarizarse con esta nueva toxicidad, pero también reconocer la (más antigua) inducida por la quimioterapia, dado que, actualmente, los pacientes se tratan a menudo con asociaciones de quimioterapia y terapia dirigida. De forma más glonar un papel importante bal, el podólogo debe desempe˜ namiento de estos pacientes oncológicos, a en el acompa˜ fin de reducir el impacto negativo de estos síntomas sobre su calidad de vida, pero también de limitar las disminuciones de dosis o la detención prematura del tratamiento antineoplásico debido a esta toxicidad podológica.

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Cuadro 1. Principales toxicidades podológicas de las terapias dirigidas antineoplásicas.

Anti-EGFR (o HER1)

Moléculas

Mecanismo de acción y blanco

Indicaciones a

Toxicidad podológica

Nombre comercial

Cetuximab

Anticuerpos monoclonales dirigidos contra el receptor EGF

Cáncer colorrectal Carcinoma epidermoide ORL

Xerosis, paroniquias, granulomas piógenos, nas frágiles, fisuras, u˜ crecimiento lento de la tabla, onicólisis leve

Erbitux

Panitumumab Erlotinib

Cáncer colorrectal ITKa dirigido contra el receptor EGF

Gefitinib Anti-HER

Cáncer bronquial no de nas células peque˜ Cáncer de páncreas

®

®

Vectibix

®

Tarceva

®

Cáncer bronquial no de nas células peque˜

Iressa

®

Lapatinib

ITK dirigido contra el receptor EGF (erbB1) y HER2 (erbB2)

Cáncer de mama HER2+

Tyverb

Afatinib

ITK dirigido contra el receptor EGF (erbB1), HER2 (erbB2), ErbB3, erbB4

Cáncer bronquial no de nas células peque˜

Giotrif

Anti-MEK

Pimacertib, trametinib, cobimetinib

ITK dirigido contra MEK 1/2

Melanoma

Cotellic ® Mekinist

Inhibidores BRAF

Dabrafenib, vemurafenib

ISTKc dirigido contra BRAF

Melanoma

Síndrome mano-pie

Tafinlar ® Zelboraf

Antiangiogénicos

Sunitinib

ITK dirigido contra VEGFR 1-3; PDGFR ␣ ␤; c-KIT, RET; Flt3; CSF-1R

Cáncer de mama GIST avanzados Tumores neuroendocrinos

Síndrome mano-pie, hemorragias subungueales filiformes, xerosis

Sutent

Sorafenib

VEGFR 2-3; PDGFR ␤; c-KIT, RET, RAF, FLT-3

Carcinoma hepatocelular nón Cáncer de ri˜ Carcinoma tiroideo

Nexavar

Pazopanib

VEGFR 1-3; PDGFR ␣-␤; c-KIT

Cáncer de ri˜ nón Sarcoma de tejidos blandos

Votrient

Axitinib

VEGFR 1-3

Cáncer de ri˜ nón

Inlyta

Temsirolimús, everolimús

ISTK dirigido contra mTOR

Carcinoma renal Cáncer de mama Tumores neuroendocrinos Linfoma de células del manto

Inhibidores mTOR

®

®

®

®

®

®

®

Xerosis, paroniquias, granulomas piógenos, u˜ nas amarillas, onicólisis moderada

®

Torisel ® Afinitor

EGFR: receptor del factor de crecimiento epidérmico; HER: receptor de factor de crecimiento epidérmico humano; MEK: proteína-cinasa activada por mitógenos; mTOR: diana de rapamicina en células de mamífero; ITK: inhibidor de la tirosina-cinasa; ISTK: inhibidor de la serina-treoninacinasa; VEGFR: receptor del factor de crecimiento endotelial vascular; PDGFR: receptor del factor de crecimiento derivado de las plaquetas; ORL: otorrinolaringológico; GIST: tumor del estroma gastrointestinal. a Las indicaciones suelen limitarse a ciertas formas de cáncer, casi siempre en situación localmente avanzada o metastásica.

Esta revisión describe las principales toxicidades podológicas inducidas por la quimioterapia, pero también por las nuevas terapias dirigidas, que pueden representar la principal carga de la enfermedad neoplásica para los pacientes tratados [4] . También se detallan los principios del tratamiento.

 Toxicidad ungueal y periungueal Toxicidad de la quimioterapia La toxicidad ungueal de los agentes citotóxicos (quimioterapia) es frecuente y puede representar, a veces, la principal carga de la enfermedad neoplásica [4] . En cambio, la toxicidad periungueal es más rara y a menudo secundaria a la toxicidad sobre el aparato ungueal.

