ORIGINALES
ANÁLISIS DEL LENGUAJE ESPONTÁNEO1 Por J. A. Rondal y D. R. Ling Cátedra de Psicolingüística de la Universidad de Lieja.
RESUMEN El artículo expone los principios básicos del análisis del corpus del lenguaje espontáneo: segmentación en enunciados, informatización, técnicas de análisis y de control de fiabilidad de los índices, indicaciones normativas. En concreto, se nos presentan diversas medidas puntuales como los índices de diversidad léxica (IDL) y los de longitud media de producción verbal (LMPV) o de enunciado (LME). Se discuten su validez y su valor predictivo, así como la cantidad del lenguaje necesaria para obtener indicaciones fiables. Aparte de los índices puntuales, se contemplan una serie de herramientas analíticas que permiten superar ciertas limitaciones de los índices puntuales. Se trata de la integración longitud-complejidad, del dispositivo del análisis lingüístico, del análisis del desarrollo de la frase (DSA-Developmental Sentence Analysis), de la valoración del lenguaje y procedimiento de selección de soluciones (LARSP-Language Assessment and Remediation Screening Procedure), de la etapa de asignación estructural (ASS-Assigning Structural Stage), del índice de sintaxis productiva (IPS), y del dispositivo de análisis funcional del lingüista Halliday. Por último, se discute el problema de la interpretación clínica de los datos facilitados por los análisis del corpus y se afirma la complementariedad de estas técnicas con los tests formales de lenguaje.
SUMMARY The article explains the basic principals of the analysis of the corpus of spontaneous language: segmentation in enunciations, computerisation, techniques for analysis and control of the reliability of the indexes, guideline standards. In particular, different specific measures are explained, such as the lexical diversity indexes (IDL) and the average length of the verbal production index (LMPV) or of the enunciation (LME). Their validity and their predictive value are discussed as well as the amount of language necessary to obtain reliable guidelines. In addition to the specific indexes, a series of analytical tools are considered, that allow certain limitations of the specific indexes to be overcome. These are the length - complexity integration of the linguistic analysis device, of the Developmental Sentence Analysis (DSA), of the Language Assessment and Remediation Screening Procedure (LARSP), of the Assigning Structural Stage (ASS), of the Productive Syntax Index (IPS), and the functional analysis device developed by the linguist called Halliday. Finally, the problem concerning the clinical interpretation of the data provided by the analysis of the corpus is discussed and the complementarity of these techniques with the formal language test is confirmed. Key words: Spontaneous language. Qualitative and quantitative evaluation. Lexical and morphosyntactic analyses.
Palabras clave: Lenguaje espontáneo. Evaluación cualitativa y cuantitativa. Análisis léxicos y morfo-sintácticos.
1 Conferencia invitada en el XXI Congreso Internacional de la Asociación Española de Logopedia, Foniatría y Audiología el 29 de junio de 2000 en La Coruña.
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Rondal, J. A., et al.—ANÁLISIS DEL LENGUAJE ESPONTÁNEO
1. En ocasiones se sitúa el análisis del lenguaje espontáneo (ALS) entre los procedimientos de evaluación cualitativa. Esta terminología no es adecuada. En términos generales, la oposición cualitativo-cuantitativo resulta dudosa, especialmente en el campo de la ciencia, dado que lo cuantitativo es siempre la cuantificación de una cualidad. Con respecto a la evaluación del lenguaje, la oposición cuantitativo-cualitativo induce a error. Como muestran los textos atribuidos al ALS en psicolingüística y en logopedia (cf. Rondal, 1998; Puyuelo, Rondal y Wiig, 2000), este análisis, al tiempo que proporciona una impresión de «naturalidad», mayor, es también cuantificable. Es posible realizar múltiples medidas sobre los corpus recogidos y tales medidas pueden ponerse en relación con criterios estadísticos, de modo que pueda realizarse un diagnóstico preciso del funcionamiento del lenguaje. Personalmente, me refiero más bien a la evaluación del lenguaje provocado (los tests de lenguaje) y del lenguaje espontáneo (los análisis de corpus). Creo que esta descripción, correcta desde el punto de vista descriptivo, es suficiente. 2. El ALS está, necesariamente, restringido a la evaluación de la producción. No es riguroso tratar de evaluar la comprensión del lenguaje a través del lenguaje espontáneo o de las respuestas verbales dadas por un sujeto a preguntas formuladas verbalmente. De ese modo, se confunden producción y comprensión sin poder, en caso de que surjan problemas, establecer si la dificultad existente en el sujeto procede del funcionamiento productivo o receptivo (o ambos, aunque medidos por separado). 3. Los tests de lenguaje y el ALS, lejos de estar en oposición, son complementarios. Es conveniente insistir sobre este punto ya que, con frecuencia, no se comprende adecuadamente. Mediante una hábil combinación de ALS y evaluación de lenguaje provocado, el clínico dispondrá de un perfil más completo y más representativo de las capacidades de los sujetos. La complementariedad en cuestión ha sido subrayada desde hace tiempo (por ejemplo, Johnson, Darley y Spriesterbach, 1963; Emerick y Hatten, 1974; Leonard, Prutting, Perozzi, y Berkley, 1978), pero la puesta en práctica de tal complementariedad sigue estando muy limitada. Entiendo por lenguaje espontáneo «el lenguaje producido por un locutor en situación natural (o cuasi natural)». Este corpus puede ser recopilado, transcrito y analizado de acuerdo con diversos dispositivos y medidas de los que trataremos a continuación. No obstante, cualquier recopi170
lación de lenguaje espontáneo no reúne condiciones para proporcionar las informaciones pertinentes. El estudio del lenguaje espontáneo debe realizarse según ciertas reglas y atendiendo al contexto. Desde un punto de vista ideal, siempre deberían utilizarse varias muestras de lenguaje obtenidas en situaciones pragmáticamente diversas. Por último, el ALS no puede tratar más que sobre aquello que el sujeto produce en el momento de recoger el corpus. No es posible, evidentemente, deducir nada de aquello que el sujeto no produce. Por ello (y es otro punto de complementariedad con los tests), si se desea prolongar el análisis relativo a las estructuras que no aparece en el corpus, es conveniente utilizar después del ALS pruebas complementarias. Está indicado que tales pruebas sean complementarias, y no al contrario, porque procediendo con anterioridad al ALS, se dispone de un marco interpretativo que bastará completar o afinar, si llegara el caso. Por ejemplo, si no se encuentran frases pasivas reversibles –son raras en la práctica de las lenguas– podrá procederse a una investigación complementaria mediante pruebas provocadas (imitación, completar enunciados, producción provocada –por ejemplo, «Dime qué le pasa al coche blanco»: «Está siendo adelantado por el coche rojo»). 4. El doble problema que se plantea inicialmente en ALS es el de transcribir nuevamente el discurso producido y fraccionarlo posteriormente en unidades de análisis. Ciertamente, es conveniente transcribir literalmente el lenguaje escuchado. Desde hace algunos decenios, esta tarea, temible antiguamente, viene facilitada por sofisticados dispositivos de registros auditivos o audiovisuales. Sin embargo, la tarea de transcripción sigue siendo, no es posible negarlo, fastidiosa y difícil. Es preciso esforzarse en ceñirse lo más exactamente posible al lenguaje producido por el o los sujetos objeto de estudio. Sólo con esta condición podemos disponer de un material lingüístico fiable y de calidad. Existen diversas técnicas para limitar en todo lo posible la influencia personal del observador. Entre estas, ha llegado a ser una operación estándar el cálculo de un coeficiente en base a transcriptores. Hay diversas formas de proceder. Es posible organizarse para que algunos extractos del corpus se transcriban de forma independiente por varios transcriptores. Se comparan las transcripciones y se mide el grado de acuerdo entre los transcriptores (utilizando, por ejemplo, el índice Kappa de Fliess). Si el índice de acuerdo es demasiado bajo, se hace imperativo traRev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
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Tabla 1. Índices puntuales y referencias temporales utilizables en la detección precoz de los retrasos del lenguaje Tabla de edades (normales)
Adquisiciones
Sugerencias
Sexto mes y siguientes
Balbuceo vocálico, silábico, saturándose progresivamente de sonidos de la lengua materna; balbuceo duplicado («mamama, papapa, tatata, etc.»).
