Zoonosis por animales no domésticos

Zoonosis por animales no domésticos

EDITORIAL Zoonosis por animales no domésticos J. Moreno Izarra y J. de la Torre Cisneros Sección de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario ...

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EDITORIAL

Zoonosis por animales no domésticos J. Moreno Izarra y J. de la Torre Cisneros Sección de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario Reina Sofía. Córdoba.

Existen más de un centenar de infecciones zoonóticas que pueden transmitirse al humano desde animales no domésticos. Enfermedades como la fiebre negra o la peste, ampliamente descritas ya en textos bíblicos, han devastado con letales epidemias sucesivas culturas y diferentes regiones geográficas, estimándose que mataron a una cuarta parte de la población medieval europea. Lejos de ser meros legados históricos, estas antiguas enfermedades infecciosas siguen en plena vigencia como demuestra el reciente brote epidémico de peste en la India en 1994 1. A estas zoonosis no domésticas clásicas se añaden otras emergentes, como la enfermedad de Lyme, la tularemia, las fiebres hemorrágicas o la babesiosis, constituyendo en los albores del tercer milenio un problema sanitario mundial de primer orden. En nuestro entorno, los grupos de alto riesgo para sufrir zoonosis no domésticas son personas con actividades de tiempo libre, como excursionistas, montañeros, cazadores, espeleólogos y pescadores deportivos; personas con trabajos relacionados con el campo, biólogos, veterinarios, trabajadores de laboratorios experimentales y parques zoológicos, y personas que realizan viajes de aventura a regiones exóticas donde ciertos patógenos son endémicos. Las zoonosis pueden transmitirse al humano a través de picaduras o mordeduras de animales, vectores artrópodos, contacto directo, ingesta de alimentos y agua contaminados y recientemente a través del xenotrasplante de órganos. Aunque en los primeros intentos a principios de los años noventa se utilizaron órganos de primates (babuinos), actualmente se considera al cerdo transgénico el animal donante idóneo, por lo que en el futuro las posibles zoonosis transmitidas al receptor de un xenotrasplante serán de origen porcino y tendrán por tanto carácter doméstico 2. Existen zoonosis bacterianas con reservorios no domésticos que son emergentes en nuestro país debido al mayor conocimiento de su ecología y epidemiología y al perfeccionamiento de los métodos diagnósticos. De esta forma se han comunicado en los últimos años en España un importante número de casos de tularemia, principalmente en Castilla y León, la mayoría transmitidos desde liebres silvestres 3. Francisella turalensis comparte muchas características microbiológicas, epidemiológicas y clínicas con Yersinia pestis 4, y de forma característica puede utilizar las 5 vías de transmisión para diseminarse entre los animales o humanos. Díaz de Tuesta et al 5 describen de forma precisa en este número un brote epidémico en la provincia de Cuenca, en el que la fuente de infección fueron cangrejos rojos de río. Estos crustáceos pueden transmitir otras zoonosis a pescadores

y consumidores, principalmente salmonellosis, vibriosis, criptosporidiasis, paragonimiasis, y erisipeloide. Otra zoonosis emergente en todo el mundo es la enfermedad de Lyme, que cada vez se diagnostica más en nuestro país entre la población rural, cazadores y excursionistas. Los principales reservorios de Borrelia burgdorferi son los ciervos, los pequeños mamíferos y sus parásitos. Perteneciente al grupo de las rickettsiosis humanas, Ehrlichia chaffensis está adquiriendo una importancia creciente como patógeno humano, aunque en España es todavía infrecuente. Estas bacterias tienen sus reservorios naturales en vertebrados caninos, incluyendo zorros y lobos, por lo que igualmente personas con actividades campestres o viajeros pueden verse afectados 6. Semejante en muchos aspectos a la ehrlichiosis, la fiebre Q es una zoonosis endémica en España. Su agente etiológico (Coxiella burnetti) puede infectar tanto animales domésticos como salvajes, principalmente conejos, zorros y pequeños roedores, transmitiéndose a personas que inhalen aerosoles contaminados con su orina, heces o productos de parto. También emergentes, Bartonella hensalae y Bartonella quintana pueden infectar animales salvajes como roedores, ciervos y felinos, y transmitirse a través de diferentes vectores artrópodos a humanos, provocando desde bacteriemias febriles y lesiones cutáneas indolentes hasta infecciones tisulares diseminadas, como la angiomatosis y la peliosis bacilar 7. Otras zoonosis bacterianas no domésticas tienen una población de riesgo bien delimitada y un impacto sociosanitario mínimo. De esta forma la fiebre por mordedura de rata producida por Streptobacillus moniliformis (fiebre de Haverhill) y Spirillum minus (sodoku) pueden darse en ambientes socioeconómicos muy deprimidos y en personal de laboratorios biomédicos 8. Las aves no domésticas pueden provocar chlamydiosis, salmonellosis o tuberculosis atípicas en personas expuestas 9. Los peces y mamíferos acuáticos pueden transmitir infecciones por Aeromona hydrophila, Erysipelothix rhusopathiae, Mycobacterium marinum y algunas especies de Vibrio a practicantes de aquacultura y pesca deportiva, a través de pinchazos con espinas o heridas abiertas 10. Especies salvajes de cánidos y felinos pueden contagiar leptospirosis, salmonelosis y tuberculosis a trabajadores de zoológicos 11. La leptospirosis es una zoonosis producida por una espiroqueta ampliamente conocida en zonas con arrozales. El reservorio más importante son los roedores, aunque también otros animales salvajes pueden eliminar leptospiras por la orina y contaminar las zonas húmedas. Allí pueden contagiarse agricultores, empleados de depuradoras, veterinarios, simples excursionistas o perso367