Toxicidad ungueal (Cuadro 2) Numerosas moléculas de quimioterapia pueden inducir una toxicidad ungueal: taxanos, busulfano,

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bleomicina, cisplatino, vincristina, doxorrubicina, pemetrexed, capecitabina, fluorouracilo, metotrexato, etopósido [2, 5–7] . Estas modificaciones ungueales son ante todo el reflejo directo del efecto citotóxico de la quimioterapia sobre la matriz (líneas de Beau, onicomadesis, leuconiquia verdana, u˜ nas más finas dera, crecimiento más lento de la u˜ na (onicóliy frágiles, melanoniquia) o el lecho de la u˜ sis, leuconiquia visible, hemorragia) [2, 5, 7] . Por lo tanto, los síntomas observados pueden ser muy variados y a menudo se asocian. La repercusión puede ser doble, a la vez funcional (dolor por onicólisis) y estética (en particular en pacientes jóvenes y mujeres) [6, 7] . Finalmente, se puede observar que: na (0,03• debido a la velocidad de crecimiento de la u˜ 0,1 mm al día), estas anomalías ungueales aparecen de manera desplazada con respecto a la introducción de la quimioterapia y a menudo persisten varias semanas o meses después de la detención del tratamiento inductor [5] ; nas, pero esta • en general, se afecta el conjunto de las u˜ toxicidad predomina claramente en los dedos de las manos. EMC - Podología

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Cuadro 2. Principales síntomas ungueales observados con quimioterapia. Síntomas

Definición

Onicólisis

Despegamiento lateral o distal de la tabla con respecto al lecho ungueal subyacente, que puede ser parcial o completo

Líneas de Beau

Depresión lineal transversal en el dorso de la tabla, más o menos profunda, única o múltiple, que aparece a partir del repliegue proximal

Onicomadesis

Forma más grave de una línea de Beau. Separación de la tabla con respecto a la matriz, con adherencia persistente al lecho ungueal. Surco transversal profundo que na en dos partes distintas separa la u˜

Melanoniquia

Pigmentación de la u˜ na, que puede ser transversal, total o longitudinal (melanoniquia estriada)

Leuconiquia

Coloración blanca de la tabla ungueal. Pueden clasificarse en leuconiquias: - verdaderas (opacas). Pueden ser totales, puntuales o transversas, en cuyo caso desaparecen distalmente con el crecimiento na (líneas de Mees) de la u˜ - aparentes (transparentes). Se pueden nas «mitad y mitad», observar tres formas: u˜ con una parte proximal blanca separada transversalmente de una parte distal rosada o marrón; líneas de Muehrcke, con bandas transversales blancas separadas unas de otras na rosa; u˜ nas de Terry, con por bandas de u˜ na blanca opaca y una banda una u˜ transversal distal de 1-2 mm de aspecto rosado o marrón. No desaparecen con el crecimiento de la tabla, pero se atenúan o na desaparecen con la presión sobre la u˜

Onicorrexis

Surcos finos longitudinales y paralelos en la tabla, como trazadas con buril

Traquioniquia

Aspecto de u˜ nas rugosas, como decapadas «con chorro de arena»

Onicosquicia

Desdoblamiento (en general distal) de la tabla

Coiloniquia

Elevación en cuchara de los bordes laterales de la tabla, con la parte media deprimida y cóncava (spoon nails)

Onicólisis Puede aparecer una onicólisis con numerosos quimioterapéuticos. Sin embargo, es sobre todo grave e impactante con los taxanos [8–10] y, en este caso, requiere un tratamiento específico, a la vez preventivo y curativo [11] .

A

La incidencia global se ha evaluado recientemente en un 44% con paclitaxel y en un 35% con docetaxel [12] . Las lesiones aparecen progresivamente, después de varios ciclos de tratamiento. La onicólisis afecta, en general, a todos los dedos de las manos y con una frecuencia un poco menor a los dedos de los pies. Puede ser parcial o total (Fig. 1A, B). La parte despegada adquiere un color blanco o amarillo, a veces verde en caso de sobreinfección por bacilo piociánico. Deben buscarse sistemáticamente complicaciones, en particular la formación de abscesos subungueales (Fig. 2) o hematomas compresivos, que se forman bajo la parte despegada de la tabla (Fig. 3). En este caso, el impacto funcional puede ser considerable y el tratamiento debe ser rápido. Con frecuencia, se asocian otras

Figura 2. Absceso subungueal del dedo gordo del pie, secundario a una onicólisis.

Figura 3. Evacuación mecánica de un hematoma subungueal, secundario a una onicólisis.

B

Figura 1. A. Onicólisis difusa con múltiples líneas de Beau visibles. B. Onicólisis no complicada de los dedos de las manos.