Ausencia o pobreza a finales del primer año: primera sospecha de posible retraso en el desarrollo.
A partir del noveno mes
Primeras palabras (asociaciones significado/significante).
Ninguna palabra a los 24 meses: sospecha de retraso en el desarrollo (especialmente si va acompañado de una marcada debilidad en la comprensión del vocabulario habitual).
18 meses
Primeras combinaciones verbales, con o sin términos gramaticales («pati papa»).
No empleadas a los 30 meses: denota un retraso de estructuración de la expresión verbal.
2 años y 3 meses
Producción de las preposiciones que denotan posesión (a, de para).
No dominadas a los 30 meses.
2 años y 6 meses
– Producción de los pronombres personales de la primera y segunda persona del singular. – Producción de los artículos (marcación del género).
No dominadas a los 36 meses.
3 años
– Producción correcta de las preposiciones espaciales. – Producción correcta de los pronombres personales de tercera persona (singular).
No dominadas a los 42 meses.
3 años y 6 meses
Utilización de los auxiliares ser y tener.
No utilizados a los 48 meses.
bajar nuevamente sobre las transcripciones hasta que se obtenga un acuerdo suficiente. El procedimiento de medida del acuerdo existente entre examinadores es igualmente aplicable a la fragmentación del discurso en unidades de análisis. 5. Segmentación en enunciados. Una vez realizada la transcripción de la grabación, puede procederse a la segmentación en enunciados. Dicha fragmentación no es absolutamente indispensable (depende de los análisis que se pretenden realizar). Pero con frecuencia es deseable porque el cálculo de numerosos índices analíticos descansa sobre la noción de enunciado. Esta fragmentación no es una tarea fácil. Existen diversos criterios de funcionamiento que no merece la pena detallar aquí (ver Rondal, 1998 y Puyuelo et al, 2000). 6. Informatización de los cuerpos de lenguaje. Mac Whinney et al han puesto a punto, con el nombre de CHILDES Project (Tools for Analysing Talk), un procedimiento informatizado de transcripción, codificación y segmentación de los corpus de lenguaje, así como un insRev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
trumento que permite cierto número de análisis informatizados, en la Universidad Carnegie-Mellon y a través de una importante red de colaboradores internacionales. CHILDES (Mac Whinney, 1991; Sokolov y Snow, 1994) dispone además de un banco de datos de desarrollo (una serie de cuerpos de lenguaje que se refieren a una treintena de idiomas, entre ellos el francés y el castellano –cuerpo longitudinal de José Linaza relativo a un niño de entre 2 y 4 años de edad cronológica en este último caso) que es objeto de adiciones regulares. El significado de CHILDES es Child Language Data Exchange System. Dentro de este sistema se distinguen los sub-sistemas (Chat y Clan). Chat proporciona un medio para producir una transcripción informatizada de una interacción conversacional. Clan permite efectuar ciertos análisis de cuerpos asistidos por ordenador o incluso totalmente informatizados. Estos dispositivos están llamados a tener un gran desarrollo, especialmente en lo que se refiere a los aspectos formales del lenguaje (fonología y morfosintaxis) para los cuales puede imaginarse, en última ins171
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tancia, una considerable automatización de los datos y de los análisis. 7. Técnicas de análisis del lenguaje espontáneo. La operación más importante consiste en utilizar el corpus transcrito para obtener informaciones precisas sobre el nivel de desarrollo productivo alcanzado por el sujeto examinado. En nuestra opinión, es posible, incluso, utilizar las producciones espontáneas del niño muy joven para detectar precozmente (cosa que los tests tradicionales de lenguaje son incapaces de hacer) un (importante) retraso de desarrollo del lenguaje o, al menos, objetivar una sospecha seria de retraso en el lenguaje incipiente en el área productiva; sospecha que, llegado el caso, deberá ser confirmada o invalidada posteriormente, incluso mediante el recurso a tests de lenguaje. En la tabla 1 se describen las indicaciones cronológicas que pueden utilizarse a este efecto (al menos en cuanto al francés se refiere, si se trata de idioma; para otros idiomas, es aplicable el mismo procedimiento pero se trata de encontrar los indicadores fiables correspondientes). A continuación expondré las técnicas de análisis que tienen mayor relación con los aspectos léxicos y morfosintácticos. Hay otros análisis posibles que se refieren a los componentes fonológicos, pragmáticos y discursivos del lenguaje, pero no los contemplaré aquí (cf. Rondal, 1998). 7.1. Diversidad del vocabulario de producción. La evaluación de la amplitud del vocabulario de producción tropieza con una limitación drástica. Se trata de la imposibilidad práctica con la que nos encontramos para realizar un inventario exhaustivo del vocabulario expresivo de un sujeto. No es posible contemplar situaciones de evaluación en las cuales se pediría al sujeto que nombrase el conjunto de objetos materiales, sus cualidades, relaciones, etc. Una medida paliativa que puede conseguirse a partir del lenguaje espontáneo es el índice de diversidad relativa al léxico (IDL). Este se abstiene por la relación del número de palabras diferentes con el número de palabras producidas sobre un número concreto de enunciados. El criterio para establecer que una palabra es diferente de otra hallada en la muestra de lenguaje es puramente léxico. Las inflexiones nominales (género, número) y las inflexiones verbales (tiempo, aspecto, persona) no se toman en cuenta. Otras entradas como comer, comerá, comerán, etc., se considerarán como un mismo y único elemento léxico. Igualmente para pastor, pastora, pastores, pastoras, etc. No obstan172
te, se considerará que las producciones derivadas constituyen palabras distintas. Por ejemplo, caballo, caballero, caballar, caballista, caballeresco, etc. Pueden utilizarse los diccionarios habituales para crear la dicotomía mencionada. Sus entradas generalmente se corresponden con lo que pueden considerarse palabras distintas en el índice IDL. Es preciso recordar que el IDL está estrechamente ligado a los contextos pragmáticos en donde se recogen las muestras de lenguaje. Un sujeto puede proporcionar varias decenas de enunciados sin variar apenas el tema de la conversación. En ese caso, el IDL será poco elevado. Así pues, también es deseable en este aspecto una diversificación de los contextos pragmáticos de toma de muestras de lenguaje. Se ha elaborado un índice de diversidad de léxico semejante al IDL estándar, el IDL corregido, para corregir una desviación en el IDL estándar. Este último pone en relación el número de palabras diferentes con el número total de palabras de la muestra analizada. Ahora bien, en términos de léxico, hay un pequeño grupo de lexemas que aparecen con una gran frecuencia; se trata de los pronombres, los auxiliares, las cópulas, los artículos, las conjunciones y las preposiciones. El hecho de incluir estas palabras dentro del cómputo del IDL hace que éste sea menos sensible a la diversidad léxica real de la muestra de lenguaje. El IDL corregido, al poner en relación únicamente el número de sustantivos, verbos y adverbios diferentes con el número total de palabras de los enunciados, pone remedio a la desviación indicada. Es deseable poder disponer de indicaciones normativas para los índices analíticos del lenguaje espontáneo. Generalmente, los psicolingüistas conceden poca importancia a este tipo de consideraciones y ello es lamentable desde la perspectiva de la evaluación del lenguaje. Sería conveniente favorecer la difusión de las indicaciones normativas que se hallan en poder de los investigadores, en beneficio de los clínicos del lenguaje. En cuanto al IDL corregido, se han proporcionado datos normativos relativos a niños francófonos por parte de Rondal, Bachelet y Pérée (1985). Se relacionan en la tabla 2. Aunque no se trate de IDL propiamente dicho, Le Normand (1996) ha proporcionado interesantes indicaciones en lengua francesa sobre el número de palabras diferentes producidas en las muestras de lenguaje espontáneo de 360 niños de entre dos y cuatro años (estudio transversal). Estos datos demuestran una ligera superioridad de las niñas Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
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Tabla 2. Indicaciones normativas relativas al Índice Corregido de Diversidad Léxica Edad cronológica (años; meses) Media Desviación estándar
2-2;05 0,45 0,09
2;06-2;11 0,44 0,07
3-3;05 0,49 0,10
3;06-3;11 0,57 0,05
4-4;05 0,57 0,07
4;06-4;11 0,54 0,08
Nota. Los niños fueron grabados en situación de juego y de conversación libre en su domicilio con sus respectivas madres. Las familias pertenecían a una clase media alta. El número de enunciados analizados por cada muestra individual de lenguaje es de 100.