REVISTA CLÍNICA ESPAÑOLA, VOL. 201, NÚM. 7, JULIO 2001

nas que practican actividades acuáticas. Las personas que realizan viajes de aventura a regiones exóticas tienen riesgo de tuberculosis y toxiinfecciones alimentarias adquiridas por aguas y alimentos contaminados por Campylobacter, Salmonella o Escherichia coli 12. En las 2 últimas décadas han aparecido nuevas zoonosis víricas, la mayoría transmitidas desde animales salvajes, con continuos cambios en su epidemiología, duración, desaparición y reemergencia. La presunción de que el VIH podría derivar originariamente del virus de la inmunodeficiencia del simio (VIS) es un ejemplo de la peligrosidad que puede representar la transmisión de nuevos virus entre especies. En nuestro medio los virus emergentes transmitidos desde animales no domésticos que suponen un riesgo real para la población son principalmente el virus de la rabia y los hantavirus. Otros, como el virus de la enfermedad de Borna, están en estudio y su patogenicidad en humanos no está bien definida 13. Aunque la rabia es rara en nuestro país, puede estar infradiagnosticada y debe incluirse siempre en el diagnóstico diferencial de las encefalitis rápidamente progresivas, incluso si el paciente no tiene antecedente de mordedura de animales 14. La fiebre hemorrágica es una definición clínica imprecisa de un síndrome que pueden producir diferentes familias de virus. De todos, los hantavirus de la familia Bunyaviridae, únicos endémicos en Europa, son causa de fiebre hemorrágica con síndrome renal (HFRS), adquirida por contacto con orina y heces o mordedura de roedores contaminados, y se han descrito casos en personal de laboratorios experimentales 15. Su forma más benigna, denominada nefropatía epidémica, es producida por el virus Puumala, un género de hantavirus 16. Los mismos mecanismos de transmisión y grupos de riesgo tienen los arenavirus. Uno de ellos, el virus de la coriomeningitis linfocitaria, es frecuente en Europa, aunque no causa fiebre hemorrágica, sino un cuadro benigno seudogripal con meningitis aséptica en personas en contacto con roedores. Por el contrario, el arenavirus de la fiebre de Lassa está limitado al oeste africano y en Europa sólo se ven casos esporádicos importados. Los virus Marburg y Ébola, ambos filovirus, causan un síndrome febril hemorrágico con alta mortalidad en algunos países de África. Poco se sabe sobre su epidemiología, aunque los casos humanos primarios diagnosticados en Europa se han relacionado con contactos de personal de laboratorio con monos importados 17. El Dengue y la fiebre amarilla, ambas zoonosis debidas a flavivirus, son enfermedades muy prevalentes y reemergentes en Sudamérica y África y pueden transmitirse fácilmente a turistas por picadura de mosquitos, siendo los simios y humanos sus principales reservorios 18. En Europa, la mayor parte de los casos de Dengue son importados, aunque la región de los Balcanes es de riesgo para esta infección. Existen otras zoonosis víricas adquiridas desde animales no domésticos, aunque con menor trascendencia sanitaria. Los peces y mariscos contaminados con aguas residuales pueden actuar de reservorio y transmitir infecciones por calicivirus, co368