EMC - Podología

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toxicidades ungueales (líneas de Beau, melanoniquia, onicomadesis, etc.). Cuando se inicia un tratamiento con taxanos, el paciente debe seguir rigurosamente las medidas preventivas recomendadas. La utilización sistemática de guantes refrigerados durante las perfusiones también ha mostrado una eficacia preventiva y debe recomendarse [13, 14] . Cuando aparece la onicólisis, hay que cortar la parte despegada. En caso de absceso o hematoma subungueal (Fig. 3), es necesario cortar la tabla, con evacuación del pus na [2, 11] . o la sangre y limpieza cuidadosa del lecho de la u˜ El podólogo debe participar en este tratamiento, en particular asegurando el desbridamiento de las onicólisis y los hematomas subungueales, a la vez que se preserva el tejido periungueal. nalar que el riesgo de onicólisis cróTambién hay que se˜ nica como secuela es importante en este contexto, debido a la formación de una hiperqueratosis subungueal. Su tratamiento es difícil.

Figura 4.

Onicomadesis del gran artejo.

“ Punto importante Medidas preventivas y educativas que deben ponerse en marcha en los pacientes que siguen un tratamiento antineoplásico con toxicidad ungueal y/o periungueal • Prever una consulta podológica inicial si existen factores de riesgo (u˜ nas en pinza, en teja de Provenza, antecedentes de u˜ nas encarnadas, etc.). • Discutir la realización de una ortonixia/ortoplastia de manera preventiva en los pacientes con riesgo de granuloma piógeno. • Aplicar diariamente un emoliente alrededor de los dedos (cutícula, tabla, rebordes periungueales). • Aplicar diariamente un barniz para limitar la pérdida insensible de agua de la tabla (quimioterapia). • Cortarse las u˜ nas regularmente, ni demasiado cortas ni demasiado largas. • Evitar los microtraumatismos repetidos (como morderse las u˜ nas, los tics de manipulación, quitarse la cutícula, manicura agresiva, etc.). • Privilegiar el calzado amplio, cómodo y los calcetines de algodón. • Llevar guantes protectores (algodón, látex) en caso de trabajos domésticos. • Limitar los contactos prolongados con el agua. • No utilizar u˜ nas postizas, endurecedores o disolventes. • Utilizar antisépticos tópicos si existe inflamación periungueal.

Líneas de Beau y onicomadesis Las líneas de Beau representan, sin duda, la toxicidad ungueal más frecuente de la quimioterapia (Fig. 1A). Aparecen sobre todo en los pacientes tratados con protocolos intensivos de quimioterapia que asocias varios agentes citotóxicos. Sin embargo, a menudo pasan desapercibidas debido a su carácter asintomático. Corresponden a la detención brusca y transitoria de la actividad mitótica de los queratinocitos matriciales en cada ciclo de quimioterapia. Por lo tanto, suelen ser múltiples. En caso de afectación grave, puede formarse una onicona en dos madesis, que corresponde a la separación de la u˜

4

Figura 5. Melanoniquias longitudinales estriada) asociadas a hidroxiurea.

partes (Fig. 4) fico.

[15]

(melanoniquia

. Puede requerir un tratamiento especí-

Melanoniquia Es secundaria a la estimulación melanocítica inducida por la quimioterapia. Con frecuencia, se asocian hiperpigmentaciones endobucales o cutáneas [16] , en particular en los pacientes asiáticos o africanos. Las principales moléculas inductoras son la bleomicina, la hidroxiurea, el busulfano, la ciclofosfamida, la doxorrubicina, el fluorouracilo o los taxanos [16–19] . Se presentan casi siempre en forma de bandas únicas o múltiples longitudinales (Fig. 5) (melanoniquia estriada). Por principio, hay que pensar en un melanoma, en particular si la banda es única. Sin embargo, el contexto suele ser suficientemente sugestivo. Estas melanoniquias inducidas regresan muy lentamente al suspender el tratamiento. Leuconiquia Corresponde a una decoloración blanca en la tabla. Se observa más raramente que la melanoniquia. No obstante, na. estas lesiones a veces pueden coexistir en una misma u˜ Se distingue la leuconiquia verdadera (secundaria a un trastorno de la queratinización de la matriz distal), que desaparece con el crecimiento de la tabla, y la leuconiquia visible (aspecto transparente, que se mantiene estable na y que es secundaria a a pesar del crecimiento de la u˜ anomalías vasculares del lecho ungueal) [2, 7, 20, 21] (Fig. 6). U˜ nas frágiles Las u˜ nas crecen más lentamente con el tratamiento. Además, a menudo son más frágiles, más finas o más blandas (coiloniquia o spoon nails). Pueden asociarse una onicorrexis (Fig. 7), una onicosquicia y/o una traquioniquia (Cuadro 2) [2, 5, 7] . EMC - Podología

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Figura 8. Figura 6. Leuconiquias aparentes (líneas de Muehrcke) que aparecieron durante la quimioterapia.