sobre los varones, que desaparece por encima de los tres años, y una superioridad más marcada de los niños de medios favorecidos en relación con los niños de medios desfavorecidos, que tiende, por el contrario, a aumentar con la edad. ¿Cuál es la cantidad de lenguaje que debe analizarse para obtener un IDL o un IDL corregido fiables? El problema de la fiabilidad de la medida se plantea para cualquier análisis. Detengámonos en ello por un instante. Generalmente, todos están de acuerdo en que un índice calculado sobre una muestra importante es fiable. ¿Pero qué hay que entender por tal? No hay una respuesta única a esta cuestión. El tamaño de la muestra de lenguaje necesaria para obtener una medida fiable variará según la frecuencia de aparición de la estructura estudiada en la práctica de la lengua. Para apreciar la calidad de la articulación bastarán algunos enunciados, ya que los distintos fonemas de la lengua son susceptibles de aparecer en ellos varias veces cada uno como mínimo y en contextos de articulación variados. No sucede lo mismo con el léxico. Una evaluación del léxico en lenguaje espontáneo sólo puede ser ilustrativa, ya que los términos léxicos susceptibles de intervenir en un corpus de lenguaje, aunque sea amplio, no representan más que una pequeña parte del repertorio léxico de los locutores (salvo para los niños muy pequeños). En lo que se refiere a los índices morfo-sintácticos, la situación es variable. Algunas estructuras aparecen con relativa frecuencia, mientras que otras son más escasas. En cuanto al IDL estándar, se aconseja utilizar una muestra de 50 palabras consecutivas como mínimo, pero no se ha publicado ningún estudio de fiabilidad según nuestros datos. Para el IDL corregido, Rondal et al (1985) han informado sobre un índice de fiabilidad (correspondiente a la correlación de Pearson entre el IDL corregido calculado sobre la porción de léxico en cuestión y la muestra de léxico completa, compuesta por 100 palabras conseRev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
cutivas) de 0,56, 0,79 y 0,87 para porciones de 25, 50 y 75 palabras consecutivas respectivamente. 7.2. Longitud media de producción verbal o de enunciado. Una medida utilizable en la evaluación de los aspectos morfo-sintácticos del lenguaje, es la longitud media de producción verbal (LMPV) o de enunciado (LME). El LMPV es la relación del número de palabras más morfemas de inflexión con el número total de enunciados analizados. Los morfemas de inflexión son los que sirven para designar el género y el número en los nombres, pronombres, artículos y adjetivos y para designar la persona, el modo, el tiempo y/o el aspecto en los verbos. Se cuenta una unidad por cada palabra. Se cuenta una unidad adicional por cada morfema de inflexión realizado correctamente. Una variante del LMPV, la longitud sintáctica media (LSM), propuesta por Klee y Fitzgerald (1985), no toma en consideración más que los enunciados de dos o más palabras. Se trata, de algún modo, de depurar el LMPV retirando de él la parte procedente de los enunciados de una sola palabra, que, por definición, no están estructuradas sintácticamente. Algunos investigadores o clínicos calculan el LMPV solamente en número de palabras (por ejemplo, Le Normand, 1991). Este procedimiento, que también era el de los «pioneros» del estudio del lenguaje espontáneo, no es aconsejable, especialmente en los niños de más de treinta meses. En efecto, no tiene en cuenta las marcaciones morfológicas de inflexiones. El niño produce de manera gradual no sólo secuencias organizadas de palabras, sino también marcas de inflexión que es deseable sean integradas en el cálculo del LMPV. En caso contrario, este último adolecerá de sensibilidad hacia el desarrollo. Miller y Chapman (1981) se refieren una correlación elevada (r= 0,88; significativo de p≤ 0,001) entre la edad cronológica (EC) y el LMPV, con una muestra de 123 niños de entre 18 meses y 5 años. La EC es responsable del 173
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Niñas
4 años
3 años 9 meses
3 años 3 meses
3 años
2 años 9 meses
2 años 6 meses
EDAD
Figura 1. Longitud Media de los Enunciados (LME) en función de la edad y del sexo. De acuerdo con Le Normand, 1991; reproducido con autorización.
