Cartas al Editor
P. Blanco-Ons Fernándeza, L. Sánchez Santosb, M. Domínguez Pérezc, F. Martinón Torresc y A. Rodríguez Núñezc aCentro de Saúde de Melide. bCentro de Saúde de Arzúa. A Coruña. cServicio de Críticos y Urgencias Pediátricas. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. España. Correspondencia: Dr. A. Rodríguez Núñez. Servicio de Críticos y Urgencias Pediátricas. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. Choupana, s/n. 15706 Santiago de Compostela. España. Correo electrónico:
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BIBLIOGRAFÍA 1. National Academy of Sciences/National Research Council. Accidental death and disabilities: The neglected disease of modern society. Washington: 1966, NAS/NRC. 2. Christoffel T, Gallagher SS. Injury prevention and public health: Practical knowledge, skills, and strategies. Gaithersburg; 1999, Aspen. 3. Pomerantz WJ, Gittelman MA, Smith GA. No license required: Severe pediatric motorbike-related injuries in Ohio. Pediatrics. 2005;115:704-9. 4. American Academy of Pediatrics. Committee on injury and poison prevention. All-terrain vehicle injury prevention: Two-, three-, and four-wheeled unlicensed motor vehicles. Pediatrics. 2000;105:1352-4. 5. Vane DW. Motorized vehicles for children: A new public health problem. Pediatrics. 2005;115:1087. 6. LaTorre G, Bertazzoni G, Zotta D, Van Beek E, Ricciardi G. Epidemiology of accidents among users of two-wheeled motor vehicles: A surveillance study in tow Italian cities. Eur J Public Health. 2002;12:99-103. 7. Anuario Estadístico de la Dirección General de Tráfico de 2004. Datos preliminares (fuente Automovilistas Europeos Asociados, 12-9-05). 8. Gorrotxategi Gorrotxategi P, González Conde L, Ibarguren Aguirre O. Utilización del casco en bicicleta y motocicleta. An Pediatr (Barc). 2005;62:381-92. 9. Fernández Sanmartín M, Cabanas Rodríguez P, Granero Asencio M, Saavedra Chaves E, Martínez Pérez L, Berduras Rodríguez MI, et al. Cambio de actitudes respecto al uso de casco en bicicleta después de sufrir un accidente grave. An Pediatr (Barc). 2004;60:189-90. 10. Disponible en: http://www.aeped.es/te_necesitan_protegeles.htm (acceso 9-05).
Minimotos: un nuevo aspecto de un viejo problema Sr. Editor: Las minimotos, unos juguetes-vehículos de alto riesgo para los niños, han irrumpido en los últimos años en nuestro entorno y plantean un nuevo aspecto de un viejo problema: el de la seguridad vial y la prevención de accidentes, que debería ser reconocido y asumido por los pediatras1,2.
Presentamos el siguiente caso clínico: Hace pocas semanas, un padre acudió a una atracción de feria con sus 2 hijos. Tras participar en una tómbola, la niña (de 8 años) resultó agraciada con uno de los premios estrella de la atracción: una magnífica minimoto. El padre, confuso y preocupado, acudió a su pediatra para pedir consejo acerca de la actitud que tomar con su hija y el premio recibido.