Figura 7.

Onicorrexis como secuela de la quimioterapia.

Toxicidad periungueal También es posible una afectación del tejido periungueal con algunos quimioterapéuticos, en forma de paroniquia o de granuloma piógeno. Sin embargo, es mucho menos frecuente que la afectación ungueal. Las principales moléculas incriminadas son la capecitabina, los taxanos o la doxorrubicina [2, 7] .

Toxicidad de las terapias dirigidas Al contrario que la quimioterapia, la toxicidad de las terapias dirigidas afecta ante todo al tejido periungueal (paroniquia, granuloma piógeno o botriomicoma) [2] . Se observa sobre todo con la familia de los anti-EGFR, más raramente con los inhibidores mTOR (diana de rapamicina en células de mamífero) (everolimús, temsirolimús) o los anti-MEK (proteína cinasa activada por mitógenos) (cobimetinib, trametinib, selumetinib) [22, 23] (Cuadro 1).

Toxicidad periungueal Todas las moléculas de la familia de los anti-EGFR pueden inducir una toxicidad periungueal: • los anticuerpos monoclonales (sufijo -mab de monoclonal antibody; panitumumab, cetuximab) y los inhibidores exclusivos intracelulares de la tirosinacinasa (erlotinib, gefitinib) dirigidos contra el receptor EGF; • los inhibidores exclusivos y los inhibidores multidiana de la tirosina-cinasa (vandetanib, afatinib, lapatinib, dacomitinib) dirigidos contra el EGFR pero también el HER2 (receptor 2 del factor de crecimiento epidérmico humano) y/o HER3 y 4. EMC - Podología

Paroniquia (inflamación periungueal visible).

Se trata de la toxicidad dermatológica más frecuente de los inhibidores del receptor del EGF, después de la erupción acneiforme [24, 25] . Su incidencia global se ha estimado, en metaanálisis, en el 17,2% (intervalo de confianza al 95%: 40,76-145,22; p < 0,001) [26] . nalar que la cinética de desarrollo También hay que se˜ de la toxicidad dermatológica de los anti-EGFR es bastante estereotipada [3, 27–30] : • erupción acneiforme y, a veces, paroniquia; se desarrollan rápidamente desde el primer mes y evolucionan hacia la mejoría espontánea en unas semanas; • granuloma piógeno, modificación del cabello y el pelo, xerosis, fisuras (talón y dedos); aparecen secundariamente, después de 6-8 semanas, y no regresan sin tratamiento. Presentación clínica Esta toxicidad periungueal se presenta en forma de [2, 3, 27–30] : • paroniquia, que es la traducción clínica de una inflamación dolorosa del tejido periungueal; puede aparecer bastante precozmente y afectar a todos los dedos de las manos y los pies (Fig. 8); • granuloma piógeno, que corresponde al desarrollo de na; un tejido de granulación en el borde lateral de la u˜ se desarrolla secundariamente, después de unas semanas y, a veces, sigue a la paroniquia. Adquiere el aspecto na encarnada. Pueden afectarse todos de una seudou˜ los dedos de manos y pies, pero predomina en zonas de traumatismo, como el dedo gordo del pie o el pulgar (Fig. 9A, B). El impacto funcional puede ser grande. nalar que no regresa espontáneamente Es importante se˜ y, si no se trata, evoluciona durante varios meses con una sobreinfección secundaria frecuente (sobre todo por Staphylococcus aureus y más raramente por Candida albicans) [28, 31] . Esta sintomatología se explica por la encarnación progresiva de la tabla ungueal en el tejido periungueal (onicocriptosis), posible debido a la pérdida progresiva de la función de barrera de la capa córnea secundaria a la inhibición del receptor del EGF [1] . Por las mismas razones fisiopatológicas, a menudo se asocian fisuras cutáneas dolorosas y crónicas, que predominan claramente en el extremo distal de los dedos de las manos y en los talones [32] . El impacto funcional de estas lesiones también puede ser importante. La presentación clínica es similar a los anti-MEK o los inhibidores mTOR [22, 23] . Principios de tratamiento [2, 27–30, 32, 33] El tratamiento a menudo es delicado y se basa ante todo en una estrecha colaboración entre el oncólogo, el nalar podólogo y el dermatólogo. No obstante, hay que se˜ que un seguimiento riguroso y adecuado del paciente permite, en la gran mayoría de los casos, mantener el tratamiento antineoplásico. El paciente también debe educarse de manera preventiva respecto a esta toxicidad.