Utterance, en las formulaciones de Brown). El abanico de estadios es el siguiente: estadio I: LMPV 1,75-2,24; estadio II: 2,25-2,74; estadio III 2,75-3,49; estadio IV: 3,503,99; estadio V: 4,00 en adelante. La justificación presentada por Brown es que ciertas adquisiciones se realizan en
Favorecidos
Desfavorecidos
4 años
3 años 9 meses
3 años 6 meses
3 años 3 meses
3 años
2 años 9 meses
6 5,5 5 4,5 4 3,5 3 2,5 2 1,5 1
2 años 6 meses
77% de la variación del LMPV (coeficiente de determinación). Se pone de manifiesto un crecimiento de 1,2 palabras y/o morfemas de inflexión por año y un aumento de la variabilidad individual entre niños con la elevación del LMPV. Rondal, Ghiotto, Brédart y Bachelet (1987) refieren igualmente sobre una correlación elevada entre EC y LMPV (r= 0,75; p≤ 0,001) con un grupo de 21 niños anglófonos de edades entre 20 y 32 meses. Basándose en sus datos de desarrollo, Miller y Chapman (1981) han establecido unas tablas de correspondencia (basada sobre una ecuación de regresión) entre la EC y el LMPV (tabla 3). Los datos de LMPV son suficientemente sensibles para poner en evidencia diferencias sutiles entre los niños según su sexo (a favor de las niñas) y la clase social de pertenencia (a favor de los niños procedentes de medios sociales favorecidos). Las figuras 1 y 2 ilustran estas indicaciones por medio de datos cotejados por Le Normand (1991). Siguiendo a Brown (1973), en ocasiones se ha utilizado un dispositivo interpretativo presentado bajo la forma de estadios de desarrollo de LMPV (MLU: Mean Length of
2 años 3 meses
0,99-1,64 1,23-2,01 1,47-2,37 1,97-3,11 2,22-3,48 2,47-3,85 2,71-4,23 2,96-4,60 3,21-4,97 3,46-5,34 3,71-5,71 3,96-6,08 4,20-6,45 4,44-6,82
2 años 3 meses
1,31 1,62 1,92 2,54 2,85 3,16 3,47 3,78 4,09 4,40 4,71 5,02 5,32 5,63
2 años
18 21 24 30 33 36 39 42 45 48 51 54 57 60
2 años
Intervalo de variación sobre LMPV (± 1 DS)
LME
LMPV
LME
AC (meses)
Niños 6 5,5 5 4,5 4 3,5 3 2,5 2 1,5 1
3 años 6 meses
Tabla 3. Relación media entre la edad cronológica (AC) y la longitud media de producción verbal (LMPV); e intervalos de variación sobre el LMPV (con ± 1 desviación estándar –DS– es decir, un 68% de la distribución normal) entre 18 meses y 5 años (modificado de acuerdo con Miller y Chapman, 1981)
EDAD
Figura 2. Longitud Media del Enunciado (LME) en función de la edad y del medio. De acuerdo con Le Normand, 1991; reproducido con autorización. Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
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ciertos estadios (por ejemplo, las relaciones semánticas y las funciones gramaticales de base, en el estadio 1; los morfemas gramaticales –de inflexión– en el estadio II; etc.) Se trata de una simplificación bastante burda. Las adquisiciones en cuestión están lejos de estar contenidas de forma exclusiva en un estadio de Brown determinado (por ejemplo, la adquisición de los morfemas de inflexión comienza antes y sigue más allá del estadio 11). Pero la crítica más importante que puede hacerse a los estadios de Brown (así como a cualquier descripción de desarrollo del mismo tipo) es que los estadios introducen discontinuidades artificiales en un desarrollo que es esencialmente continuo. Es preferible utilizar el LMPV como variable continua y considerar que el desarrollo del lenguaje en sus diversos componentes, y dentro de cada componente, tiene una continuidad (y, paralelamente, el niño «trabaja mentalmente» sobre varios aspectos del lenguaje simultáneamente). Desde luego, siempre será posible utilizar grupos transversales de sujetos de edades diferentes y de niveles de lenguaje diferentes y presentar los resultados de las medidas de forma discontinua. Esta práctica corriente responde a una experiencia de claridad en la presentación de los datos y no constituye, en absoluto, que se esté cuestionando la hipótesis continuista. Una cuestión fundamental es la de la validez del LMPV como indicador del desarrollo morfo-sintáctico. Aunque el problema ha sido planteado hace tiempo, hay pocos trabajos sistemáticos sobre este punto. Los dos estudios principales son el de Klee y Fitzgerald (1985) por una parte, y el de Rondal et al (1987) por otra. El intervalo de LMPV es ligeramente distinto en ambos estudios (LMPV 2,504,00, en el estudio de Klee y Fitzgerald; LMPV 1,00-3,00 en el de Rondal et al). Ambos utilizaron el LARSP (Language Assesment, Remediation and Screening Procedure, Crystal, 1979; Crystal, Fletcher y Garman, 1976), instrumento formalizado de análisis morfo-sintáctico del lenguaje espontáneo, del cual trataremos más adelante, para conseguir indicaciones de desarrollo de referencia. Se estableció, para cada niño, la frecuencia de las diferentes construcciones morfo-sintácticas tenidas en cuenta por el LARSP. Además, se calculó un coeficiente de correlación de Pearson entre las distintas medidas del LARSP, por una parte, y del LMPV por otra. Los resultados de Rondal et al (1987) revelan que las medidas de LMPV tienen una correlación muy significativa (positivamente) con los niveles de análisis del LARSP, salvo en lo que se refiere a los Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
niveles inferiores (enunciados de una palabra y estructuras preposicionales elementales –de dos elementos, por ejemplo), los cuales (con mucha frecuencia) no correlacionan o correlacionan negativamente con el aumento del LMPV. Flee y Fitzgerald (1985) sólo informan de un débil valor predictivo del LMPV en relación con las referencias del LARSP, con excepción de las frases elaboradas formalmente y el número medio de morfemas de inflexión producidos. El intervalo de desarrollo estudiado por Klee y Fitzgerald iba de LMPV 2,50 a 4,00, mientras que el explotado por Rondal et al (1987) iba de 1,00 a 3,00. Ello significa que la mayoría de los sujetos estudiados por Klee y Fitzgerald estaban más avanzados en su desarrollo de lenguaje que los de Rondal et al (1987). Ello hace pensar que el LMPV podría ser peor predictor del desarrollo morfo-sintáctico más avanzado. Integrando los análisis de Rondal et al (1987) y los de Klee y Fitzgerald (1985), se sugirió que el LMPV es un predictor válido del desarrollo morfo-sintáctico, al menos hasta un LMPV 3,00 o quizás 3,50. Es muy posible, y de hecho probable, que por encima del LMPV 3,00 o 3,50, la variabilidad del LMPV aumente de tal forma que sea menos interesante estadísticamente y que la asociación estadística entre el LMPV y las medidas de mayor complejidad estructural de los enunciados pueda debilitarse de forma notoria. Con los progresos en el lenguaje, el niño dispone de un repertorio de construcciones gramaticales más diversificado. Algunas de estas construcciones acrecientan por naturaleza la complejidad estructural del enunciado sin que dicho crecimiento se refleje directamente, o en proporción, en el nivel del índice de longitud media, ya que la mayor complejidad estructural por encima de cierto nivel ya no determina necesariamente un alargamiento de los enunciados. Es el caso de las operaciones de relativización, inclusión, subordinación, que llevan a enunciados más cortos que si se produjeran las proposiciones coordinadas correspondientes ampliamente, es decir, con las repeticiones léxicas que tales operaciones sintácticas permiten, precisamente, evitar. Aunque su valor predictivo disminuya, ello no significa que el LMPV no tenga ya ninguna utilidad. Puede servir todavía como variable de emparejamiento (no perfecta, sin duda, cuando se está en niveles de LMPV más altos, pero lo bastante precisa para ser útil) cuando se trata de comparar dos o más grupos de niños. El LMPV también es de gran utilidad en los estudios sobre las interacciones verbales entre padres e hijos o entre niños de más edad y 175