Las lesiones accidentales son uno de los principales problemas de salud en todo el mundo no sólo por su mortalidad, sino también por la morbilidad asociada y las secuelas que provocan. Los accidentes se han considerado la causa más importante de años de vida perdidos en todas las edades 3. En concreto, los accidentes de tráfico constituyen la tercera causa de muerte entre los 5 y 14 años de edad y la primera entre los 15 y 44 años en todo el mundo 4. En España, en 2004, un total de 6.079 menores de 15 años resultaron muertos o heridos en accidentes de tráfico; de ellos, 514 viajaban en ciclomotores 5. Por otro lado, las consecuencias a largo plazo de los traumatismos, en cuanto a su repercusión sobre la calidad de vida y la alteración del proyecto vital que provocan las discapacidades derivadas (tanto las evidentes como aquéllas más sutiles), son poco conocidas y posiblemente estén subestimadas. Las minimotos se han comercializado recientemente en nuestro país, con gran éxito gracias a su precio asequible y la falta de apreciación de sus posibles riesgos por parte de los adultos que las compran. Por otra parte, la publicidad e incluso promoción oficial de la conducción de motos de considerable potencia por parte de niños de hasta 8 años 6 puede inducir a muchos padres a pensar que su manipulación puede ser controlada y segura. Hasta hace poco carecíamos de referencias sobre las lesiones provocadas por las minimotos; sin embargo, datos recientes señalan la peligrosidad de estos juguetes-vehículos, tanto para sus conductores como para otras personas 1,2. En 2003, en Estados Unidos, fueron atendidas en urgencias 2.345 personas por lesiones provocadas por minimotos y la asociación WATCH (el mundo contra los juguetes que causan daños) ha señalado las minimotos como uno de los 10 juguetes más peligrosos del 2004 7. La Academia Americana de Pediatría ha desaconsejado rotundamente su uso, incluso por niños mayores (entre 12 y 16 años) 8. Una revisión, aunque sea somera, de las características de las minimotos hace evidente su peligrosidad potencial: se trata de motos de competición en miniatura 1, de pequeño tamaño, peso muy ligero, gran potencia en relación con el peso, aceleración rápida, difíciles de manejar, con frenos poco fiables en muchos casos y en otros con una construcción y diseño deficiente1. Estas motos han sido introducidas en el mercado mediante agresivas técnicas comerciales, de modo que su precio en muchos casos es inferior a 300 euros, lo que las hace muy accesibles para un porcentaje elevado de familias. Si bien sólo pueden ser utilizadas por adultos y fuera de la vía pública, muchos padres se las compran a sus hijos, como juguetes o bien para que se inicien en el mundo del motor. Algunos fabricantes incluso señalan que pueden ser utilizadas por niños de 3 años1. Como referencia de la importancia del mercado de las minimotos, puede decirse que en una búsqueda básica en Google, limitada a páginas en español, aparecen 332.000 páginas sobre minimotos 9. En cambio, si se busca: “minimotos y prevención de lesiones y niños”, sólo aparecen 44 páginas, de las cuales 41 son enlaces no relacionados y tres son breves notas de prensa 9. Esto indica la abrumadora superioridad de la presión vendedora fren-
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te a la posibilidad de obtener alguna información sobre prevención de los riesgos que puede tener el producto. Por todo ello y desde nuestro punto de vista, vemos con preocupación la proliferación de estos peligrosos vehículos, así como la pasividad de las instituciones públicas a la hora de legislar y controlar la comercialización y utilización de dichos dispositivos; por no hablar de la ausencia de esfuerzos para informar y educar sobre los riesgos de su manejo a los padres y a los profesionales, como se decía antes, los primeros a quienes suelen acudir buscando consejo, como por ejemplo, los pediatras. Si bien los cambios legislativos se han mostrado más efectivos para prevenir los accidentes que las campañas de divulgación y el consejo especializado, todas las estrategias preventivas son complementarias y deberían aplicarse. En este sentido, consideramos que la Asociación Española de Pediatría, claramente posicionada a favor de campañas de prevención de los accidentes infantiles10, debería tratar de prevenir el uso inadecuado de estos vehículos de motor y sus accidentes.