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A

B

Figura 9. Granulomas piógenos que aparecieron durante el tratamiento con anti-EGFR (receptor del factor de crecimiento epidérmico) (panitumumab y afatinib) (A, B).

En la práctica, deben evaluarse sistemáticamente varios factores antes de cualquier decisión terapéutica: • de entrada, la intensidad de los síntomas (clasificación clínica, de 0 a 3), así como el número de dedos de manos y pies afectados; • pero también la duración de los síntomas y la visibilidad para la continuación o no del tratamiento con anti-EGFR. En todos los casos, si existe una repercusión grave con impacto significativo sobre las actividades indispensables de la vida cotidiana (grado 3 según la clasificación internacional del National Cancer Institute, NCI CTCAE, versión 4), el tratamiento con terapia dirigida debe interrumpirse hasta el regreso a un grado 0/1. En la reintroducción, se discute de manera multidisciplinaria una disminución de la dosis. Además, en caso de impacto un poco más moderado, pero con lesiones múltiples y/o crónicas, debe discutirse una detención temporal de los anti-EGFR si la situación oncológica lo permite. Debe tomarse una muestra microbiológica ante la mínima duda clínica, y la infección debe tratarse específicamente según el antibiograma. Una vez que los granulomas piógenos mejoran, se puede pensar en una reintroducción más duradera del tratamiento antineoplásico si se si se asocia a una actitud terapéutica rigurosa y prospectiva del paciente. Paroniquia. El tratamiento es sintomático y se basa ante todo en la corticoterapia tópica, privilegiando las moléculas de elevada actividad (clobetasol crema o pomada). Las tetraciclinas también pueden disminuir la inflamación. El lugar del adapaleno tópico está por precisar. Granuloma piógeno. Dado su potencial impacto sobre la calidad de vida del paciente y la ausencia de regresión espontánea, esta lesión debe tratarse obligatoriamente. No existe consenso terapéutico, y el tratamiento se basa ante todo en la experiencia de cada uno y en la asociación de las medidas detalladas a continuación. En la práctica, la primera etapa debería ser un tratamiento podológico regular, con saneamiento de los na y recorte de la tabla encarnada. bordes laterales de la u˜ En caso de lesiones más importantes, puede pensarse en la colocación de ortesis podológicas por ortonixia (láminas de resina o de material compuesto pegadas de manera na) para elevar mecánicamente la encartransversal a la u˜ nación de la tabla en los rebordes laterales (Fig. 10). Debe plantearse con podólogos formados en este tipo de toxicidad oncológica. Con el mismo objetivo, pueden recomendarse al paciente medidas de taping (apósitos de forma espiral), muy fáciles de colocar. Estas medidas simples pueden permitir una mejora importante de las lesiones y de la repercusión funcional. También pueden aplicarse de manera preventiva en los pacientes «de nas en teja riesgo», con factores de riesgo demostrados (u˜

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Figura 10. Colocación de láminas para el tratamiento no quirúrgico de granulomas piógenos (con inhibidores mTOR [diana de rapamicina en células de mamífero]).

de Provenza, antecedentes de u˜ nas encarnadas, etc.), así como una ortoplastia. Esta última puede representar un medio eficaz para aislar el granuloma piógeno de los roces (calzado, dedos de los pies cercanos). Puede realizarse creando una ortoplastia protectora provista de un tope para impedir cualquier conflicto o con la ayuda de un separador del dedo gordo, en particular en caso de hallux valgus asociado. El modo de calzado también es determinante; el zapato debe ser amplio y ancho, para evitar los roces. Paralelamente, puede considerarse una reducción del volumen del granuloma piógeno. Se basa en la utilización de corticoides muy potentes (clobetasol), de la crioterapia y/o del nitrato de plata. Hay que asegurarse de la ausencia de sobreinfección asociada. En caso de persistencia de las lesiones a pesar de las medidas anteriores y/o de disminución de la dosis, hay que discutir la realización de un tratamiento quirúrgico radical por matricectomía y aplicación de fenol saturado («fenolización»). La realiza un operador entrenado con anestesia local (20 min, con torniquete). Permite una regresión completa de las lesiones y la ausencia de recidiva, al precio de un acortamiento de los bordes laterales de la tabla. La indicación ideal es una afectación paucilesional (uno o dos dedos de los pies) crónica, invalidante, en un paciente en el que el tratamiento antineoplásico puede tener que continuarse todavía varios meses. Fisuras (Fig. 11). Primero deben prevenirse limitando la xerosis cutánea inducida por el tratamiento dirigido, con la aplicación regular de emolientes. Cuando aparecen, la aplicación de cianoacrilato líquido en la lesión es, según la experiencia de los autores de este artículo, el

EMC - Podología

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Cuadro 3. Principales características del síndrome mano-pie.