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otros más jóvenes, cuando se trata de evaluar la diferencia de complejidad lingüística del lenguaje de unos y otros (cf. Rondal, 1985). Otra cuestión es la de la cantidad de lenguaje sobre la cual debe basarse el cálculo del LMPV para ser fiable. Brown (1973) había sugerido intuitivamente 100 enunciados consecutivos. Antes que él, Nice (1925) utilizaba 100 frases; Shriner (1967) y Barlow y Miner (1969), 50 frases. McCarthy (1930) recomendaba 50 verbalizaciones (enunciados); siempre según apreciaciones intuitivas. He realizado junto con Defays (Rondal y Defays, 1978) una investigación sistemática sobre esta cuestión. Hemos analizado las medidas de LMPV realizadas sobre muestras de lenguaje espontáneo obtenido con un grupo de 42 niños anglófonos (muchachos y niñas de clase social media a media alta), de edades comprendidas entre 20 y 32 meses. La fiabilidad del LMPV supera el 0,80 para muestras de 50 enunciados y más. El incremento de fiabilidad por encima de 50 enunciados y hasta 175 enunciados, es solamente moderado. La conclusión de este trabajo es que, en situación de conversación libre, muestras de 50 enunciados consecutivos son suficientes para obtener un LMPV fiable. Estudios más antiguos llevados a cabo a partir de otros índices de longitud media de los enunciados, proporcionan indicaciones de fiabilidad según la importancia de la muestra de lenguaje analizada que son compatibles con nuestras conclusiones. Darley y Moll (1960) analizaron corpus de lenguaje procedentes de 150 niños americanos de cinco años de edad. Su cálculo de fiabilidad, realizado en cuanto al índice LMR, es decir, un LMPV establecido en función del número de palabras, sostiene igualmente la conclusión según la cual 50 enunciados consecutivos constituyen una muestra de lenguaje suficiente para cualquier fin práctico. Como hemos indicado, Shriner (1967), al igual que Barlow y Miner (1969) habían sugerido que 50 frases bastaban para obtener un índice de longitud media válido (longitud media de respuesta –LMR– en la terminología de esos autores). Es preciso insistir en la palabra «frase» en la anterior indicación. Una frase es distinta de un enunciado, en la medida en que comporta obligatoriamente un sintagma verbal y un sintagma nominal en funciones de sujeto gramatical (salvo en los casos de las frases imperativas). Además, en las definiciones más habituales, un enunciado puede comprender varias frases, siempre que éstas se sigan sin interrupción notable en el 176
curso de la palabra. El LMR en frases es, pues, una medida potencialmente distinta del LMPV (en enunciados). Pero la sugerencia en cuanto al tamaño de la muestra de lenguaje necesaria para obtener una medida de longitud media fiable está de acuerdo con las indicaciones más recientes. Se plantean otras cuestiones técnicas con motivo de la utilización de los índices de longitud media de producción de lenguaje, para las cuales disponemos, al menos, de indicaciones empíricas parciales. Una de estas cuestiones se refiere a la constancia de los índices (correspondencia «test-retest»). Minifie, Darley y Sherman (1963) han informado sobre coeficientes del orden de 0,80, satisfactorios, pues, para cualquier fin práctico, para medidas de longitud realizadas en muestras de lenguaje obtenidas con intervalo de un día. También puede plantearse la cuestión de la correspondencia entre los valores calculados por diferentes examinadores. Diversos trabajos utilizan coeficientes de acuerdo entre examinadores, en relación con el establecimiento del LMR (en número de palabras), del orden de 0,90 (y a veces más), lo cual es una excelente indicación (ver Minifie, Darley y Sherman, 1963, para más detalles sobre estas investigaciones). Es evidente, en todo caso, que sólo podrá obtenerse un coeficiente elevado de acuerdo entre examinadores si los criterios de transcripción y fraccionamiento y el cálculo de los índices están suficientemente claros y los analistas dominan tales operaciones. 7.3. Análisis morfo-sintácticos. Las medidas de longitud media de frases o de enunciados son útiles. No obstante, se debe temer en cuenta que tales medidas no pueden por sí mismas informar sobre el detalle de la estructuración morfo-sintáctica, y que para ello es necesario recurrir a medidas más específicas. Hay toda una serie de índices disponibles para ello. Se contemplarán varios de ellos a continuación, aunque no se trata de una lista limitativa, ni tampoco de una clasificación cerrada de herramientas analíticas. Resulta de utilidad la distinción entre índices puntuales y esquemas (más completos) de análisis. 7.3.1. Índices morfo-sintácticos puntuales. Encontramos, principalmente, el ICS (Índice de Complejidad Sintáctica), la Longitud Media Pre-verbal (LMP) y la PME (Proporción de Modificadores por Enunciado). El ICS (Snow, 1972; Rondal, 1978) viene dado por la relación entre el número de verbos compuestos más el número de proposiciones subordinadas con el número total Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
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Tabla 4. Análisis morfosintácticos puntuales y datos de baremaciones de desarrollo. Grupos de edad (en años y meses) (12 niños por grupo; seis niños y seis niñas) Índices: media; desviación estándar 1. Proporción de frases 2. Proporción de frases simples (que incluyen una sola proposición) entre las frases producidas 3. Proporción de frases simples declarativas afirmativas entre las frases producidas 4. Proporción de frases simples declarativas negativas entre las frases producidas 5. Proporción de frases simples imperativas afirmativas entre las frases producidas 6. Proporción de frases simples imperativas negativas entre las frases producidas 7. Proporción de frases simples interrogativas entre las frases producidas 8. Proporción de frases interrogativas-Q* entre las frases simples interrogativas 9. Proporción de frases interrogativas si-no** entre las frases interrogativas producidas 10. Proporción de frases compleja (que implican varias proposiciones) entre las frases producidas
2-2;05
2;06-2;11
3-3;05
3;06-3;11
4-4;05
4;06-4;11
0,28 0,14 0,98 0,02 0,75 0,12 0,11 0,05 0,06 0,07 0,00 0,00 0,08 0,06 0,31 0,29 0,69 0,29 0,02 0,01
0,41 0,10 0,98 0,02 0,70 0,09 0,11 0,06 0,06 0,02 0,02 0,05 0,12 0,08 0,48 0,30 0,53 0,29 0,02 0,02
0,54 0,07 0,94 0,05 0,72 0,12 0,11 0,04 0,04 0,03 0,02 0,03 0,12 0,09 0,37 0,31 0,63 0,29 0,06 0,04
0,55 0,11 0,92 0,08 0,69 0,11 0,11 0,06 0,05 0,04 0,01 0,03 0,14 0,09 0,30 0,28 0,70 0,28 0,08 0,05
0,60 0,12 0,91 0,05 0,75 0,08 0,16 0,06 0,03 0,03 0,01 0,02 0,06 0,03 0,35 0,29 0,65 0,27 0,09 0,05
0,59 0,11 0,88 0,05 0,65 0,11 0,14 0,08 0,05 0,03 0,02 0,11 0,06 0,52 0,22 0,49 0,20 0,12 0,05
Nota: El número de enunciados analizados por muestra de lenguaje es de 100. * Se trata de interrogativas que empiezan o incluyen un adjetivo, un pronombre, un adverbio (locución adverbial) interrogativos. ** Se trata de interrogativas a las cuales puede responderse mediante «sí» o «no», a diferencia de las interrogativas-Q.
