Correo de los lectores
El pronóstico de estos pacientes es excelente, con una disminución paulatina de la sintomatología y una remisión completa en 1-2 semanas. En conclusión, la apendicitis epiploica se considera como una patología infrecuente6, aunque probablemente esté infradiagnosticada dada la espontánea resolución del cuadro clínico que a veces lleva a los pacientes a no consultar y el desconocimiento de esta entidad desde el punto de vista clínico por muchos profesionales que no la consideran en el diagnóstico diferencial de dolor abdominal izquierdo. La lentitud en el acceso a pruebas de imágenes junto a la rápida resolución deja posiblemente muchos casos sin etiquetar. Es posible que muchas se diagnostiquen como una diverticulitis leve, con buena respuesta al tratamiento médico o dada la escasa manifestación general, debido a lo inespecífico de los exámenes de laboratorio y que muchas pasen desapercibidas. En la práctica clínica cotidiana, debemos incluir la apendicitis epiploica y tenerla siempre presente en el diagnóstico diferencial del dolor abdominal agudo.
Cristina Belló González*, Paula Hernanz López y María Anadón González
Figura 1. Lipoatrofia por insulina en brazo.
Centro de Salud La Chopera. Dirección Asistencial Norte. Madrid. España. *Correo electrónico:
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Bibliografía 1. León-Hernández A, Palacios-Acosta JM, Guzmán-Mejía JI, ShalkowKlincovstei J. Apendicitis epiploica. Informe de un caso y revisión de la literatura. Acta Pediatr Mex. 2010;31:6-10. 2. González Vega I, García Pérez D, Álvarez Álvarez A, Rizzo Ramos JL, García Muñiz JL, Pérez Ricarte P. Apendagitis epiploica como etiología de dolor abdominal agudo. Rev Esp Enferm Dig. 2008;100:800-1. 3. De Castro García FJ, Santos Sánchez JA, García Iñigo P, Díez Hernández JC. Apendicitis epiploica, Rev Esp Enferm Dig. 2006;98: 140-2. 4. Rodríguez Gandía MÁ, Moreira Vicente V, Gallego Rivera I, Rivero Fernández M, Garrido Gómez E. Apendicitis epiploica: la otra apendicitis. Gastroenterología y Hepatología. 2008;31:98-103. 5. Miguel A, Ripollés T, Martínez MJ, Morote V, Ruiz A. Apendicitis epiploica e infarto omental. Hallazgos en ecografía y tomografía computarizada, Radiología, 2001;43:395-401. 6. Varela C, Fuentes M, Rivadeneira R. Procesos inflamatorios del tejido adiposo intraabdominal, causa no quirúrgica de dolor abdominal agudo: hallazgos en tomografía computada. Revista Chilena de Radiología. 2004;10:28-33
“Doctora, se me ha hundido la piel en los brazos y el abdomen” Sr. Director: Se trata de una mujer de 86 años con antecedentes personales de diabetes mellitus tipo 2 diagnosticada en 1990 con aceptable control metabólico (hemoglobinas glucosiladas en torno a 8%, teniendo en cuenta la edad y comorbilidades) en tratamiento con pauta bolo-basal, usando insulina glargina 22 UI nocturnas e insulina rápida según controles glucémicos previos a ingesta. Como otros antecedentes patológicos relevantes presenta hipotiroidismo primario, insuficiencia renal crónica estadio 3b sin microalbuminuria, dislipemia, sobrepeso y síndrome ansioso-depresivo. La paciente refiere aparición de “zonas hundidas en la piel” en ambos brazos y abdomen, indoloras, de meses de evolución, coincidentes con la zona de inyección de la insulina.
Figuras 2 y 3. Lipoatrofias abdominales debidos al tratamiento insulínico.
En la exploración física, se observan varias regiones deprimidas en la piel en brazos y abdomen, que no presentan dolor a la palpación, en zonas de inyección de la insulina con piel suprayacente normal (figs. 1-3). Las lesiones son compatibles con lipoatrofia localizada por inyecciones de insulina. FMC. 2016;23(2):111-4
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Las lipoatrofías son hendiduras o muescas de la piel producidas por una disminución o pérdida del tejido graso subcutáneo en el sitio de inyección de la insulina o cerca de él. Clínicamente, se evidencia un área deprimida de la piel normal, que ocurre con más frecuencia en los brazos y muslos de niños y mujeres jóvenes. Estas lesiones parecen deberse a reacciones de tipo inmunológico inducidas por la propia insulina. Las lipoatrofias eran muy frecuentes con la utilización de insulinas de origen animal y representaban un grave problema para los pacientes que las desarrollaban. En la actualidad, desde la utilización de insulinas humanas y análogos de la insulina, su incidencia se ha reducido. Sin embargo, aún siguen siendo un problema muy grave, tanto estético como de control metabólico, para el paciente que las desarrolla. Así, se han descrito casos de lipoatrofia insulínica con insulinas humanas y análogos de la insulina glargina, detemir, lispro y aspart1-4. La prevención es la mejor conducta, utilizando insulinas purificadas humanas y realizando programas de educación sanitaria para una correcta técnica de inyección, rotando el sitio en el que se realiza. El tratamiento, cuando la lipoatrofia ya ha aparecido, precisa cambiar el tipo de insulina y/o el sistema de administración. Puede intentarse la terapia con infusión subcutánea continua de insulina, aunque también se han descrito lipoatrofias con esta terapia 5-7. También se han utilizado glucocorticoides intralesionales8 y, recientemente, tratamiento tópico con cromoglicato sódico en las zonas afectadas 2 veces al día con excelentes resultados9. En ese estudio se utilizó el tratamiento en pacientes que habían desarrollado lipoatrofias con diferentes tipos de insulinas humanas, como la insulina NPH, la regular y los análogos de insulina rápida y lenta. La recuperación de la zona afectada pudo observarse a las 2 semanas del tratamiento. Además, se comprobó que su empleo en las zonas sanas prevenía la aparición de nuevas lipoatrofias. Además de todo
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lo anterior, se puede recurrir a la cirugía plástica en pacientes seleccionados con lipoatrofias muy antiestéticas.
Paula Hernanz López*, Pilar Moreno Cano y Cristina Bello González Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud La Chopera. Dirección Asistencial Norte. Alcobendas. Madrid. España *Correo electrónico:
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