Figura 11. Fisuras en el talón típicas inducidas por anti-EGFR (receptor del factor de crecimiento epidérmico) (erlotinib).

Figura 12. (sunitinib).

Hemorragias filiformes con los antiangiogénicos

tratamiento más eficaz, pero debe repetirse regularmente. El podólogo también puede aliviar al paciente realizando la ablación de la hiperqueratosis de alrededor de la fisura.

Afectaciones ungueales (Cuadro 1) Se observan más raramente con las terapias dirigidas [2] . Además, casi siempre son mínimas o moderadas en comparación con la quimioterapia y no requieren la detención del tratamiento antineoplásico. Anti-EGFR Los pacientes describen a menudo un crecimiento más nas frágiles y quebradizas. También lento de la tabla, con u˜ se puede observar una onicólisis muy distal, que no suele requerir tratamiento [30, 34, 35] . Inhibidores de mTOR También es posible una onicólisis, a veces un poco más marcada que con los anti-EGFR. Se ha descrito una distrofia ungueal, así como una coloración amarilla de las tablas [36] . Antiangiogénicos multidiana La aparición bastante rápida de hemorragias filiformes longitudinales y no dolorosas es muy característica (Fig. 12). Se trata más de un signo de impregnación que de un verdadero efecto indeseable y no requiere ningún tratamiento específico [37, 38] . Estas hemorragias están directamente relacionadas con la inhibición del receptor del VEGF (factor de crecimiento endotelial vascular).

 Síndrome mano-pie El síndrome mano-pie (o reacción de Burgdorf, eritrodisestesia palmoplantar, eritema acro) corresponde a la EMC - Podología

Criterios

Quimioterapia

Terapias dirigidas

Terminología anglosajona

Hand foot syndrome

Hand foot skin reaction

Principales moléculas inductoras

Capecitabina, taxanos, doxorrubicina liposomal, citarabina, fluorouracilo

Antiangiogénicos (sorafenib, sunitinib, axitinib, regorafenib), anti-BRAF (vemurafenib, dabrafenib)

Localización

Bilateral Predomina en las palmas

Bilateral Predomina en las plantas

Presentación clínica

Eritema difuso, edema, fisuras, ampollas

Hiperqueratosis inflamatoria en los puntos de contacto o de presión

aparición de un eritema agudo en las palmas y/o las plantas, de manera bilateral (pero no forzosamente simétrica) después de la introducción de un tratamiento antineoplánar de dolor y disestesias dolorosas, sico. Se suele acompa˜ que pueden preceder al desarrollo de las lesiones dermatológicas [17, 39, 40] . Se describió inicialmente en la década de 1970 con algunos quimioterapéuticos, pero se observa también con terapias dirigidas particulares. Sin embargo, si bien el término es el mismo, la sintomatología difiere claramente entre quimioterapia y terapia dirigida [6, 41] (Cuadro 3). El síndrome mano-pie aparece, en general, bastante rápidamente después de la introducción del tratamiento antineoplásico (primer mes) y regresa completamente en unos días o semanas al suspenderlo. Suele ser dependiente de la dosis. Siempre es bilateral (si una planta está afectada, la otra también), pero sólo se localiza en las palmas o en las plantas o, al contrario, afecta a las cuatro extremidades a la vez. El impacto funcional sobre la calidad de vida puede ser importante [42] , pues limita las actividades de la vida cotidiana, como caminar, vestirse, conducir, realizar actividades de ocio (jardinería, bricolaje, etc.) y, a veces, incluso comer. También puede imponer la posición acostada. La intensidad del síndrome mano-pie debe valorarse regularmente, utilizando herramientas específicas (en especial la clasificación internacional NCI CTCAE, versión 4). El síndrome mano-pie (pero también las otras toxicidades dermatológicas de los antineoplásicos) debe evaluarse no solamente midiendo su intensidad, sino también su duración en el tiempo. A menudo resulta más fácil para el paciente soportar un efecto indeseable intenso pero de corta duración que otro menos grave pero que no regresa. Esto se aplica especialmente al síndrome manopie.

Síndrome mano-pie y quimioterapia Moléculas inductoras Las principales moléculas de quimioterapia implicadas son la capecitabina (50% de los pacientes) y la doxorrubicina liposomal (30% de los pacientes) [6, 43, 44] . Sin embargo, puede observarse un síndrome mano-pie con otras muchas moléculas, en particular los taxanos (docetaxel, paclitaxel), la citarabina, la ciclofosfamida, el fluorouracilo, el etopósido, la vincristina, la bleomicina, el irinotecán, etc. También hay que recordar que estos quimioterapéuticos a menudo se utilizan en asociación, lo cual aumenta el riesgo de desarrollar una toxicidad. La predilección por las regiones palmoplantares se explica potencialmente por la densidad elevada de glándulas ecrinas en estas zonas anatómicas, dado que los quimioterapéuticos a menudo se excretan de manera preferente por el sudor. Además, la rica red capilar, así como

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la renovación más rápida de los queratinocitos, también pueden representar factores favorecedores [39] .