de enunciados. El LMP (Snow, 1972; Rondal, 1978) se obtiene poniendo en relación el número de palabras más morfemas de inflexión situados antes que el verbo principal con el número total de enunciados. Del cómputo se excluyen los verbos imperativos. La pertinencia del LMP viene dada por el hecho de que cuanto más larga es la parte pre-verbal de una proposición, más difícil resulta aprehender y comprender dicha proposición, más compleja desde el punto de vista estructural, siendo iguales, por otra parte, todas las cosas. La PME (Philips, 1973; Rondal, 1978) viene dada por la relación entre el número de modificadores (adjetivos calificativos y/o adverbios) y el número total de enunciados. Es posible calcular un gran número de índices distintos a partir de una muestra representativa de lenguaje espontáneo, según los intereses concretos del investigador y/o del clínico. A título de Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
ejemplo, la tabla 4 proporciona los valores medios y las desviaciones estándar obtenidas en el análisis de frases producidas de forma espontánea por un grupo de 72 niños francófonos de edades comprendidas entre los dos y los cinco años (según Rondal et al, 1985). He aportado igualmente (Rondal, 1978) indicaciones normativas procedentes del estudio del lenguaje espontáneo de una veintena de niños anglófonos. La tabla 5 muestra las que se refieren al índice PME. La tabla 6 proporciona indicaciones empíricas (tomadas de Rondal et al, 1985) que se refieren al tamaño de la muestra de lenguaje necesaria para garantizar un nivel de fiabilidad determinado a través de varios índices morfosintácticos puntuales. 7.3.2. Esquemas de análisis morfo-sintáctico. Los índices analíticos mencionados siguen siendo puntuales. Sir177
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Tabla 5. Indicaciones normativas relativas a la PME (Proporción de Modificadores por Enunciado Nivel de lenguaje (LMPV)
PME
1,00-1,50 1,75-2,25 2,50-3,00
0,19 0,35 0,41
ven para clarificar algún aspecto del desarrollo morfo-sintáctico, pero no pueden dar una imagen más completa de dicho desarrollo. Para ello es preciso contemplar esquemas más sistemáticos. Hay cierto número de ellos entre los que podemos citar (no de forma exhaustiva): 1. La integración longitud-complejidad (ILC) (Shriner, 1967; Miner, 1969; Barlow y Miner, 1969) 2. El dispositivo de análisis lingüístico de muestras de lenguaje espontáneo (DAL) puesto a punto por Engler, Hannah y Longhurst (1974) y semejante al ILC. 3. El DSA (Developmental Sentence Analysis) de Lee (1966, 1974; Lee y Canter, 1971). 4. El LARSP (Crystal, 1979; Crystal, Fletcher y Garman, 1976, 1989). 5. El ASS (Assigning Structural Stage) de Miller (1981). 6. El IPS (Index of Productive Syntax) de Scarborough (1990). 7.3.2.1. Integración Longitud-Complejidad (ILC). Shriner (1967), partiendo del hecho comprobado de que el LMR solamente puede proporcionar una indicación global sobre el desarrollo morfo-sintáctico, propuso una medida integradora de la longitud y la composición estructural de las frases. Se trata, en el caso de los sintagmas nominales, de tomar en cuenta los artículos, los modificadores y las inflexiones plurales y posesivas (el genitivo sajón en inglés); y, en el caso de los sintagmas verbales, la utilización del auxiliar, de los verbos y del participio presente. Miner (1969) sugirió que se añadieran puntos por la utilización de conjunciones, negaciones y pronombres, adjetivos y adverbios interrogativos. Se llegó a una cuantificación en una escala de 0 a 7 puntos, de menor a mayor grado de elaboración. Se analizan cincuenta frases para obtener un ICL considerado válido. Este procedimiento ha tenido escaso éxito. Ello se debe, sin duda, al hecho de que la integración longitud-comple178
Tabla 6. Tamaño de la muestra de lenguaje e indicación de fiabilidad (para niños de entre 2 y 5 años)* Tamaño de la muestra de lenguaje** E25 E50 E75
Indices analíticos 1. LMP (Longitud media preverbal) 2. Porcentaje de frases 3. Porcentaje de frases simples interrogativas basadas en la entonación 4. Porcentaje de frases simples declarativas 5. Porcentaje de frases complejas (que comprenden varias proposiciones)
0,75 0,76 0,53
0,87 0,89 0,73
0,90 0,96 0,85
0,40
0,70
0,76
0,61
0,73
0,84
* Datos obtenidos en situación de juego y de conversación libre en el domicilio (madre-hijo). ** E25 significa que la indicación de fiabilidad ha sido calculada (análisis de variación y correlación de Pearson) sobre los 25 primeros enunciados consecutivos, etc. La muestra de lenguaje analizado incluía un total de 100 enunciados.
jidad es artificial y conduce, como todas las sumas compuestas, a una cuantificación difícil de interpretar. 7.3.2.2. El Dispositivo de Análisis Lingüístico (DAL). Engler, Hannah y Longhurst (1974) propusieron un instrumento de análisis basado en la noción de tipo sintáctico de frases. Se identifican cinco tipos por orden creciente de complejidad. El primer tipo corresponde a las llamadas frases de ecuación (copulares). Las frases de tipo II contemplan los verbos intransitivos con adverbios opcionales. Las del tipo III asignan una categoría a los verbos que admiten un complemento. Las frases de tipo IV se construyen en tomo a verbos experimentales seguidos de una construcción que se corresponde con los tipos de frases I a III. Se trata de frases como Je le voyais être heureux (Veía que era feliz) o Je l’observai en train de dormir (Le observé a punto de dormir). Por último, las frases del tipo V son las pasivas. El DAL procede, igualmente, a una clasificación de los elementos que intervienen en las frases, en funciones de sujeto gramatical (por ejemplo los nombres, pronombres, infinitivos, etc.), de verbo y de complemento gramatical. También se tiene en cuenta la coordinación y la subordinación de proposiciones elementales dentro de las frases complejas. Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
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El dispositivo de Engler et al (1974) pone en juego una taxonomía relativamente sencilla que puede utilizarse para identificar las principales estructuras de frase en un cuerpo de lenguaje. 7.3.2.3. El DSA (Developmental Sentence Analysis). Lee y sus colaboradores (Lee, 1966, 1974; Lee y Canter, 1971) pusieron a punto un esquema de análisis gramatical aplicable a los niños. Su objetivo es el de realizar una «selección» (screening) entre niños con un desarrollo del lenguaje que puede considerarse normal y niños con un potencial retraso de desarrollo. En el segundo caso, será importante confirmar (o rechazar) el primer «diagnóstico» mediante tests o análisis complementarios. Lee y sus colaboradores grabaron el lenguaje de 200 niños de edades comprendidas entre 2 y 7 años, individualmente en situación de conversación familiar con un examinador. Los niños estaban repartidos de forma regular en franjas de edad de tres en tres meses. Había el mismo número de niños que de niñas en cada franja de edad. Se trataba de niños monolingües, procedentes de una clase social media. Se respondió a la ordenación de desarrollo de una serie de estructuras, como los verbos principales, los negativos, las conjunciones, la inversión de orden sujeto primer elemento verbal en las preguntas de tipo sí/no, y las preguntas wh (en inglés). Lee planteó la hipótesis (razonable) de que las estructuras que primero aparecen son las más sencillas. Ponderó las estructuras morfosintácticas según su orden de aparición en el desarrollo, obteniendo un esquema de desarrollo de análisis. A título de ejemplo, para las preguntas wh, el orden de desarrollo es el siguiente: – Who, what, what + nombre, where, how much, etc. – When, how, how + adjetivo. – Why, what if, how come, how about + gerundio. – Whose, which, which + nombre. Lee (1974) recomienda elegir al menos 50 frases contiguas en una muestra de lenguaje para aplicar en ellas el DSA. 7.3.2.4. El LARSP (Language Assessment Remediar Screening Procedure), puesto a punto por Crystal et al (Crystal, Fletcher y Garman, 1989) es también, como su nombre indica, un procedimiento de selección. Sus constructores proponen una evaluación del lenguaje espontáneo en cinco etapas: 1) obtener una muestra de lenguaje; 2) transcribir dicha muestra literalmente; 3) realizar su análisis gramatical; 4) realizar distintas relaciones estructurales; y 5) identificar el nivel de desarrollo. Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