P. Blanco-Ons Fernándeza, L. Sánchez Santosb y A. Rodríguez Núñezc aCentro de Saúde de Melide. bCentro de Saúde de Arzúa. A Coruña. cServicio de Críticos y Urgencias Pediátricas, Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. España. Correspondencia: Dr. A. Rodríguez Núñez. Servicio de Críticos y Urgencias Pediátricas. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. Choupana, s/n. 15706 Santiago de Compostela. España. Correo electrónico:
[email protected]
BIBLIOGRAFÍA 1. Lace JK, Goldstein B. Kids and motorbikes: The need for speed. Pediatrics. 2005;115:1085-6. 2. Pomerantz WJ, Gittelman MA, Smith GA. No license required: Sever pediatric motorbike-related injuries in Ohio. Pediatrics. 2005;115:704-9. 3. National Center for Health Statistics: Health, United Status, 1996-97 and injury chartbook. Hyattsville, Md, 1997, NHCS. 4. World Health Organization: Injury: A leading cause of the global burden of diesease, Genève: 2001, WHO. Disponible en: www.who.int/violence_injury_prevention/injury/burden.htm (acceso 05/01). 5. Anuario Estadístico de la Dirección General de Tráfico de 2004. Datos preliminares (fuente Automovilistas Europeos Asociados, 12-9-05). 6. Rodríguez Núñez A, Perea Rodríguez ME, Martinón Torres F. ¿Respetamos los derechos del niño? An Pediatr (Barc). 2004;61: 442-54. 7. American Academy of Pediatrics. Committee on injury and poison prevention. All-terrain vehicle injury prevention: Two-, three-, and four-wheeled unlicensed motor vehicles. Pediatrics. 2000;105:1352-4. 8. Disponible en: http://www.google.com (acceso 9-05). 9. Disponible en: http:www.ctsafekids.org (acceso 9-05). 10. Disponible en: http://www.aeped.es/te_necesitan_protegeles.htm (acceso 9-05).
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Incremento en la incidencia de los derrames pleurales paraneumónicos Sr. Editor: Hemos leído con interés el artículo sobre utilidad del tratamiento con urocinasa en los derrames pleurales paraneumónicos 1. Los autores realizan interesantes aportaciones sobre el tratamiento de este cuadro y destacan el incremento en la incidencia y severidad del empiema pleural en los últimos años, aunque no analizan en profundidad este cambio epidemiológico. En la última década se ha apreciado una emergencia de los derrames paraneumónicos complicados en la población pediátrica de nuestro medio 2, en concordancia con publicaciones previas que alertaban sobre el aumento de los empiemas pleurales de etiología neumocócica en otras áreas geográficas 3,4. Estos estudios sugieren que este incremento puede estar causado en parte por una circulación incrementada de clonas hipervirulentas de Streptococcus pneumoniae, y en especial el serotipo 1. En nuestro país, los datos sobre serotipación en muestras pleurales son muy escasos. Es probable que al igual que en otros países, clonas de serotipos de alta virulencia, principalmente del serotipo 1, sean los responsables de una significativa proporción de casos de empiema pleural pediátrico (Fernández Almagro, Moreno Pérez, comunicaciones personales). Otros hallazgos epidemiológicos sugieren que los serotipos no vacunales podrían tener cierta relevancia en la etiología de este proceso. En nuestra experiencia, el empiema afecta hoy en día a niños relativamente mayores (edad media de 51 meses) 5. Según estas edades, la prevalencia de serotipos no vacunales se incrementa en los casos de enfermedad neumocócica, por la adquisición de inmunidad específica frente a los serotipos vacunales, que son los colonizantes habituales de la nasofaringe en los niños pequeños 6. Por otra parte, el 19 % (3/16) de nuestros pacientes con empiema de etiología neumocócica confirmada habían recibido las dosis correspondientes de vacuna conjugada antineumocócica. Finalmente, los aislamientos pleurales neumocócicos muestran un poca resistencia a la penicilina (3/18; 11 %) 2,5, inferiores a las encontradas en aislamientos de niños de cualquier otra localización, lo que indica que estos microorganismos no han tenido una importante presión selectiva antibiótica, como ocurre con los serotipos que habitualmente colonizan la nasofaringe de los niños pequeños. En los últimos años se han desarrollado técnicas moleculares que pueden facilitar la investigación sobre la epidemiología del empiema pleural 7. La incorporación de la PCR diagnóstica, basada en una secuencia del gen de la neumolisina, nos ha permitido realizar un diagnóstico etiológico en > 80 % de niños con empiema, frente al 20 % de la microbiología convencional y estamos desarrollando la detección genotípica de resistencias y el tipaje molecular directo en muestras de líquido pleural 5. Este abordaje molecular es importante para aclarar las incertidumbres sobre la eficacia de la vacuna conjugada 7-v (aparición de enfermedad por reemplazamiento, y amortiguación del impacto beneficioso a largo plazo sobre resistencias, por los fenómenos de intercambio capsular). A este respecto, se ha comunicado muy recientemente que durante el período de posvacunación, 2001-2003, de forma paralela al descenso global de incidencia