Presentación clínica El síndrome mano-pie puede afectar tanto a las plantas como a las palmas (Fig. 13), pero predomina en estas últimas [6] . Se manifiesta casi siempre por un eritema difuso palmar y/o plantar, bilateral, doloroso (sensación de quemadura o de escozor, prurito, etc.), a veces edematoso o ampolloso, con un impacto funcional variable (Cuadro 3) [6, 41–44] . Cuando las lesiones persisten, se suele asociar una hiperqueratosis amplia con posible formación de fisuras (Fig. 14A, B). En casos extremos, las huellas digitales pueden desparecer y el sentido del tacto se puede alterar gravemente. Pueden existir ciertas variantes clínicas, en particular: • un síndrome PATEO (periarticular thenar erythema and onycholysis), que sólo se observa con los taxanos. Corresponde a un síndrome mano-pie «invertido», es decir, que se localiza en la cara dorsal de las manos o los pies. Se asocia clásicamente a una onicólisis [11] ; • una pigmentación asociada, sobre todo visible con la capecitabina. Pueden individualizarse lentigos difusos en este contexto [16] .

Principios del tratamiento El objetivo del tratamiento debe ser acompa˜ nar al paciente para mantener el tratamiento antineoplásico, a la vez que se limita el impacto sobre la calidad de vida. Debe hacerse una vez más en colaboración estrecha y multidisciplinaria con el oncólogo y los diferentes actores que intervienen en el recorrido de tratamientos del paciente. En función del pronóstico y la gravedad del síndrome mano-pie, puede decidirse una disminución de la dosis

o una detención transitoria o definitiva del tratamiento antineoplásico, pues el síndrome mano-pie casi siempre es dependiente de la dosis. De manera sintomática, puede proponerse, en caso de dolor [6] : • la aplicación tópica de dermocorticoides de actividad intensa (por ejemplo, clobetasol en pomada o en crema); • colocación palmoplantar de parches de lidocaína al 5%; • analgésicos adecuados al dolor. En algunas formas graves y/o rápidamente recidivantes, pueden proponerse los corticoides por vía oral y, sobre todo, los antiinflamatorios no esteroideos inhibidores de la COX2 (celecoxib). En la experiencia de los autores de este artículo, estos últimos a menudo son muy eficaces, aunque esto todavía debe confirmarse de manera prospectiva [45] . En cambio, el interés de la piridoxina no se ha demostrado [6, 45] . En todos los casos, debe ponerse en marcha una educación terapéutica desde la instauración del tratamiento inductor, que comprende entre otros la prevención de los contactos exagerados (calzado amplio, utilización de materias naturales, como la piel para el calzado y el algodón para los calcetines, eliminación de las caminatas y de las posiciones de pie prolongadas, etc.), el seguimiento de una higiene rigurosa (empleo de productos sin jabón y supergrasos, agua tibia) y la aplicación regular de emolientes (una o dos veces al día, durante todo el tratamiento). Un efecto refrescante a veces puede ser útil, en particular en caso de quemazón persistente (aplicación de bolsas de hielo, colocación de los emolientes en la nevera, etc.). Por lo tanto, el reto es importante y el podólogo tiene un doble papel de prevención y de tratamiento. En namiento podolóefecto, puede ser necesario un acompa˜ gico durante todo el tratamiento, que permita optimizar la educación del paciente y mejorar el estado local cutáneo (por ejemplo, practicando la abrasión suave de las hiperqueratosis y los bordes de rágades).

Síndrome mano-pie y terapias dirigidas Moléculas inductoras

Figura 13. Síndrome mano-pie con afectación palmar difusa bilateral (doxorrubicina liposomal).

El síndrome mano-pie inducido por las terapias dirigidas sólo se observa con algunas familias específicas: • los antiangiogénicos multidiana, que inhiben a los receptores VEGF y PDGF (factor de crecimiento derivado de las plaquetas): regorafenib (60% de los pacientes, el 20% de los cuales presentan un grado 3), sorafenib (30%), sunitinib (20%), axitinib (20-30%) y excepcionalmente el pazopanib [3, 29, 30, 38, 46–48] ; • los inhibidores BRAF: vemurafenib, dabrafenib (25% de los casos, grado 3 poco frecuente) [23, 49] .