Crystal et al recomiendan la toma de una muestra de lenguaje conversacional de unos treinta minutos. Los primeros quince minutos se desarrollan en situación de juego libre, en tanto que la conversación es más estructurada por medio de preguntas relativas a diversos aspectos de la vida del niño (y no sobre la situación de juego inmediata) durante la segunda parte de la sesión de grabación. Crystal et al (1989) no aconsejan la utilización de libros de imágenes y afirman que muchos niños responden peor a imágenes que a juguetes que pueden manipular de diversas formas expresándose verbalmente en relación con dichas manipulaciones. Esta indicación es discutible. En realidad, ambos tipos de situación determinan variedades (pragmáticas) de lenguaje sensiblemente distintas y que puede ser útil documentar de forma independiente. El análisis se realiza de la siguiente forma: se identifican primero las frases completas y no ambiguas desde un punto de vista semántico y se indica si fueron producidas por iniciativa del sujeto o en respuesta a preguntas o comentarios del examinador. Entre las respuestas a preguntas planteadas por el examinador, se distinguen aquéllas que son elípticas. También se observan las relaciones lógico-semánticas entre las frases para evaluar el grado de cohesión de la expresión. Las etapas siguientes consisten en analizar cada frase en cuanto a su estructura interna: la coordinación y subordinación en el caso de frases complejas, los sintagmas (nominales, verbales, preposicionales y adverbiales), y los constituyentes gramaticales (formales y funcionales: verbos, auxiliares, nombres, sujetos, complementos, etc.). Por último, se identifican las marcas morfológicas de inflexión. Se establece la frecuencia de aparición de cada una de las formas y estructuras y ello sirve de base para la interpretación. Ésta se realiza clasificando los sujetos en una escala de siete estadios que se considera corresponden a períodos cronológicos del desarrollo del lenguaje definidos en relación con la literatura existente sobre el desarrollo (de nueve meses a cuatro años y seis meses y más). El punto débil del LARSP, desde nuestro punto de vista, es la hipótesis axiomática según la cual, la evolución lingüística del niño seguiría una regla de linealidad. No es así en absoluto y las tentativas de fijar el desarrollo en una secuencia de estadios tienen mucho de arbitrariedad. La asignación de una correspondencia entre cada estadio del LARSP y un período estrechamente definido (que varía de seis meses a un año según los estadios) es, igualmente, artificial. La buena correlación mencionada anteriormente entre la elevación del AC y 179
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Tabla 7. Elaboración relativa al desarrollo de los sintagmas nominales (adaptada de acuerdo con Miller, 1981) Nivel LMPV
Edad cronológica
Formas
Ejemplo (s)
1,00-1,99
19-26 meses
SN1 –> (M2) + N3 Los SN elaborados son producidos aisladamente
2,00-2,49
27-30 meses
SN –> (M) + N Los SN aparecen en posición de complemento gramatical únicamente
2,50-2,99
31-34 meses
3,00-3,74
35-40 meses
3,75-4,50
41-46 meses
SN –> (demostrativo o artículo) + (M) +N 1. Los demostrativos incluyen: este, estos, eso, esos. 2. Los modificadores incluyen: – Los cuantificadores: ciertos, algunos, un poco, mucho, dos – Los posesivos: su, suyo, el mío N.B. Aparecen SN elaborados en posición de sujeto gramatical. SN –> (demostrativo, artículo, modificador, posesivo) + (adjetivo) + N 1. Los modificadores incluyen: algo, otro 2. Los SN sujetos gramaticales son obligatorios, bien en forma nominal, bien en forma pronominal. SN–> (demostrativos; artículo, modificador, posesivo) + (adjetivo) + N La concordancia en número entre el sujeto y el verbo sigue siendo problemática.
Un abrigo Mi mamá Más leche Esto tuyo Un bebé En esta caja Eso un perro Llave en la caja Eso una flor azul Perro come la comida Un caballo que llora Eso mi taza Caballo para
Me gustan estos juguetes Pon este también Quiero otro camión Ha golpeado mi camión Aquéllos mis lápices
1. SN: Sintagma nominal; 2. M: modificador (adjetivo o adverbio); 3. N: nombre. Un constituyente formal facultativo en el sistema productivo del niño viene indicado entre paréntesis.
ciertas medidas del desarrollo morfo-sintáctico, no significa que exista una correspondencia precisa entre AC y la obtención de tal o cual nivel de desarrollo. Todos los datos sobre la variabilidad individual en el desarrollo del lenguaje sugieren lo contrario. 7.3.2.5. El ASS (Assigning Structural Stage). Después de un trabajo de análisis de muestras de lenguaje procedentes de varios centenares de niños americanos con un desarrollo normal o con retraso de desarrollo, Miller (1981) ha aportado una serie de tablas normativas que se refieren a la evolución desde el parloteo a los enunciados más complejos de la AC de cuatro años y más. Se trata más bien de tendencias generales que corresponden a escalas de medida ordinales que indicaciones métricas precisas. 180
La tabla 7 proporciona un ejemplo de la evolución analítica del ASS para los sintagmas nominales. 7.3.2.6. El IPS (Index of Productive Syntax). El IPS fue concebido, al principio, como una cuantificación del ASS de Miller (1981). Se compone de cuatro sub-escalas que se refieren, respectivamente a: 1) los sintagmas nominales, 2) los sintagmas verbales, 3) las preguntas y las negaciones y 4) la estructuración de las frases. Se identifican sesenta estructuras léxico-gramaticales. Se trata de evaluar su producción en las muestras de lenguaje tomadas. La tabla 8 proporciona una ilustración sobre el procedimiento relativo igualmente a los sintagmas nominales. 7.3.3. Añadiremos a los esquemas analíticos anteriormente citados, el dispositivo de análisis funcional de HaRev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
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Tabla 8. Análisis relativo al desarrollo de los sintagmas nominales (adaptado de acuerdo con Scarborough, 1990) Tipología de los sintagmas
Descripción
Ejemplo (s)
NI
Nombres propios y comunes
Perro, leche, mamá
N2
Pronombres, locativos
Yo, aquí, que, mío
N3
Los modificadores incluyen los adjetivos epítetos, los cuantificadores bipolares, los adjetivos posesivos y los genitivos sajones
Su, ese niño, caliente, cualquiera, taza de bebé
N4
Sintagmas nominales (SN) de dos palabras: una palabra precedida de un artículo o un modificador
Mi muñeca Más leche El caballo
N5
Utilización sistemática de los artículos precediendo a los nombres
Mi muñeca, la sierra, una manzana, una naranja
N6
Sintagmas nominales de dos palabras (como en el nivel 4) pero producido después de un verbo (SV–> V+ SN) o una preposición (SP–> P+ SN)
Conducir un coche Veo dos gatos Es un banco Eso para mi papá
N7
Sufijos denotando pluralidad
Caballos
lliday. En él la unidad fundamental es la proposición. Ésta constituye una misma unidad, ya funcione aisladamente (como frase simple), o forme parte de un complejo de proposiciones (en las frases complejas). Partiendo de los enunciados, se procede según el siguiente desglose: nivel de la proposición, nivel infraproposicional (grupos y sintagmas), nivel supra-proposicional (complejos de proposiciones y frases), nivel para-proposicional (unidades de información) y nivel peri-proposicional (cohesión discursiva). Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184
