COMENTARIOS A LOS CASOS
Casos en imagen 3.—MESOTELIOMA QUÍSTICO PERITONEAL BENIGNO. LEIOMIOMA UTERINO Diagnóstico final
Mesotelioma quístico peritoneal benigno. Leiomioma uterino. Hallazgos radiológicos
Tomografía computarizada (TC) realizada tras la administración de contraste oral e intravenoso. Masa de gran tamaño (23 × 10 cm), con límites bien definidos, que se extiende desde la pelvis hasta el mesogastrio desplazando las asas intestinales hacia arriba. Presenta una captación del contraste heterogénea y algunas calcificaciones puntiformes aisladas (figs. 1-4). Se aprecian imágenes de morfología tubular, muy realzadas con el contraste, que parten de la región pélvica en relación con el aumento de la vascularización uterina (fig. 4). Por otro lado, se objetivan imágenes de bajo coeficiente de atenuación (14-18 unidades Hounsfield) que se extienden desde la región anexial izquierda (fig. 4) hasta la cara anterior del polo inferior renal (fig. 1). La lesión acompaña en su trayecto a los vasos ilíacos desde pelvis (fig. 3) hasta situarse adyacente al músculo psoas, junto a la vena gonadal izquierda, la cual se encuentra aumentada de tamaño (fig. 2). Comentario
El mesotelioma quístico peritoneal benigno es una lesión multiquística y difusa que interesa al peritoneo, el omento y las vísceras abdominopélvicas1. Se trata de una entidad muy poco frecuente del que se ha descrito poco más de 130 casos en la bibiliografía2. Tiene predilección por el sexo femenino y, aunque se ha descrito en todas las edades, es más frecuente entre la tercera y quinta décadas de la vida1,3-5. No se relaciona con el asbesto y algunos autores han señalado como posibles factores predisponentes la irritación crónica del peritoneo (cuerpos extraños, procesos infecciosos o endometriosis)2 así como las intervenciones quirúrgicas previas4. Sin embargo, la patogenia del mesotelioma quístico peritoneal benigno es aún desconocida. El quiste o los múltiples quistes se encuentran bien sobre la superficie del peritoneo o bien libres dentro de la cavidad peritoneal6. Histológicamente, son masas quísticas lobuladas que constan de una pared fina compuesta de tejido conectivo fibroso y una capa simple de epitelio aplanado o cuboideo4,6. El examen por microscopia electrónica o las técnicas de inmunohistoquímica son necesarios para demostrar el origen mesotelial de estas lesiones5,6. La presencia de calcificaciones es muy poco frecuente3 y, en ocasiones, se acompaña de ascitis5. Suele presentarse clínicamente en forma de dolor abdominal y, menos frecuentemente, como masa palpable1,3. No es raro que sea asintomático (18% de los casos) y que su hallazgo sea incidental3. Ecográficamente aparece como múltiples imágenes quísticas que suelen tener su origen en la pelvis7. En la TC se visualiza una masa multioculada, con quistes de tamaño muy
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variable (desde milímetros hasta varios centímetros de diámetro), de pared fina y con un coeficiente de atenuación con valores cercanos al agua, que desplaza las estructuras abdominopélvicas sin invadirlas. En ocasiones, aparecen focos a distancia. En la resonancia magnética la lesión quística multitabacada se muestra hipointensa en las imágenes potenciadas en T1 e hiperintensa o moderadamente hiperintensa en las potenciadas en T2. Los finos tabiques pueden mostrar un moderado realce tras la administración de contraste7. El diagnóstico diferencial hay que realizarlo con el linfangioma, los quistes mesentéricos y omentales, los cistoadenomas y los cistoadenocarcinomas de origen ovárico, los teratomas, el seudomixoma peritoneal y otras lesiones quísticas abdominopélvicas1. El tratamiento de elección es el quirúrgico y, aunque no maligniza, tiene alta tendencia a la recurrencia que oscila entre el 25% y el 75% según las series1,4,5,7. El leiomioma es la masa uterina más frecuente, apareciendo en más del 50% de las mujeres en edad fértil8. En la TC suele aparecer en forma de un útero aumentado de tamaño y con el contorno deformado. Generalmente muestran una densidad sólida y homogéneas aunque puede ser heterogénea si existe degeneración hialina o quística. El hallazgo más específico de leiomioma es la presencia de calcificaciones distróficas9. BIBLIOGRAFÍA 1. O’Neill JD, Ros PR, Storm BL, Buck JL, Wilkinson EJ. Cystic mesothelioma of the peritoneum. Radiology 1989;170:333-7. 2. Cervone P, Boso Carreta F, Painvain E, Marchiani E, Montanino G. Peritoneal cyst. A case report. Minerva Ginecol 1999;51(11):449-51. 3. Hassan AKH, Sinclair DJ. Case report: Calcification in benign cystic peritoneal mesothelioma. Clin Radiol 1993;48:66-7. 4. Takenouichi Y, Oda K, Takahara O, Niinomi N, Ichikawa M, Yokoi S, et al. Report of a case of benign cystic mesothelioma. Am J Gastroenterol 1995;90(7):1165-7. 5. McCullagh M, Keen Ch, Dyckes E. Cystic mesothelioma of the peritoneum: a rare cause of «ascites» in children. J Pediatr Surg 1994; 29(9):1205-7. 6. Moore JH, Crum CP, Chandler JG, Feldman PS. Benign cystic mesothelioma. Cancer 1980;45:2395-9. 7. Ozgen A, Akata D, Akhan O, Tez M, Gedikoglu G, Ozmen MN. Giant benign cystic peritoneal mesothelioma: US, CT, and MRI findings. Abdom Imaging 1998;23(5):502-4. 8. Stewart EA. Uterine fibroids. Lancet 2001;357(9252);293-8. 9. Karasick S, Lev-Toaff AS, Toaff ME. Imaging of uterine leiomyomas. AJR 1992;158:799-805. Correspondencia: Antonio Cano Sánchez. Unidad de Resonancia Magnética. Servicio de Radiodiagnóstico. Hospital Universitario «Reina Sofía». Avda. Menéndez Pidal, s/n. 14004 Córdoba. e-mail:
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Radiología 2003;45(1):50-52
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