mo el virus Norwalk o el virus de la hepatitis E, que son causa frecuente de gastroenteritis con vómitos y diarrea en humanos 19,20. Las aves también pueden transmitir zoonosis víricas, fundamentalmente por paramyxovirus, causantes de afecciones respiratorias leves. En España, la zoonosis clásica por consumo de carne animal sin control sanitario es la triquinosis. La Trichinella spiralis es un nematodo tisular capaz de completar su ciclo vital en un solo huésped mamífero, principalmente cerdos y roedores. En nuestro medio es frecuente el consumo de carne de caza y jabalí, suponiendo un riesgo para las personas expuestas 21. Algunas zoonosis por helmintos pueden considerarse emergentes, como la dilofilariasis y la anisakiasis. Algunos géneros de dilofilarias, como D. tenuis, pueden afectar a mamíferos de vida salvaje y transmitirse a humanos por picadura de mosquito, habiéndose comunicado un importante número de casos en la Europa mediterránea 22. Anisakis marina parasita varios mamíferos marinos e ingeridas con el pescado crudo, principalmente arenques, pueden originar lesiones granulomatosas seudotumorales y causar síndromes obstructivos y perforaciones intestinales. Otros helmintos que pueden transmitirse al humano desde animales no domésticos son Clonorchis sinensis, Paragonimus westermani y Diphyllobothrium latum, que infectan al hombre cuando ingiere peces de agua dulce y crustáceos poco cocinados contaminados, o Angiostrongylus cantonensis, tras ingerir moluscos crudos 23. La zoonosis no doméstica por protozoos emergentes más estudiada en las 2 últimas décadas ha sido la criptosporidiasis, cuya eclosión ha estado directamente relacionada con la epidemia de sida iniciada a principios de los años ochenta. Se sabe que es un parásito ubicuo, capaz de infectar a la mayor parte de los vertebrados, incluyendo peces, crustáceos, aves, reptiles y mamíferos, siendo en todos ellos un patógeno entérico frecuente. No obstante, su transmisión es principalmente persona-persona y desde animales domésticos o de laboratorio 24. Otra zoonosis protozoaria emergente es la babesiosis, principalmente en Estados Unidos, donde se dan anualmente cientos de casos, suponiendo un problema sanitario de primer orden. Babesia microti es un protozoo con reservorio en roedores y ciervos cuyo vector son las garrapatas, pudiendo transmitirla de forma concurrente con Borrelia y Ehrlichia 6. Sin embargo, el primer caso de babesiosis humana se describió en Europa en 1957. Desde entonces se han comunicado unos 30 casos en nuestro continente, la mayoría en pacientes esplenectomizados infectados por Babesia divergens, protozoo que parasita el ganado y se transmite por garrapatas Ixodes 25. La babesiosis es infrecuente en nuestro país, aunque se pueden ver casos esporádicos importados desde Norteamérica. Con la cada vez mayor presencia en nuestro país de inmigrantes procedentes del África subsahariana, es posible que veamos con más frecuencia ciertas zoonosis importadas, como la tripanosomiasis africana o enfermedad del sueño, cuyo

J. MORENO IZARRA Y J. DE LA TORRE CISNEROS — ZOONOSIS POR ANIMALES NO DOMÉSTICOS

agente etiológico (Tripanosoma brucei) tiene su reservorio principal en antílopes, ganado y carnívoros salvajes y se transmite al hombre por la mosca del género Glossina o tsetsé. Durante las fases iniciales de la enfermedad zoonótica la frecuente inespecificidad de los signos y síntomas y la limitación de las pruebas de laboratorio disponibles hacen que los factores epidemiológicos determinados por la ecología del microorganismo sean los que inicialmente den las pistas diagnósticas más útiles. El trabajo de Díaz de Tuesta et al 5 demuestra la importancia de los estudios epidemiológicos como arma fundamental para la investigación de brotes epidémicos zoonóticos, permitiendo la identificación de los factores de riesgo y la aplicación de medidas inmediatas 26. Las medidas globales de prevención de las zoonosis deben incluir controles de las poblaciones de vectores artrópodos, recomendaciones a los grupos expuestos para evitar con medidas protectoras las picaduras de insectos y las mordeduras o contactos con animales de riesgo, programas de vacunación y profilaxis pre y postexposición, educación ecológica para evitar la perturbación de ecosistemas naturales que faciliten el contacto del humano con animales portadores de nuevos patógenos, investigación de mejores métodos diagnósticos y desarrollo de estudios epidemiológicos coordinados que definan las áreas, grupos de riesgo y zoonosis emergentes. Para llevar a cabo todas estas tareas de forma coordinada y eficaz se hace imprescindible en Europa la existencia de organismos sanitarios especializados, para los cuales podrían ser modelos los Centers for Disease Control (CDC) americanos. La necesidad de una organización de similares características en nuestro continente se ha hecho más evidente en los últimos meses a raíz de la eclosión de la encefalopatía espongiforme bovina como problema sociosanitario, que ha evidenciado la falta de coordinación entre los estamentos sanitarios y políticos implicados. La solución a este problema parece obvia: ¿para cuándo unos Centers for Disease Control europeos?

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