No insistiré aquí sobre los dos últimos niveles analíticos (cf. Rondal, 1995), para centrarme sobre los aspectos morfo-sintácticos. Halliday definió la proposición como un mensaje, un intercambio y una representación simultáneamente. La forma de utilización que da al mensaje el estatuto de acontecimiento comunicativo se denomina estructura temática. Esta estructura se corresponde con la siguiente organización: se señala un elemento dentro de la proposición que constituye el tema. Se combina con el resto de la proposición de tal forma que las dos partes juntas constituyen un mensaje. El tema es el elemento que sirve de punto de partida para el mensaje. La proposición se define en relación con él (por ejemplo, el duque, en la proposición El duque le regaló esta tetera a mi tía). El resto del mensaje se denomina «rema». Paralelamente a su organización como mensaje, las proposiciones se organizan como intercambios, es decir, como sucesos interactivos que implican (como mínimo) un locutor y un interlocutor. Halliday distingue cuatro funciones principales de intercambio: las órdenes, las opiniones, las preguntas y las ofertas. Las proposiciones también existen como representación de una realidad compuesta por acciones, coincidencias, sentimientos, estados, etc. Estos fenómenos se representan en la semántica del lenguaje y se expresan gracias a la gramática de las proposiciones. El elemento central está constituido por el sistema de la transitividad. Ésta especifica los tipos de procesos (materiales, mentales y de relación) reconocidos en el lenguaje y las estructuras que sirven para expresarles. Un proceso está compuesto por tres elementos: 1) el proceso propiamente dicho, 2) los participantes en el proceso y 3) las circunstancias asociadas al proceso. En el nivel infra-proposicional volvemos a encontrar las estructuras sintagmáticas habituales (sintagma nominal, verbal, atributivo, conjuntivo y preposicional). Un sintagma representa la expansión de una palabra (constituye «un complejo de palabras», una palabra que sirve de soporte en relación con otras palabras, que lo modifican). Del mismo modo que un sintagma puede interpretarse como un complejo de palabras en el nivel infra-proposicional, una frase elaborada puede interpretarse como «un complejo de proposiciones» en el nivel supra-proposicional, es decir, un dispositivo en el cual figura una proposición central con otras proposiciones que la modifican. Se consideran dos dimensiones en las relaciones existentes 181
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Tabla 9. Análisis de un enunciado de lenguaje espontáneo según el dispositivo de Halliday (1985) (recuperado en Rondal, 1995, y adaptado al francés) J’ai une amie qui habite juste sur la place de Fraipont la place de l’eglise 1. Nivel proposicional.
2. Nivel infra-proposicional
Mensaje: encadenamiento hipotáxico: proposición declarativo independiente con tema tópico no marcado, integrado con el pronombre personal que funciona como sujeto gramatical (j’) y rema (ai une amie) seguido de una proposición relativa con pronombre relativo sujeto (qui) que actúa como tema tópico, y el rema (habite juste sur la place de Fraipont la place de l’église. Intercambio: Opinión. Primera declarativo con sujeto modal (j’ fini en ai) y residuo (predicador ai, complemento une amie). Segunda declarativo con modo (sujeto qui, terminación habite) y residuo (predicador habite; agrega circunstanciales: adverbio juste, sintagma preposicional elaborado sur la place de Fraipont la place de l’église). Representación: Primera proposición: proceso de relación: posesivo avoir –[participantes: identificador (poseedor) j’ identificado (poseído) une amie]. Segunda proposición: proceso material intransitivo– habiter (participante: agente qui; circunstancia: espacio juste sur la place de Fraipont la place de l’église).
Primera proposición: pronombres j’ grupo verbal (terminaciónacontecimiento ai), grupo nominal (nombre amie, déictique une). Segunda proposición: grupo nominal (pronombre qui), grupo verbal terminación-acontecimiento habite), grupo adverbial (adverbio juste), sintagma proposicional [[[preposición sur, grupo nominal [nombre place, premodificador: déictique la, post-modificador: sintagma preposicional [preposición de), grupo nominal (nombre Fraipont)]], grupo nominal [[nombre place, pre-modificador: déictique la, post-modificador: sintagma preposicional [preposición de, grupo nominal (nombre église, déictique l’)]]].
Primera proposición: información dada (j’) –información nueva (ai une amie). Segunda proposición: dado (qui)– nuevo (habite juste sur la place de Fraipont la place de l’église).
entre las proposiciones: 1) el tipo de dependencia o «taxis»; y 2) las relaciones lógico-semánticas (fundamentalmente la expansión y la proyección). Cuando dos (o más) proposiciones tienen un mismo estatuto gramatical, siendo una de las cláusulas la iniciadora y la otra(s) las continuadoras, se trata de parataxia. Hay hipotaxia cuando una o varias proposiciones modifica(n) a otra. La proposición modificadora (o las proposiciones modificadoras) está(n) bajo la dependencia de la proposición modificada (dominante). Por ejemplo, existe una relación paratáxica entre Je pourrais si je voulais (Podría si quisiera) y mais je ne peux pas (pero no puedo) y una relación hipotáxica entre Je voudrais (querría) y si je pouvais (si pudiera). La tabla 9 ilustra el análisis de un enunciado de lenguaje espontáneo según el procedimiento de Halliday (1985). 8. Interpretación clínica de los datos de ALS. Como toda interpretación, la de los análisis de ALS no carece de dificultad. Sin embargo, sería un error creer que la utilización de los tests de lenguaje es necesariamente más fácil. A primera vista puede parecer así. Pero se trata de una ilu-
sión. La interpretación de los tests de lenguaje exige formación y experiencia y no simplemente la aplicación ciega de un procedimiento estereotipado consignado en un manual de utilización. Volviendo al ALS, la clave para una interpretación adecuada de los datos reside en el conocimiento del desarrollo y del funcionamiento del lenguaje, en general, si se trata de una evaluación relativa a individuos con un desarrollo o funcionamiento normal, y del desarrollo o funcionamiento patológico si se trata de casos patológicos. La interpretación de un ALS, correctamente llevado a cabo, por otra parte, podrá realizarse de forma satisfactoria en relación con este conocimiento (con un mínimo de experiencia clínica, siempre necesaria), y gracias a él. Es conveniente animar a los clínicos del lenguaje para que se provean de los conocimientos necesarios a estos efectos. Y es, igualmente, responsabilidad de quienes conciben los programas de formación sobre logopedia y psicolingüística aplicada, prever una información adecuada sobre el ALS. Así provistos de los conocimientos indispensa-
182
3. Nivel supra-proposicional (relaciones lógico-semánticas) La proposición secundaria desarrolla el significado de la proposición primaria añadiéndole nueva información. 4. Nivel para-proposicional
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Rondal, J. A., et al.—ANÁLISIS DEL LENGUAJE ESPONTÁNEO
bles para una utilización y una interpretación correcta de los datos, estamos convencidos de que los clínicos del lenguaje hallarán que es de gran interés para ellos asignarle un lugar más importante al ALS dentro de su trabajo de evaluación.
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Correspondencia: J. Rondal Universitè du Liège Laboratoire Psycholinguistique Boulevard du Rectorat, 5 04000 Sart Tilman (Bélgica)
Rev Logop Fon Audiol 2000;XX(4):169-184