A

B

Figura 14. A. Síndrome mano-pie plantar incipiente por quimioterapia (capecitabina, grado 2 leve). B. Síndrome mano-pie plantar crónico, asociado a fisuras y a una hiperqueratosis (capecitabina, grado 2 grave).

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A

B Figura 15. Síndrome mano-pie con terapias dirigidas (antiangiogénicos e inhibidores BRAF) con hiperqueratosis inflamatoria característica localizada en los puntos de apoyo palmares y plantares (A-C).

C

Presentación clínica

[3, 23, 29, 46–48]

Este síndrome mano-pie aparece bastante rápidamente después del inicio del tratamiento (2- 4 semanas en promedio). La afectación también es bilateral, con un impacto funcional que puede ser importante. Predomina claramente en las zonas plantares. Su presentación clínica difiere significativamente de la observada con los quimioterapéuticos (Cuadro 3). Por otra parte, estas dos entidades se describen por separado en las publicaciones anglosajonas: hand foot syndrome (quimioterapia) frente a hand foot skin reaction (terapias dirigidas). Las lesiones predominan en las zonas de traumatismo o de contacto: paleta metatarsiana, talón, primer radio, cara lateral de los dedos de los pies, istmo externo de los pies, verrugas o callos preexistentes, zonas de prensión de la mano (articulaciones interfalángicas, por ejemplo). Se presentan en forma de una hiperqueratosis inflamatoria bastante característica, dolorosa y a menudo rodeada de un halo eritematoso (Fig. 15A a C). También puede observarse un despegamiento ampolloso en las formas graves.

Principios de tratamiento Todas las medidas y consejos recomendados en el parágrafo anterior (quimioterapia) se aplican también aquí. No obstante, conviene insistir en el papel que desempe˜ nan los traumatismos y los contactos exagerados en el desencadenamiento o la gravedad de las lesiones. Por lo tanto, debe reforzarse la educación del paciente, para reducir estos factores desencadenantes. Así pues, el papel del podólogo es todavía más preponderante. Idealmente, debe realizarse un estudio podológico al instaurar el tratamiento, para anticipar y limitar las afectaciones futuras: identificación y corrección de las zonas de hiperapoyo o de deformación. Sin embargo, el recorrido de tratamientos y la gestión de las otras toxicidades debidas a estas terapias dirigidas dificultan la realización sistemática de esta evaluación podológica inicial. Debe reservarse sobre todo a los pacientes que ya han EMC - Podología

desarrollado uno o varios episodios inflamatorios plantares. El podólogo puede intervenir entonces durante la fase «fría» (sin inflamación), reforzando la educación del paciente y realizando una abrasión suave de las zonas hiperqueratósicas. Es necesario tomar ciertas precauciones, pues esta hiperqueratosis tiene una consistencia «acartonada» y su ablación se produce por placa. Una abrasión demasiado importante puede hacer surgir una piel todavía inflamatoria. La dificultad de esta curación consiste en eliminar suficiente hiperqueratosis para aliviar al paciente pero dejando un grosor suficiente para aislar la piel. En cambio, no se recomienda realizar una sesión de pedicura durante la fase «caliente», pues la inflamación es demasiado intensa y el paciente tiene dolor. Las ortesis plantares pueden ser muy útiles en este contexto, pues permiten una distribución de las cargas de los hiperapoyos que aíslan las zonas dolorosas. En este caso,

“ Puntos esenciales • La toxicidad podológica de los quimioterapéuticos y las terapias dirigidas es muy frecuente y a menudo impactante para el paciente. • Los quimioterapéuticos producen sobre todo una toxicidad ungueal (onicólisis, líneas de Beau, melanoniquia, onicomadesis, u˜ nas frágiles). • Las terapias dirigidas se asocian más bien a una toxicidad periungueal (paroniquia, granuloma piógeno). • Las dos familias terapéuticas pueden inducir un síndrome mano-pie, que siempre es bilateral. • El síndrome mano-pie es difuso con los agentes quimioterapéuticos. • El síndrome mano-pie es localizado e hiperqueratósico con las terapias dirigidas y predomina en los puntos de apoyo.

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es conveniente utilizar materiales flexibles y gruesos, con un recubrimiento de piel.

 Conclusión La toxicidad podológica inducida por los tratamientos antineoplásicos es a la vez muy frecuente y variada: afectaciones ungueales o periungueales, fisuras, síndrome mano-pie, etc. Pueden producir un impacto funcional o estético importante en los pacientes tratados y requerir la detención del tratamiento inductor. El pedicuro-podólogo nar un papel importante en el recorrido debe desempe˜ de tratamientos de los pacientes en oncología, participando activamente en el tratamiento de estos síntomas a menudo dolorosos.

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